La Sumisión, Luis Javier Garrido

La sumisión
Luis Javier Garrido
¿E

xiste aún un gobierno nacional en México, o la administración de factode Felipe Calderón ha cedido ya todas las facultades esenciales del Estado a los poderes trasnacionales con la complicidad de la cúpula del PRI?

1. La crisis financiera y económica hace estragos en el país, pero no puede ocultar que el gobierno ilegítimo, lejos de atender las exigencias de los mexicanos, sigue sumiso a Washington, continuando el desmantelamiento del país y entregando el control del mismo a agentes estadunidenses.

2. La intervención de Hillary Clinton, la secretaria de Estado estadunidense, el miércoles 22 ante la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes quedará no como el testimonio de la voluntad de su gobierno de dar una supuesta ayuda técnica a su vecino –como Barack Obama ha pretendido presentar sus políticas injerencistas–, sino como uno de los discursos intervencionistas más denigrantes para nuestro país que se hayan pronunciado en décadas recientes. Para la señora Clinton, tareas sustantivas del Estado mexicano son ya responsabilidad del gobierno de Washington y van a cumplirlas, incluyendo la prerrogativa que informó se están arrogando de matar mexicanos, como destacó Televisa en sus informativos del mismo día.

3. La secretaria de Estado Clinton afirmó ante los legisladores que en su viaje a México constató la incapacidad del gobierno de Calderón para enfrentar al crimen organizado, pues “el gobierno, las policías y el ejército están rebasados por los cárteles de las drogas”, por lo que demandó más recursos para esa lucha, asumiendo que el diseño de las políticas contra la delincuencia de México son responsabilidad de Estados Unidos al margen de la legalidad mexicana y que en los hechos la persecución de los delitos cometidos en territorio nacional es asunto suyo. “Tenemos que liberar a México”, dijo, y derrotar, desarmar y capturar a los dirigentes de los cárteles o “matarlos”,enfatizó (El Universal, 23/4/09).

4. La política debe entenderse sobre todo a partir de los hechos y no sólo de las palabras o de las apariencias, como han pretendido hacerlo quienes se han encantado con la presencia de un afroestadunidense en la Casa Blanca, creyendo que este hecho, aunado a la partida de Bush II auguraba políticas radicalmente distintas de Estados Unidos. La noción de corresponsabilidad en el discurso del equipo de Obama, que tanto están reiterando, significa para ellos vía libre para el intervencionismo y la obligación de una subordinación absoluta para los estados sometidos a su hegemonía, como es cada vez más el caso de México bajo la administración ilegítima de Calderón, que está creándole al país una situación de extrema gravedad en sus relaciones con Washington, lo mismo en pactos y acuerdos que en las prácticas indignas, la que va a ser muy difícil de enfrentar en el futuro a un gobierno democrático.

5. La corresponsabilidad no significa para Washington más que sumisión, y el único papel que la administración de Obama parece conferir a Calderón es fungir como su personero en tareas sucias, como la de lograr un cambio de régimen en Cuba, según lo sentenció Carlos Pascual, vicepresidente de la Institución Brookings y futuro embajador, ya en tono de procónsul (22 de abril). En la cumbre de Trinidad y Tobago, Obama preconizó el diálogocon Cuba (lo que suscitó una respuesta afirmativa del presidente Raúl Castro), pero muy pronto se precisó que dichodiálogo no podría tener más objetivo que el cambio de régimen en la isla, según el diccionario obamita (El País,19/4/09), lo que determinó el análisis clarísimo de Fidel Castro sobre lo que está aconteciendo.

6. Las resistencias en el interior del gobierno panista para mantener la onerosa “guerra contra el narco”, impuesta por la DEA a Calderón, y que ha hundido en el desprestigio a su gobierno, se han venido abajo en consecuencia, y tras el anuncio de Fernando Gómez Mont (titular de Bucareli) de que las fuerzas armadas mexicanas regresarían a los cuarteles como exigen diversos sectores (17 de abril), Alejandro Rubido, el nuevo secretario técnico del Consejo Nacional de Seguridad Pública, le rectificó diciendo que los militares seguirán en las calles por lo menos hasta 2012 (22 de abril), lo que hace ver que se plantean mantener el escenario de amedrentamiento de la población para las elecciones presidenciales.

7. La guerra contra el narcotráfico ha fracasado totalmente y éste sigue floreciente en el país porque no se ha tocado la estructura de los políticos coludidos con los cárteles, como afirmaba Raúl Vera, obispo de Saltillo, (El Universal, 23/4/09), ni la estructura financiera, vinculada con los intereses de bancos y corporaciones trasnacionales. Los señalamientos de que el narcopenetró las campañas de Fox en 2000 y de Calderón en 2006 cobran así mayor vigencia.

