Sones de Tierra y Nube Vol. I


Intentaré abrir en este blog una sección dedicada a la música*. Dedicada en específico a hacer alguna recomendación de melómana irredenta. Como soy irregular e inconstante en muchas cosas que emprendo –redimida sólo quizá por mi vida académica-, no estoy segura de que este intento se extienda por mucho tiempo. No garantizo nada. Varios meses tiene, por ejemplo, que no he dedicado ningún post a la sección “Vídeo de Domingo por la noche”, aunque –seguro- vuelvo hacerlo uno cualquiera de estos días (si pienso en un adjetivo para calificar la variedad en los posts de este blog, éste sería: errático, impreciso, volátil, sin tema leitmotiv).


Bien, quiero iniciar con el Volumen 1 de “Sones de Tierra y Nube”. Se trata de la primera producción discográfica de La Banda Filarmónica del Centro de Capacitación Musical y Desarrollo de la Cultura Mixe, de Santa María Tlahuiltoltepec, Oaxaca, que se conforma por 50 niños y niñas mixes, todos alumnos avanzados de dicha institución, y tiene mas de 25 años de fundada. El trabajo musical de esta banda está auspiciado por la Asociación Cultural Xquenda A.C. a la que pertenece Susana Harp (quien también participa en el disco interpretando “La Llorona”).


El listaje de pistas lo coloco a continuación. Antes, la interpretación por esta Banda de ese clásico que es “Pinotepa”. Conozco unas diez versiones distintas de “Pinotepa”, ésta, en particular, me parece bellísima.



1. Fandango Tehuano - Máximo Solís Félix

2. Sones Y Jarabes Mixes -Rito Marcelino Robirosa

3. Sones Mazatecos -Popular

4. Canción Mixteca con Horacio Franco - José López Alavés

5. Jarabe Mixteco Arr. Cipriano Pérez Serna

6. Naela con Tania Libertad -Jesús Chu Rasgado

7. La Sandunga - Popular

8. Fandango Mixe -Marcelino Robirosa

9. La Llorona con Susana Harp -Popular

10. Como de Treinta -Héctor Martell

11. Dios Nunca Muere -Macedonio Alcalá

12. Pinotepa con Héctor Infanzón -Álvaro Carrillo


* Sé que nadie me lo ha solicitado, ejerceré, empero, un derecho elemental de bloguero(a): hablar -en mi caso sí con restricciones- un poco también de las cosas que me infligen gozo, es decir, compartir.

Ella no era de aquí...


Cuando estaba a punto de ingresar a la Universidad (y esto quiere decir: cuando estaba a punto de ingresar a la Facultad de Filosofía y Letras que fue mi primera facultad, y no Acatlán, en donde habría de estudiar más tarde Matemáticas Aplicadas y Computación) un muchacho que conocí en la preparatoria y que hoy es doctor en física espacial me dedicó un texto de Emil Mihal Cioran de nombre el que lleva este post. Hoy que lo veo en lontananza habiendo pasado por Filosofía y Letras, por la FES Acatlán y por la Facultad de Ciencias (mi forma arcana de decir que han pasado ya algunos años) me pregunto ¿realmente era yo así? Hago una inflexión y explico: toda mi vida he sido una mujer absolutamente tímida e insegura y en la prepa lo era especialmente –cosa que se me agudizó con mi ingreso a la Universidad. En la Universidad –recuerdo- decidí incluso no mirar a la gente porque, simplemente, prefería la evasión con tal de no tener que hablar en grupo y quedarme atónita al no saber qué decir, si reír o no o si, simplemente, callar. Esto ha sido una constante en mi vida: puedo desenvolverme perfectamente bien cuando estoy en grupos de menos de cinco personas –siempre y cuando les conozca ya de tiempo- pero si esta suma es excedida, algo dentro de mí se apaga y no puedo hablar porque no sé qué decir; porque sé que no voy con la normalidad (no habla un ego supra estimado, tiendo a sentirme insignificante). Confieso también que no siempre me he sentido conectada con mis contemporáneos –gentes que están a punto de alcanzar las tres décadas o que recién las cumplieron- y que cuando voy a una reunión me hechiza la conversación de los ancianos, mientras que las de mis coetáneos –muy frecuentemente- me parecen menores. Y esto ha sido siempre así. A antros y esas cosas, simplemente, nunca fui y no me interesa ir; siempre me parecieron lugares ajenos, exentos de toda belleza. Hace poco mi hermana me confesó: “¿Sabes qué? hubo un tiempo en que llegué a pensar que eras una persona aburrida y me preguntaba -¿cómo hace mi hermana para no ir a antros?, ¿cómo hace para rechazar las invitaciones que le son hechas?”


Pasa el tiempo y trato de romper con esto; mas las cosas poco han cambiado (aunque ya hablo mucho más y no se diga en estos medios: me convertí en un espíritu locuaz). Sigo quedándome en éxtasis ante la contemplación de las estrellas y entre asistir a una reunión o quedarme en casa con todos mis adminículos (libros, música, películas, gato) prefiero lo último. Reconozco que en mi comportamiento hay algo de patológico y que no es la mejor forma de abrirse paso en la vida. Hoy, con este pequeño ejercicio de “confesión” pretendo despojarme un poco de este género inactual de maldición que pesa sobre mí. Al hacerlo, pueda que rompa con el encanto, pero todo con tal de que la pesadilla de los años no me sea ahorrada. A fuerza de guardármelo todo, pueda que por eso la enfermedad se obstine en posarse sobre mí.


A continuación, reproduzco el texto que me fuera dedicado con estas extrañas palabras y que hoy pesan sobre mí como un lastre pues, lo confieso, rondan en mi mente con cierto malestar: “parece que hubiera sido escrito pensando en ti”. Eso sí, no dejo de reconocer que este texto de Cioran es hermoso y que quien quiera que sea quien se lo haya inspirado, se trata sin duda de un numen.


Y que quede claro, no por esto me leí “Cumbres Borrascosas”; madre toda la vida me habló de la literatura de Emily Brönte.


Ella no era de aquí…


No la vi más que dos veces. Es poco. Pero lo extraordinario no se mide en términos de tiempo. Fui conquistado de entrada por su aire de ausencia y de extrañamiento, sus susurros (no hablaba), sus gestos inseguros, sus miradas que no se adherían a los seres ni a las cosas, su aspecto de espectro encantador. “¿Quién es usted? ¿De dónde viene?”, eran las preguntas que deseaba uno hacerle a bocajarro. Mas ella no hubiera podido responder: hasta ese punto se confundía con su misterio o le repugnaba traicionarlo. Nadie sabrá nunca cómo lograba respirar, a causa de qué extravío cedía el prestigio del aliento, ni qué es lo que buscaba entre nosotros. Lo único cierto es que ella no era de aquí y que compartía nuestra degradación únicamente por urbanidad o curiosidad mórbida. Sólo los ángeles y los incurables pueden inspirar un sentimiento análogo al que se experimentaba en su presencia. Fascinación, malestar sobrenatural.


En el mismo instante en el que la vi por primera vez, me enamoré de su timidez, una timidez única, inolvidable, que le daba la apariencia de una vestal agotada al servicio de un dios clandestino, o de una mística devastada por la nostalgia o el abuso del éxtasis, definitivamente incapaz de volver a las evidencias.


Abrumada de bienes, colmada socialmente, parecía sin embargo destituida de todo, en el umbral de una mendicidad ideal, consagrada a murmurar su indigencia en el seno de lo imperceptible. De hecho, ¿qué podía poseer o proferir cuando el silencio le servía de alma y la perplejidad de Universo? ¿No evocaba acaso esas criaturas de luz lunar de las que habla Rozanov? Cuanto más se pensaba en ella, menos propenso se era a considerarla según los gustos y los puntos de visto de la época. Un género inactual de maldición pesaba sobre ella. Por fortuna, hasta su encanto formaba parte del pesado. Debió haber nacido en otro lugar o en otro siglo, en medio de las landas de Haworth, en la niebla y la desolación, al lado de las hermanas Brönte…