8. La clave de lo anterior está en la naturaleza del poder económico y político que gobierna a México, y, por encima de los intereses en el narco de panistas y priístas, aparece también el papel institucional del PRI. La responsabilidad por el desmantelamiento del Estado mexicano no es sólo del equipo de un mediocre extremista de derecha, sino de quienes lo impusieron y siguen protegiendo. El PRI ha respaldado la “guerra contra el narco” a sabiendas de que es una patraña y de que está sirviendo como puerta de entrada para un intervencionismo sin precedente, porque es la mano de Carlos Salinas de Gortari la que mueve las tres cunas del PRI –la de Beltrones, la de Peña Nieto y la de Beatriz–, como reconocía Proceso1694, y con tal de salvar sus intereses no duda en sacrificar al país.

9. La mano metida en el narco la han tenido todas las instancias de poder en México y ahora buscan tomar distancias.

10. La derechización que se vive en el país para ocultar la gravedad de la crisis es muy grave y no extraña, por lo mismo, que en una de las cuatro iniciativas de corte franquista llamadas de anticrimenenviadas por Calderón al Congreso el pasado 22 de abril, pretenda que se le otorgue la facultad de poder declarar él solo –y al margen del artículo 29– la suspensión de hecho de las garantías constitucionales, olvidándose que ese desprecio a la sociedad es el que conlleva el propio fracaso histórico del proyecto entreguista.

La Jornada
Viernes 24 de abril de 2009


¿Qué le han hecho a mi país?, Raúl Martell

Mi hermana, mi madre y yo escuchamos, estremecidas, la canción que se escucha en este vídeo. Posiblemente, para algunas personas, pueda sonar asaz sensiblera. Yo, en cambio, no entiendo por qué -siendo capaces de una idolatría enfermiza por lo anglo sajón- no podemos, sin embargo, amar con la misma gallardía aquello que se relaciona con nuestra patria, con nuestra tierra. El mundo ha sido inoculado con una idea perversa: el amor a la patria, a tu tierra, al lugar en que nacieron tus padres y los padres de tus padres y así, ad infinitum, .... ese amor -recita esta idea- puede convertirse en un insano nacionalismo. Y ¿qué se puede esperar? cuando, entre otras cosas, la Segunda Guerra Mundial tuvo -entre uno más de sus objetivos tangenciales- el desprestigiar la idea de lo nacional. Hoy día, ser nacionalista es ser un fanático fundamentalista. No se entiende ya lo que es nacionalismo; se citan -en la total ignorancia- frases de Albert Einstein execrando del nacionalismo y, confieso, este tipo de frases constituyen un fuerte argumento de autoridad porque la premisa es más o menos así: el hombre que yace en el imaginario colectivo como el non plus ultra de la intelligentsia del siglo XX afirma que el nacionalismo es nocivo. Y luego, la conclusión: si eso dice el hombre más inteligente del siglo que recién terminó, ¿cómo no darle la razón?, ¿cómo yo -simple mortal- podría siquiera atreverme a cuestinar eso?

Pues bueno, yo simple mortal lo cuestiono porque:

1. Yo me proclamo nacionalista y, ni muy remotamente, considero que las demás naciones sean inferiores a la mía. Amando a mi nación como la amo y entendiendo que los demás hombres puedan amar con esa misma pasión al "fulgor abstracto e inasible" de su patria, entonces, respeto plenamente ese amor -porque lo entiendo- y ello, en consecuencia- me lleva a respetar, profundamente, a los hombres de otras nacionalidades, a su amor por sus naciones y a sus naciones mismas. Luego entonces, no concibo ninguna actitud beligerante como acto de legítima defensa de la nación propia y ésto es así porque -sencillamente- ninguna nación puede estar por encima de otra.

2. Admiro a Albert Einstein, tuvo la capacidad de colectar ideas elaboradas por otros científicos que le precedieron y, luego, de integrar estas teorías en nuevas teorías revolucionarias (es, pues, un científico en todo el sentido del término). Sin embargo, no olvido que el 2 de Agosto de 1939 escribió una carta a Roosevelt [si el link que aquí pego no abre de inmediato y te sale una página que dice algo así como "vaya, parece que este enlace está roto", entonces, te saldrá también el buscador de google conteniendo en la barra "exordio 1939 1945 codex documentos carta einstein". Da, pues, click en el buscador -Buscar con google- y de inmediato te lleva a la carta referida]. A continuación, el link: (http://www.exordio.com/1939-1945/codex/Documentos/cartaeinstein.html) soliviantándole a comenzar un proyecto de investigación sobre el uranio como fuente de energía. Por supuesto que dicho proyecto, habría de convertirse después en el "Proyecto Manhattan" que tuvo como desenlace la creación de las dos bombas que, lanzadas unos años después sobre Hiroshima y Nagasaki, constituyeton, en la praxis, uno de los peores crímenes de la humanidad. De modo que, si esta no es una buena razón para desoír los puntos de vista de Einstein sobre el nacionalismo, entonces tampoco debo asirme a sus puntos de vista sobre el mismo tema, utilizando como criterio de adhesión a dicha opinión, el I. Q. de este científico. Es decir, olvidémonos -cuando Einstein opina lo que opina- de dos cosas: 1. del nivel de su I. Q. y 2. de su proceder moral -en mi opinión, maculado-. Quedémonos sólo con una cosa: es una opinión más. Punto.