Quien supiera descifrar los rostros podría haber leído fácilmente en el suyo que no estaba condenada a durar, que la pesadilla de los años le sería ahorrada. Parecía, viva, tan poco cómplice de la vida, que uno no podía mirarla sin pensar que nunca más la volvería a ver. El adiós era la ley de su naturaleza, el signo de su predestinación y de su paso por la Tierra; de ahí que lo utilizase como un nimbo, en absoluto por indiscreción, sino por solidaridad con lo invisible.


Ejercicios de Admiración y otros textos, Emil Mihal Cioran.

by ESTEBAN MEJIAS


Los científicos Daniel y Ginette Mathurin indican que bajo el suelo de Haití hay una enorme cantidad de petróleo y combustible fosiles, y que los datos y estudios ya fueron recogidos por especialistas extranjeros. “Hemos identificado 20 enormes reservas de petróleo, y 5 de ellos son considerados muy importantes por los profesionales y políticos”. La meseta central, incluida la región de Thomond, la llanura de la Cul-de-sac y la bahía de Port-au-Prince están llenos de petróleo, dijo, agregando que las reservas de petróleo de Haití son más grandes que los de Venezuela . “Una piscina olímpica en comparación con un vaso de agua que es la comparación para demostrar la importancia del aceite de Haití en comparación con los de Venezuela”, explica.


Daniel Mathurin revela que las investigaciones de varios gobiernos anteriores han permitido comprobar la existencia de estos grandes depósitos de petróleo. Se refiere a un documento del Partido Lavalas en el poder en 2004, que habría especificado el número de sitios contenientes de hidrocarburos en Haití. De acuerdo con los Mathurin, la región del lago, con ciudades como Thomazeau y Cornillon, contiene grandes depósitos de petróleo. Preguntada sobre la no explotación de estos sitios, Ginette Mathurin dijo que estos depósitos están declarados como reservas estratégicas de los Estados Unidos de América. Si bien manifesta su incomprensión de tal situación, recuerda que el Caribe es considerado el patio trasero de los Estados Unidos.


Sin embargo, Daniel y Ginette Mathurin indican que el gobierno de los EE.UU. autorizó en el año 2005 el uso de reservas estratégicas de los Estados Unidos. Los expertos sostienen que el gobierno de Jean Claude Duvalier había verificado la existencia de un gran yacimiento en la bahía de Port-au-Prince, poco antes de su caída. Además, Daniel y Ginette Mathurin muestran que el uranio 238 y 235 y el depósito zyconium existen en diversas regiones, incluidos en Jacmel. El uranio se utiliza en reactores nucleares para producir energía eléctrica.


Tomado de "Guerra Digital para la Resistencia Mental"


OTRO TANTO SE COMENTA EN aporrea.org:


Haití abarrotada de petróleo


Una gatita pianista

Tenía tres gatos: Tita, Fantomas y Clío; Tita y Fantomas ya no están (los extraño extraordinariamente). Cuando a Arturo le da por tocar la flauta o ese instrumento que parece piano –no recuerdo ahora el nombre- Clío corre hacia él y se le para de patitas, olfatea el instrumento y mueve la colita con ese movimiento ligero y cadencioso de las colitas de gatos felices (no el movimiento violento, especia de látigo que golpea el suelo, de cuando los gatos se enojan). No se diga Tita, que era súper idólatra de Arturo cuando éste tocaba la flauta y que le encantaba también que yo le cantara canciones (se me acercaba y me daba un montón de besitos y arrumacos). A Clío –que afortunadamente sigue conmigo- le encanta también que cante; cuando lo hago, me lanza esa insoportable mirada cargada de infinita ternura. Por otra parte, Fantomas –mi pequeño bellaco- permanecía, por lo regular, indiferente a la música.


Los gatos son criaturas a las que amo profundamente, pero no por esa mala fama que tienen de ser sangrones y voluntariosos (aunque la verdad es que sí lo son un poco), sino porque son las mascotitas más fieles, más tiernas, más leales y más agradecidas. En mi caso, mi historial de gatos es enorme y cuando pienso en los que ya no están y me pongo triste pienso una bobada: cuando muera, allí estarán todos esperándome, será lo primero que vea.


Tengo una mejor amiga –a la que no veo hace mucho- que también ama a los gatos y yo digo que esa es una de las cosas que nos unen, esa afinidad por estos animalitos tan especiales.


Los gatos, además, parecen comprenderlo a uno; si estás triste, lo saben; si tienes algún dolor en el cuerpo, tratan de aminorarlo con su ronroneo; cuando no estás en casa, te extrañan y lloran por ti; cuando los llamas, aparecen de inmediato; cuando están contentos, te lo dicen; hablan y te contestan cuando les preguntas cosas –con maullidos, claro- y también se ríen. ¡Ah! y a los míos les fascina que les cuente historias en las que ellos son los protagonistas.


Hay un libro de William S. Burroughs que se llama “El Gato por dentro” y es un libro de mi especial predilección pues contiene reflexiones muy íntimas dedicadas a varios de los gatos con los que Burroughs compartió los últimos años de su vida.


Aquí van algunos fragmentos:


“Ahí está Wimpy, el gato blanco-naranja, en una silla cerca de la cama. Si cierro la puerta de mi cuarto se queja y patea en la puerta. No tiene hambre. Sólo quiere estar cerca de mí o de alguien que lo quiera. Billy hacía eso en la casa de la calle Wagner en Algiers. Lloraba fuera de mi puerta hasta que le abría. Y la casa se parecía mucho a esta casa, una sencilla casa blanca, larga y angosta”.


“He dicho que los gatos sirven como Familiares, como compañeros del alma. “De verdad que te acompañan”. Los familiares de un escritor viejo son sus recuerdos, escenas y personajes de su pasado, real o imaginario. Un psicoanalista diría que simplemente estoy proyectando estas fantasías en mis gatos. Sí, muy simple y literalmente, los gatos sirven de pantallas sensitivas para representar actitudes precisas cuando se les asigna el papel apropiado. Los roles pueden cambiar y un gato puede hacer varias partes: mi madre; mi esposa Joan; Joan Bowles; mi hijo, Billy; mi padre; Kiki y otros amigos; Denton Welch, quien me ha influido más que cualquier otro escritor, aunque nunca nos conocimos. Los gatos quizá sean mi último eslabón vital con una especia moribunda”.


“Invierno nuclear ... Aullante viento y nieve. Un hombre viejo en un refugio improvisado con las ruinas de su casa se acurruca bajo edredones destrozados, cobijas llenas de agujeros y tapetes sucios, con sus gatos”.


“Todos ustedes, amantes de los gatos, recuerden que todos los millones de gatos que maúllan a través de los cuartos del mundo depositan su esperanza y confianza en ustedes, como la gatita madre en la Casa de Piedra que apoyó su cabeza en mi mano, como Calico Jane cuando puso sus bebés en mi maleta, como Fletch que saltó a los brazos de Jame y como Ruski que corrió hacia mí gimiendo de gozo”.


Y todo esto me ha venido tras ver este vídeo que me ha arrancado varias conmociones.


“Ta-rán --> Nora, la gata pianista:”


"De la Servidumbre Moderna"


"La urgencia de los tiempos nos impone la unidad más que la división ya que lo que nos une es más profundo que lo que nos separa."