Yo por lo pronto, me reconozco nacionalista. Ello, no ha cercenado mi intelecto ni capacidad de dar amor. Amo a mi patria, a mi planeta. Miro -con la poca comprensión que mis limitados sentidos me dan- a mi Universo, fascinada -sin terminar de agradecer a las ciencias de la naturaleza: Física, Química, Astronomía, etc. el que me ayuden a tener una mejor comprensión del Cosmos-.

Y he aquí, pues, que inserto el vídeo que me llevó -dicho sea de paso- a tan larga reflexión.

Ah, por cierto, ¿qué fue lo que dijo Albert Einstein sobre el nacionalismo? He aquí: "El nacionalismo es una enfermedad infantil. Es el sarampión de la humanidad."

Una cosas más, esta canción fue interptretada por Raúl Martell en una de las asambleas que, con motivo de su gira por el D. F., Andrés Manuel López Obrador celebró en mi delegación. Obviamente madre, hermana y moi estuvimos allí.

Eleutheria Lekona.


Atareada en la Maestría



Estamos a poco más de un mes de que terminen los cursos allá en la Maestría; estoy llena de tareas y deberes académicos. Poco tiempo me queda para otras cosas. Poco tiempo para escribir en este blog con la asiduidad ideal.





Tanto qué decir: de política, de mis pensamientos, de lo que contemplo alrededor de mí, de los otros, del mundo. Supongo que esta necesidad de hablar es más mía que de cualquiera que se paseé por aquí. Y supongo también que esta necesidad de compartir, se satisface pensando que hay algo bueno (léase útil o valioso) de mí -por poco que esto sea- que puedo dar a los demás a través de este espacio.


Cosas de las que quiero hablar y no puedo por escasez de tiempo:


2. La dimisión de Josefina Vázquez Mota -no menos ilegítima que Calderón- a su cargo en la SEP para continuar con su vertiginoso ascenso en la escalera política (a este gente poco le importa la educación del país).


3. Las deficiencias de la prueba ENLACE en lo que concierne a la Matemática.


4. La muerte de Marcos Moshinsky.


5. De Noam Chomsky y mi amor por los autómatas.


6. Un par de películas que he tenido oportunidad de ver últimamente, entre ellas, The Reader, protagonizada por Ralph Fiennes y Kate Winslet. Vale decir que la película me conmovió, me dejó incrusta en cierta atmósfera de melancolía y con un sentimiento de perplejidad: ¿Por qué sacrificar el amor ante una sociedad que juzga a una sola mujer como si su condena significara la redención de dicha sociedad? ¿Como si el amor no fuera suficiente para redimir la culpa del ser amado, del amante?

7. La Asamablea que tuvimos en mi delegación -como parte de su gira por el D. F.- con Andrés Manuel López Obrador, presidente legítimo de este país.


8. Etcétera (en realidad, la lista es bastante más larga).


Espero que lleguen días más calmos. Me soltaré, entonces, a llenar de vocablos y su concatenación este lugar digital: búnker moderno en donde me refugio yo y mis pensamientos, mis pensamientos y yo (y cuando digo "yo y mis pensamientos", por supuesto que esto incluye al mundo en el que me hallo inmersa).

LUV y/o LINETTE

Hace como unos tres años escribí esta historia bastante bizarra. En la actualidad, suele ser un conjunto de bytes amontonados en algún lugar de mi computadora y, quizá, ande nadando entre otros papeles en su versión impresa.

¿Por qué la comparto? No porque piense que sea algo bien escrito; pienso -quizá- que al sacarla de los anales del olvido, se libera también algo en mí. De alguna manera, este lugar se ha convertido en el sitio en el que vuelco mis catarsis.