Jean-François Brient et Victor León Fuentes

TEXTO COMPLETO EN:

"Brother, I'm dying", Sandra Lorenzano

"Brother I'm dying"
Sandra Lorenzano

Escucho las noticias que llegan de Haití, leo los reportes, los artículos, las entrevistas, los mensajes que mandan por Twitter. Miro los videos y las fotos de la tragedia. Digo qué horror, qué horror, qué horror… Tres veces a modo de conjuro. Hablamos a la Embajada. Juntamos agua, medicinas. Sigo diciendo qué horror. Hace dos días fuimos a ver qué sucedía en los albergues del GDF. La gente se está muriendo en las calles por el frío. No hay comida suficiente. No hay abrigos. Eso es acá, no en Haití. En esta ciudad nuestra, también nos topamos con el horror. Pero hoy es Haití. Una desgarradora foto de un hombre llorando con un bebé muerto en brazos. Hay cien mil muertos, dicen. Se abren las antiguas fosas y se echan los nuevos cadáveres. No hay cómo juntar tantos.

Camillas improvisadas y palas mecánicas funcionan por igual. Se cayó un hospital. Se cayó una guardería. Las madres esperan tensas sentadas en sillitas frente a un edificio en ruinas. Pienso en Hermosillo. En los niños de la guardería ABC. Pero hoy es Haití. Las imágenes que llegan nos dejan sin aliento, sin habla. El silencio quiere ser solidario. No me alejo de la pantalla, como si en saber qué está pasando también a mí se me fuera la vida. Me encuentro con una mujer de rostro redondo y ojos de una vivacidad impresionante. Pareciera tener menos de treinta años. La escucho hablar en un video de youtube. Nació en Puerto Príncipe. Es una conferencia que dio en alguna universidad de Estados Unidos, donde vive desde los doce años. Su voz tiene el aplomo de quien ha pasado por todo; de quien ya está de vuelta. La voz de los que no tienen voz, la llaman algunos. La voz del país más pobre del hemisferio occidental. La voz de ese pequeño territorio que fuera el primero en abolir la esclavitud. El país bañado de sangre por Papa Doc y por su hijo. El país de Aristide y de las galletas hechas con lodo y manteca cuando no hay más que comer. Pero también el país de René Depestre, de Jacques Roumain, de Mimi Barthélémy y de tantos otros maravillosos escritores. Y allí nació Edwidge Danticat, una mujer que escribe de desarraigos, de discriminación, de cuerpos marcados. Una mujer que denuncia a través de una lengua hecha de poesía y dolor. Brother, I’m dying es el título de uno de sus últimos libros. En él relata la muerte de su tío, el Reverendo Joseph Dantica (la “t” final en el apellido de Edwidge se debe a un error de escritura en el acta de nacimiento de su padre), a los 81 años cuando se encontraba en custodia en el Krome Detention Center de Miami por tratar de ingresar a Estados Unidos, de manera legal. Anualmente 300 mil personas son detenidas por el Departamento de Seguridad Interna. El Reverendo Dantica decidió dejar su país después de un tiroteo entre la policía haitiana y los cascos azules de Naciones Unidas en su propia iglesia, la que él mismo había construido. Al llegar a la Florida, fue acusado de “fingir” la enfermedad cardiaca que lo aquejaba y se le retiraron todos los medicamentos. Murió a los pocos días. La joven escritora haitiana escribe, a partir de esta historia, un conmovedor testimonio sobre las injusticias que padecen los inmigrantes. Premiada en numerosas ocasiones, Edwidge, quien llegara a Nueva York a reunirse con sus padres a los 12 años, sin hablar una palabra de inglés, se ha convertido en un referente insoslayable cuando de nueva literatura americana se trata. Desde su primera novela, la melancólica Breath, Eyes, Memory, publicada en 1994, hasta sus declaraciones sobre las consecuencias del terremoto que asoló Haití (“esto es el Apocalipsis para este pequeño y abusado país”), el compromiso de Danticat con su gente y con todos aquellos que pasan por situaciones de injusticia, de carencias, de maltratos, es fundamental en su vida y en su escritura.

Hoy, que tantos y tantos haitianos murmuran “Brother, I’m dying”, el horror vuelto palabras por la literatura se vuelve imprescindible plegaria.


Publicado en "El Universal"

DISTANCIA, Jacobo Regen


DISTANCIA


No hay distancia más grande

que la que nos separa

del vecino,

del solitario prójimo

que generosamente

nos ayuda.