La Historia de Linette
Por Eleutheria Lekona


I

“Con la música, la razón se transmuta en éxtasis y el idioma en ritmo”
Stefan Zweig

Linette lanzó toda suerte de invectivas contra su yo desvencijado, roto y gris. La luz lunar ya no reflejaba el vaho de los transeúntes parlantes que desfilaban sobre la banqueta en la cual Linette se arrojaba, noche tras noche, a tocar su mandolina.

Bautizada con el nombre de Baucis, la mandolina de Linette había sido un regalo traído allende el mar por su viejo abuelo gitano, ahora muerto.

Linette amaba por entonces cuatro cosas en el mundo:

1. A Baucis
2. A su gato Gaspar
3. El pensamiento teórico abstracto (léase “Matemáticas”)
4. Al bardo y filósofo Friedrich Wilhelm Nietzsche

No consentía entender cómo es que el decimonónico bardo filósofo había pasado los últimos onces años de su vida en ese estado del ánimo designado con el nombre de locura.

“¿Qué es la locura?” era el nombre de una de las canciones que Linette había compuesto con su mandolina. De acuerdo a esta melodía, Linette –quien más tarde se cambiaría el nombre a Luv- creía que la fenomenología de la locura resultaba incognoscible e incompresible al alma e inteligencia humanas, aún. Linette –siguiendo lo afirmado en su melodía- no sabía si la locura era una disposición del ánimo entre sombras y fantasía, entre dolor y confusión… simplemente pensaba que era un permanente estado de introspección en el que todo pensamiento del que la padecía se volvía incomunicable. Y, sin embargo, todo aquel que conoce y es cercano al mundo del enloquecido desea desentrañarlo y entrar en el mismo.

Esta melodía formaba parte del repertorio musical de Linette –quien pronto se cambiaría, como ya se dijo, el nombre al de Luv-, y había sido inspirada por la siguiente idea romántica que se fraguó en su mente tras la lectura de las variadas biografías que aparecían en los prólogos de todos las obras de F. W. Nietzsche que leía: Nietzsche pasó los últimos once años de su vida inmerso en la miríada de cavilaciones que devinieron simultáneamente con la creación de lo que más tarde se publicaría bajo el título de “La Voluntad de Poder” (sí, el sumario de su pensamiento); y es que Linette se decía -¿Cómo podría ser de otra forma si el poeta alemán sabía que once años no serían suficientes para discurrir acerca de todo su filosofía?

Linette pensaba –a solas, ya en casa- que hubiese querido haber nacido en el siglo XIX creyendo que –de haber ocurrido así- su destino habría sido amar a F. W. Nietzsche a modo de paliar su soledad y sus ansias de embriaguez.

“El Origen de la Tragedia” era el nombre de la segunda canción que Linette compuso con su mandolina (la primera había sido una canción de cumpleaños que compuso a su hermana Beatriz). En esta oda –que no versaba sobre la distinción entre lo apolíneo y lo dionisíaco ni sobre la fusión de ambas fuerzas como origen de la tragedia griega ni, mucho menos, sobre la muerte que Sócrates infligió al pensamiento griego- Linette cantaba con excelsa armonía el choque que produjo en su alma la lectura del libro de nombre homónimo escrito por Nietzsche. Además, exponía con vehemencia la creencia en que “El Origen de la Tragedia” era la verdadera obra maestra de Nietzsche no sólo por haber plasmado en ella, en embrión, todo el desarrollo posterior de su pensamiento, sino porque en esta obra se recogían las aspiraciones más nobles del espíritu nietzscheano y, con ello, su filosofía: pura, sin tergiversaciones, todavía intocada por las manos enguantadas de toda esa caterva de filósofos imbéciles que quisieron interpretar el pensamiento de Nietzsche con arreglo a sus propias y execrables creencias. Obscuro el tema de esta canción; obscuro a trozos y, sin embargo, sublime…¿y qué decir de la melodía llena de amor y de naturaleza, llena de una clase de emociones que en la voz de Luv –había llegado la hora de subvertir el nombre- se trastocaba en llanto, soledad, ruptura, obstinación, luz, ambigüedad y en todo lo que de elevado hay en la raza humana?

Alocuciones sin parar, una tras otra, era lo que nacía en Luv tras su encuentro con Nietzsche.

A pesar del filósofo, Luv veía en Nietzsche a un alma romántica; sí, un hombre enamorado de lo que hay de primitivo y salvaje en el hombre, un hombre que tuvo la suficiente clarividencia como para descubrir que la supresión de estos rasgos engendran muerte y decadencia, algo pútrido y antivital. Lo que en “El Origen de la Tragedia” se planteó como un problema estético – según los exegesistas de Nietzsche y no según Luv- más tarde sería abordado por Nietzsche como un problema perteneciente a la esfera de la moral. Pero y ¡oh! –dice Luv- ¿cómo pasar por alto que para Nietzsche el origen de la tragedia era un motivo poetizable (y poético, de facto) sobre el que podía exponerse el valor de la vida precisamente por cuanto es posible manifestarla en un tono voluptuoso, embriagador y, en síntesis, dionisíaco (sí, como lo hace –por ejemplo- Baudelaire en su poesía)?

Toma nota –dijo Luv a Oboe, un chiquillo que vivía en el mismo piso de su edificio:

HIMNO A LA BELLEZA

¿Bajas del hondo cielo o emerges del abismo,
Belleza? Tu mirada infernal y divina
Confusamente vierte crimen y beneficio,
Por lo que se podría al vino compararte.

Albergas en tus ojos al poniente y la aurora,
Cual tarde huracanada exhalas tu perfume;
Son un filtro tus besos y un ánfora tu boca
Que hacen cobarde al héroe y al niño valeroso.

¿Del negro abismo emerges o bajas de los astros?
Como un perro, el Destino sigue ciego tu falda,
Al azar vas sembrando el luto y la alegría
Y todo lo gobiernas sin responder de nada.
Caminas sobre muertos, Belleza, y de ellos ríes;
El Horror, de tus joyas no es la menos hermosa
Y el Crimen, entre todas tus costosas preseas
Danza amorosamente sobre el vientre triunfal.

La aturdida falena vuela hasta ti, candela,
Crepita, estalla y grita: ¡Bendigamos la llama!
El amante, jadeando sobre su bella amada
Semeja a un moribundo que su tumba acaricia.

Que tú llegues del cielo o el infierno, ¿qué importa?
Belleza, inmenso monstruo, pavoroso e ingenuo,
Si tu mirar, tu risa, tu pie, me abren las puertas
De un infinito que amo y nunca conocí.

Satánica o divina, ¿qué importa? Ángel, Sirena,
¿Qué importa? Si tú vuelves –hada de ojos de raso,
Resplandor, ritmo, aroma ¡oh mi señora única!
Menos odioso el mundo, más ligero el instante.

¿Lo ves Oboe? –Exclamó Luv- este poema habla del motivo práctico que proporcionó a Nietzsche la posibilidad de exponer su filosofía: del ARTE.

Oboe echó a reír y preguntó a Luv: ¿Y por qué lo he tenido que escribir?

Porque he de musicalizarlo y lo necesito en papel
-Acertó Luv.

Luv se quedó sola tras la ayuda de Oboe quien se había ido ya pues debía dirigirse a la escuela.

Comenzó a crear la música para “El Himno a la Belleza” de Baudelaire. En realidad, Nietzsche estaba en su mente mientras lo hacía. Surgieron de las cuerdas de su mandolina las más fastuosas notas. Toda la infinita belleza que había contenido el mundo en el paso de los siglos. El arte maya, egipcio, alejandrino, mudéjar, renacentista, etc. habían quedado plasmados para siempre en la melodía de Luv. Gaspar ronroneaba a su lado y sólo la negrura de su pelaje era comparable a la de aquella magnífica noche en la que Luv logró amar –por medio de la música- al filósofo y bardo alemán Federico Nietzsche.

Fue un devaneo posmodernista –se diría después Luv-. Tal vez, pero no sucumbió mi amor.


II

“La pasión por la música es en sí misma una confesión. Más sabemos de un desconocido que la tiene que de alguien insensible a ella y que frecuentamos a diario”
Emil Mihal Cioran

Limitar mi alma a una sola variación, ¿es eso menester? –se pregunta Luv. Y entonces Luv esgrime lo siguiente en un monólogo digno de cualquier Hamlet enloquecido:

Mi alma es una guitarra cuyas cuerdas rotas aún tocan para ti en esta noche del mundo. ¿Y Baucis? Tu alma vuelta instrumento, el ente corpóreo que me complementa. Baucis sin duda eres tú, como lo es la poesía, las frías tardes de invierno en que no apareces, el café humedeciendo mis labios… entonces me sumerjo en el delirante deseo de componer la oda final ¿otra oda alegre?

Sea pues, una oda elegíaca que emana de mi corazón; sea esa misma oda partida en dos y esas dos en otras dos y esas nuevas dos odas en dos y así sucesivamente hasta que, en el límite, llego a la oda final y mínima que se reduce a la cadencia de una nota inaudible.