Su lema siempre fue: "lo mío es mío

Y lo tuyo también".


Jacobo Regen

Mientras se estrena "Ágora"



Hipatia de Alejandría. Detalle de La Escuela de Atenas” de Rafael Sanzio. En primer plano, Pitágoras escribiendo. En segundo plano, de pie, mirando al espectador, Hipatia de Alejandría (pintada como Margherita o el joven Francesco Maria della Rovere).

Ha tiempo que no espero con tanto empeño el estreno de una película como ahora. Se trata de “Ágora” de Alejandro Amenábar (de quien me volví fan con su cinta “Tesis”).

Lo que no puedo creer es que sí se haya estrenado ya esa cinta comercial llamada “Avatar” y que “Ágora”, en cambio, no sea aún exhibida. Ha sido estrenada en España (el estreno mundial se celebró allí el 9 de Octubre pasado), en varios países del cono Sur, en EUA y en otros puntos del orbe. Mas a pesar de esta eclosión del filme en salas cinematográficas alrededor del mundo, resulta que acá en México sigue sin estrenarse oficialmente. Avatar, por cierto, ha sido una de mis palabras favoritas en los últimos meses y me prende que al señor Cameron se le ocurra ensuciarla para titular su film (pensamientos clase “gente quisquillosa”); por otro lado, la asociación de estos filmes –emergente de mi psique- quizá tenga que ver con que inician con la misma vocal.

Yo no sé si “Ágora” sea un buen filme, pero la espero fervorosamente por una sencilla razón, la historia gira en torno a la vida de la gran matemática, filósofa y astrónoma de la historia antigua, Hipatia de Alejandría y eso es ya suficiente para querer mirar la película. Por lo pronto, me formulo preguntas: ¿qué versión darán allí de la vida de Hipatia?, ¿recogerán la verdad histórica o erigirán la figura de Hipatia a afiche mitológico?

Últimamente me he obsesionado con la verdad histórica y en las diversas formas en que Hollywood y el cine comercial han contribuido para tergiversarla. Y yo sé que es una tontería que me preocupe por esto en relación a “Agora”. ¿Por qué no, sencillamente, me preocupo por ir a verla con un buen bote de palomas, líquido tóxico oscuro -y adictivo- de sabor agradable y mi querido sempiterno? Imposible, estaré obsesionada con la verdad histórica y, mientras la mire –si es que ello llega a ocurrir- plantearé todo tipo de barruntos; de modo que no habré de disfrutarla en la pureza, sino en medio de cavilaciones de cinéfila altermundista que –ingenuamente- cree y pugna por el criticismo cuando –como bien lo dijera Marcelo Munch- lo único que nos libera es la belleza.

Haré una confesión: estuve a punto de comprarla en un puesto de películas piratas vísperas la navidad, pero ¿qué ocurrió? que al pedirle a la señorita que me probara el clón –cosa que normalmente no hago, pero que, como dirían mis hermanos, los “coños” son molestos en nuestras películas favoritas y hay que erradicarlos a como dé lugar- pues resulta que estaba no en su versión en inglés, sino doblada al español más insoportablemente castizo –y en verdad que me gusta el español ibérico, pero mirar una película en su idioma original no tiene correlato.

Dejo aquí algo de lo que hay sobre Hipatia en algunos de los libros de mi biblioteca personal; no sé si sea menester hacerlo, pues en la Web se halla bastante, pero como yo sigo siendo uno de esos espíritus románticos que ama los libros y los salvaguarda, entonces dejaré también aquí algo de esos rastros. Todo esto, mientras espero su estreno. 

…Pero “la verdad histórica” es algo que se pierde en los senderos del tiempo ¿debemos por ello renunciar a buscarla, a revisar –de nuevo- los textos, a conformarnos con la versión oficial y dimitir a los documentos oficiales? Yo digo que no.

Nota final: no tengo la certeza de que los textos referidos señalen la verdad histórica –de hecho, estoy segura de que no son las fuentes más fidedignas-, pero la lectura comparada es un modo de comenzar la búsqueda.