Sean Baucis y la oda una sola cosa, la misma; y sea así, porque a través de la ejecución de la oda en Baucis ocurre que, primero, tengo que tomar mis manos pequeñas y mudas y luego a Baucis y luego comienzo a ejecutar las notas de mi oda y resulta entonces que miro mis manos (sin querer y, ante todo, buscando las cuerdas de Baucis) y salen a colación las tuyas, manos desgastadas de caricias no correspondidas (¿y cómo olvidar los remaches de tus dedos?) y entonces, con la oda comienza el canto y el perderme completamente en esos sonidos que inundan brevemente el espacio y he aquí que se da la ruptura en el tiempo y un reducto que asoma en mi mente me invita a un exquisito escenario al aire libre. Un pequeño jardín fresco y apartado; de entre los pequeños arbustos de las más delicadas y hermosas flores asoma un promontorio de sillas blancas –he querido llamarlo así- desde el cual se sienta la gente a observar el punto de fuga de un cielo azul electro intenso, a escuchar la batiente sobre las plantas del tibio aire que permea aquella atmósfera, a oler el olor de aquella tarde, a palpar la brisa sobre sus rostros y a degustar el primario sabor de los extractos más inimaginables de las hierbas comestibles de nuestro jardín.

No, no hay alma humana que sea una sola variación. Cada persona es una melodía, un vibrato diferente para cada escala.

Porque la brisa proviene del mar, allí están –más allá del horizonte visible desde nuestro jardín de flores- las olas en toda su inmensidad con su estridente choque sobre las rocas marinas. No sé honestamente si existen esas rocas –musita Luv-, o si sólo son las mismas rocas marinas de los cuentos de Poe, de las historias de Homero o de las narraciones de aquellos recientes escritores de habla hispana cuyo influjo en mí –el de la descripción de sus propias rocas marinas, claro- ha sido tan avasallador e inconsciente –automatismo, dirían los surrealistas- que ahora sus rocas marinas también son mías y puede que, incluso, estas rocas marinas sean las mismas rocas marinas que constituyen aquellos atavismos del crepúsculo de un Dalí nostálgico que, entiéndase, se trata del mismo crepúsculo que deviene tras todo giro completo terrestre. Toda noche es la misma, desde la primera, en el paso de los siglos.

Aquel que esté en desacuerdo con esto último –vocifera Luv- que olvide que esta representación de mi vida ha sido motivada por el filósofo del eterno retorno.

Mis melodías a Nietzsche –afirma Luv- son de lo más chocosas; la idea de hacer canciones para un filósofo adorado por intelectuales y académicos está inmersa en la afectación. Que se hundan entonces, los intelectualistas y los academicistas y Nietzsche y los filósofos y la ciencia toda bajo el cobijo de mi voz.

Dormida en nuestra voz, hay una melodía proveniente del mundo antiguo, cuando nada estaba dicho y ser guerrero y el mejor no era contar con sofisticadas estrategias de la teoría de juegos. Combativo espíritu el de entonces, almas estoicas capaces de erigir en sólo doscientos años el más colosal de los imperios. Se ha muerto todo aquello, no hay rastro ya.

III

“El instrumento casi no pesaba en mis manos. Era ligero, delicado y grato. Stradivarius o no, me emocionó un poco tocarlo. Era como el ataúd de un pequeño príncipe persa muerto”.
Las Ninfas, Francisco Umbral



Todo tercer acto requiere tiempo, reflexión y esfuerzo. Ninguna tercera parte ha sido recordada, sino por la desilusión que provocó en todos aquellos que la esperaban ansiosamente. Luv para entonces ya conocía el poder subyugador de la música para con sus espectadores. Presentó aquella noche, en su misma banqueta, la llamada “oda final” -“llamarada final” debería llamarse- llegó a pensar Luv. Nunca hasta entonces Baucis había sufrido la invasión del polvo o de los ácaros. Baucis lucía majestuosa, brillante tras un buen baño en aceite, como deseando -desde el anonimato de su vida inmaterial, con su mirada de persona taciturna y callada- hacer salir de sí misma las notas de una oda final.

Oboe asistió al estreno y aunque Gaspar era incapaz de salir de casa en una noche lluviosa, Luv sabía que –vuelta a casa- sería él, el primero en salir a recibirla.

Todos los asistentes eran transeúntes ocasionales; amas de casa en busca de un establecimiento en el cual poder encontrar pan blando y barato; hombres de negocios a punto de llegar al café de la esquina a la firma de un contrato; jóvenes estudiantes que se dirigían a casa después de haber visto en la sala de arte de olor mohoso la última novedad del cine sueco; niños en patines en pleno junio lluvioso…

A la postre, Luv encontraría entre aquellas multitudes el amor y la amistad; también la muerte un día (la de los sentidos), el motivo para ya no buscar más y, tantas cosas… Luv, mientras, comenzó su canto. Introdujo primero su voz en medio de ese inmenso espacio, era su jardín botánico, su esfera de Riemann cuyo centro eran Luv y su público. Después, aquel sonido que emergía de y en Baucis… sonido final de una oda agridulce que acompaña todo pensamiento literario, todo atisbo de lirismo.
Si Luv viviera aún, si volara en medio del llanto de la interminable noche, si las moscas dejaran de cohabitar conmigo, si las vías del tren fuesen sólo niños desnudos y hambrientos, entonces Luv sería un espasmo musical, mis músculos retorciéndose al ritmo del sonido de olas flagelantes de rocas marinas.

Un punto y fin a tu voz, a la marea que deviene con la noche en el ensueño, cristales sigilosos cortando las venas que habitan al final de mis manos.

Luv sonora y muda, terrestre Luv que deambula en medio de la neblina; Luv volando sobre los tejados; siendo Luv una y Linette y su gato y Baucis y el irreprimible susurro y el teorema indemostrable…

Ya no hay más Luv por las noches, el día se la ha llevado. Luv quiere salir de su frasco y entonces con cuentagotas encierra a las estrellas en su rudimentaria linterna; el brillo de éstas alumbra el nuevo camino que ha decidido tomar. Todavía ahí escucha música, lee libros, escribe ecuaciones, ríe con sus amigos, festeja la muerte, anhela el retorno de los seres que se fueron ya y tantas cosas…

Luv es sólo el fantasma de mi escritura; caligrafía circense. O Luv es el amanuense que escribe su propia historia tras volcar su soledad en un pedazo de papeles tono sepia.
Hace como un mes -allá en la maestría- se suscitó una polémica entre todos los miembros del grupo debido a que, a raíz de un ciclo de brevísimas exposiciones que tuvimos en una de las asignaturas, se produjo un debate en torno a dos conceptos que aparecen concomitantemente en Matemáticas.

¿En qué consistió la polémica?

Consistió en que algunos de nosotros sostuvimos que una identidad no es una ecuación y, en contrapartida, la otra parte del grupo sostuvo -categóricamente y sin empachos- que una identidad es una ecuación con infinitas soluciones.

A mí la verdad me causó bastante malestar esta última aseveración -con la que no estoy en lo absoluto de acuerdo-.

El punto es que -después- uno de mis compañeros y yo tuvimos una breve charla por e-mail tratando de dirimir el asunto (debo ser honesta y decir que este compañero sostiene una opinión igual a la mía, de modo que la charla fue más bien como para "curarnos en salud").

En fin, que me permito pegar aquí el correo que le mandé a mi compañero de clase, en donde expongo las razones que me llevan a concluir que una identidad no es una ecuación, sino sólo -y quizá- sintácticamente.

Antes de pasar al textillo -aclaro-: no inserto ésto aquí con el afán de causar más debate, sino en el ánimo de que esto -quizá- pueda resultar de utilidad a alguien.


El e-mail:


Ante todo, gracias por el envío. He estado pensando en torno al asunto desde ayer; mi conclusión fue: Nuestros compañeros no dieron nunca un sólo argumento válido que categóricamente demuestra que una identidad es una ecuación, pero -ojo- nosotros tampoco dimos un argumento sólido que demuestre lo contrario (que una identidad no es una ecuación). De modo que -pienso- ésto está aún por dirimirse. Y la verdad es que como a mí sí me interesa tener bien claro el asunto (yo creo que a todos nos interesa tenerlo bien claro, de eso estoy segura), pues he estado también investigando, colige y colige y he llegado a una especie de conclusión que aquí te comparto. Pero, antes de ello, te hago la pequeña siguiente aclaración:

Ciertamente, cuando "argumenté" cometí el "pequeño" error de referirme a una variable como a una incógnita. Sin embargo y ya pensándolo, llegué a la conclusión de que en el limitado ámbito de las ecuaciones, las variables se vuelven incógnitas o, dicho de otro modo, las incógnitas son, en realidad, también variables -ya sé que no estarás de acuerdo en ésto que acabo de afirmar.