Hipatia
-Va con cualquiera –decían, queriendo ensuciar su libertad.
-No parece mujer –decían, queriendo elogiar su inteligencia.
Pero numerosos profesores, magistrados, filósofos y políticos acudían desde lejos a la Escuela de Alejandría, para escuchar su palabra.
Hipatia estudiaba los enigmas que habían desafiado a Euclides y a Arquímedes, y hablaba contra la fe ciega, indigna del amor divino y del amor humano. Ella enseñaba a dudar y a preguntar. Y aconsejaba:
-Defiende tu derecho a pensar. Pensar equivocándote es mejor que no pensar.
¿Qué hacía esa mujer hereje dictando cátedra en una ciudad de machos cristianos?
La llamaban bruja y hechicera, la amenazaban de muerte.
Y un mediodía de marzo del año 415, el gentío se le echó encima. Y fue arrancada de su carruaje y desnudada y arrastrada por las calles y golpeada y acuchillada. Y en la plaza pública la hoguera se llevó lo que quedaba de ella.
-Se investigará –dijo el prefecto de Alejandría.
Eduardo Galeano, Espejos.

A lo largo de los siglos se ha disuadido a las mujeres de que estudien matemáticas, pero a pesar de la discriminación ha habido varias mujeres matemáticas que lucharon contra lo establecido y acuñaron indeleblemente sus nombres en los anales de las matemáticas. La primera mujer con peso en la materia que conocemos fue Teano, en el siglo VI a. C. Empezó como alumna de Pitágoras antes de convertirse en destacada discípula y casarse con él al cabo del tiempo. A Pitágoras se lo conoce como el “filósofo feminista” porque alentó con entusiasmo la erudición femenina. Teano era, de hecho, una de las veintiocho hermanas de la secta pitagórica.
En los siglos posteriores hombres como Sócrates y Platón continuaron invitando a las mujeres a formar parte de sus escuelas, pero no hubo una escuela matemática de prestigio fundada por una mujer hasta el siglo VI de nuestra era. Hipatia, hija de un profesor de Matemáticas de la Universidad de Alejandría, fue popular por dar los discursos más famosos del mundo conocido y por ser la mejor entre quienes se dedicaban a la resolución de problemas. Matemáticos que habían permanecido durante meses agobiados con un problema concreto le escribían pidiendo una solución, e Hipatia rara vez desencantaba a sus admiradores. Estaba obsesionada con las matemáticas y con el método de la demostración lógica y cuando se le preguntaba por qué no se había casado respondía que lo estaba con la verdad. Al final, su devoción por la causa del racionalismo provocó su caída cuando Cirilo, el patriarca de Alejandría, comenzó a oprimir a los filósofos, científicos y matemáticos, a los que tenía por herejes. El historiador Edward Gibbon da un vivo testimonio de lo que ocurrió después de que Cirilo conspirara contra Hipatia y de que volviera a las gentes contra ella:
En un fatídico día del tiempo sagrado de cuaresma derribaron a Hipatia del carro, la desnudaron por completo, la arrastraron hasta la iglesia y allí murió de forma inhumana a manos de Pedro el Lector y una banda de fanáticos salvajes y despiadados; la carne fue raspada de sus huesos con conchas afiladas de ostras y sus palpitantes miembros fueron entregados a las llamas.
Poco después de la muerte de Hipatia, las matemáticas iniciaron un período de estancamiento, y hasta el Renacimiento ninguna mujer volvió a hacerse un nombre como matemática.
Simon Singh, El Enigma de Fermat.
Desde luego, debemos admitir que a la Edad Media le tocó presenciar una notable decadencia del conocimiento científico respecto de los niveles alcanzados en el mundo griego, y éste sería un caso en que, a primera vista, se tendría la impresión de que el advenimiento del cristianismo, con su característica tendencia a apartar la atención de los hombres de las cosas del mundo presente para dirigirlas a las del mundo futuro, y de los hechos de la naturaleza para dirigirla a las verdades de la fe, sería la causa de tal decadencia. ¿Acaso san Agustín, el patriarca del pensamiento cristiano occidental, no dice que la ciencia es una vana curiosidad que distrae a la mente humana de su verdadero fin, el cual no consiste en contar las estrellas e investigar las cosas secretas de la naturaleza, sino en conocer y amar a Dios? ¿Acaso no fueron los monjes quienes asesinaron a Hypatia? ¿No fue acaso Justiniano quien cerró las escuelas de Atenas que conservaban vivas las luces de la ciencia y la filosofía griegas?
Todo esto es cierto, pero es necesario recordar que la cuestión no es tan simple como parece a primera vista. La ciencia de la que habla san Agustín era la astrología, la cual a los ojos del hombre moderno simplemente no es ciencia, aunque para los hombres de entonces parecía inseparable de lo que hoy se llama astronomía; y de manera semejante, la escuela de Atenas, no obstante su genuina devoción a la ciencia helénica, se inspiraba en el ocultismo y la magia, lo cual es más fatal para el ideal científico que la teología y la filosofía de san Agustín; y en cuanto al asesinato de Hypatia, eso nada tuvo que ver con sus realizaciones científicas, así como el exilio de Einstein de Alemania nada tuvo que ver con la relatividad.
Christopher Dawson, Historia de la Cultura Cristiana.