AHORA SÍ, EL ASUNTO

Una identidad en Matemáticas -dice la Wikipedia- "es la igualdad entre expresiones algebraicas que se verifica numéricamente para cualquier valor de alguna variable de las tantas que intervienen". Planteándolo de esa manera, surge la pregunta, ¿la variable sobre la que gira la identidad es una incógnita, es una cantidad desconocida como las que se presentan en las ecuaciones? Porque si dicha variable es una incógnita (algo que desconozco y que, por tanto, deseo establecer qué o cuánto vale), entonces la identidad sí es una ecuación. Pero si no es una incógnita, entonces no es una ecuación. El quid, entoces, se reduce a demostrar que la variable sobre la que descasa una identidad, NO ES UNA INCÓGNITA, ¿cómo lo demuestro? (Líneas más abajo explico por qué esto último que acabo de decir -que si la cantidad que aparece en la identidad es una incógnita, entonces la identidad es una ecuación- es un argumento falaz; las últimas cincos líneas escritas son argumentos no válidos. En realidad, se puede aceptar que la variable que aparece en la identidad es también una incógnita, pero sería incorrecto inferir que entonces sí es una ecuación). Apelemos, de nuevo, a nuestra siempre diligente wikipedia. Dice:


"En matemáticas, una incógnita es, esencialmente, algo que desconocemos. Particularmente en álgebra, una "incógnita", es una variable cuyo valor no conocemos a prioridad, y cuyo valor va a ser eventualmente determinado; la forma de fijar o encontrar esa "incognita" es una ecuación..."

Bien, tenemos entonces que una incógnita es una variable cuyo valor no conocemos a priori, cuyo valor NO CONOCEMOS DE ANTEMANO. Así, las ecuaciones, se distinguen justamente por ser igualdades que relacionan expresiones algebraicas en donde intervienen variables cuyo valor, de antemano, no sabemos cuál es. De hecho, las ecuaciones se plantean en forma de igualdad para poder determinar el valor de la incógnita, surgen de la necesidad de hallar un determinado valor. Las identidades, en cambio, no surgen de la necesidad de conocer el valor de las variables que allí intervienen (esto no quiere decir que, necesariamente, no nos interese también conocer el valor de las variables; pero este interés sólo surgirá ante un contexto concreto. Por ejemplo, yo sé que la suma de los cuadrados del seno y el coseno es idénticamente 1, es decir, es siempre igual a 1; ¿qué cuánto valen dichos senos y cosenos? pues, no lo sé, depende de mi problema; depende -quizá, no lo sé- de las longitudes de mis catetos). Las identidades son, más bien, el resultado de una certeza ¿cuál? que sea cual sea el valor de mis variables la igualdad siempre se va a satisfacer (ésto, por supuesto, tiene su ámbito de verdad).

Una ecuación es la expresión a priori de una cantidad que varía y que desconozco (incógnita).

Una identidad es la certeza a posteriori sobre algún tipo de comportamiento de una cantidad que allí interviene (y que también varía). Puede que yo sepa o que yo no sepa el valor de la variable que interviene allí, puede que dicho valor sea o no sea una incógnita. En todo caso, el objetivo de plantear mi identidad no es determinar el valor de la variable que allí interviene, el objetivo es sólo dejar asentado de una vez y para siempre que, sea cual sea el valor de mi variable, siempre se va a satisfacer la igualdad que queda expresada en dicha identidad, En este sentido -pienso yo, tú corrígeme- las identidades suelen dan lugar a teoremas.

Mi conclusión es, entonces, que el lenguaje algebraico no es sólo símbolo y significado, sino que también entraña alguna semántica (significados e interpretaciones de los signos lingüísticos).

Es muy claro, en términos de lenguaje (el algebraico), una identidad parece también una ecuación, tiene toda la estructura, toda la sintaxis que tiene una ecuación; sin embargo, NO ES UNA ECUACIÓN, porque sencillamente no ha sido formulada con miras a determinar el valor de la (o las) variables que allí intervienen; es otra su utilidad.

Pues bien, ¿cómo hacemos ahora para convencer a nuestros compañeros de que una identidad no es una ecuación? A mí me será difícil, soy la fulanita insegura que se tarda 10 minutos en contestar las preguntas del Dr. B. Schlatter (a veces las sé, y a veces sabiendo, dudo de lo que sé y prefiero volver a pensar antes de responder), de modo que ¿qué hacemos? ¿cómo les explicamos que una identidad no es una ecuación? o, dicho de otro modo, que sintácticamente lo es, pero que -en realidad- las identidades no han sido planteadas para resolverse, sino para tener un punto de apoyo útil. Las identidades son ciertas relaciones que son siempre ciertas entre ciertos objetos, no importando cómo son dichos objetos. LAS IDENTIDADES NO SON ECUACIONES, SÓLO SINTÁCTICAMENTE...

Desde este punto de vista, un objeto se define sí, con un lenguaje, pero también queda definido por su utilidad. Particularmente, cuando pienso en una ecuación, pienso en una expresión algebraica cuya utilidad radica en la posibilidad de determinar un valor desconocido llamado incógnita; desde luego, dicha expresión algebraica y la(s) incógnita(s) que allí aparece(n) sólo pueden hacerlo -dado mi objetivo- a través de una relación de igualdad.

Un saludo, Eleutheria Lekona

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