De referencia obligada es Hypatia (370-415), la docta hija de Teón de Alejandría, profesora de matemáticas y de filosofía, seguidora de la corriente filosófica del neoplatonismo. Comentó la Aritmética y el Canon Astronómico de Diofanto de Alejandría (ca. 250 d. C.) y las Cónicas de Apolonio (ca. 262-190 a. C.). Se dice que ayudó a su padre en la elaboración de los comentarios al Almagesto, obra que constituía el canon astronómico de Tolomeo (ca. 85-165). Asimismo, Teón e Hypatia habrían preparado la edición de los Elementos de Euclides (ca. 300 a. C.) que serviría de base a las múltiples ediciones posteriores. Se interesó asimismo por la creación de aparatos científicos; al parecer construyó un astrolabio plano –usado para medir la posición de los astros y para calcular el tiempo–, y un areómetro –usado para medir la densidad de los fluidos, hecho éste que se menciona en una carta de su alumno Sinesio de Cirene.
Pilar Bayer Isant, Mujeres y Matemáticas.
Excelente artículo sobre Hipatia escrito por la Dra. en Matemáticas Nieves Martínez de la Escalera Castells, UNAM.

Navegaciones



CANCIÓN: Prelude
ARTISTA: Vangelis
CD: Reprise


Hubo un naufragio en donde todo pereció. Sólo se salvaron tres objetos y los otros –imprescindibles- se hundieron para siempre en la mar. Los objetos sobrevivientes son de una belleza indescriptible.


Me pregunto ¿cómo es que esos humildes objetos lograron sobrevivir a pesar de la marisma?, ¿por qué ellos y no otros? Parece que la vida y un destino extraño predestinan hechos de tal sutileza que sólo son perceptibles a quienes los aman. Basta con esas gotas de cristal sonoras, de color áureo, para inundar mi corazón de puntitos de luz. Llora mi alma ignota y una estela de colores inunda el firmamento.


Y uno que busca señales como centinela zózobro en medio de lobreguez.


¡Tonterías! Cualquier acontecimiento tiene significado. Si tú no se lo das, lo hará otro por ti.


He allí que yacen mis tres objetos sinusoides; ahora no sólo persisten en mis haciendas, sino en un hueco en el fondo de mi corazón (quijotescamente, me lo imaginaba infinito. Pero, sin cota, ¿habría un lugar más especial que otro? Debo acotarlo a fin de asignar preeminencia en los lugares).


Agua, son todos de agua. Los tocas y se pulverizan o se licuan; su forma se pliega al molde de cualquier objeto, viajan por el aire y se albergan en el espíritu. Mas una tristeza indómita se aferra a la vida y navega con ellos.

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