Esther Seligson (In Memoriam)


Acabo de enterarme a través del blog de mi amigo Ulises (Nueva República de Babel) que Esther Seligson ha muerto. Y que esto ocurrió el 8 de Febrero.

Me siento verdaderamente consternada. Es una escritora que ha marcado profundamente mi forma de leer, de pensar y de escribir. Lo que más me tiene conmocionada es que justo unos tres o cuatro días antes de su muerte (y yo sin saberlo) me encontré, por absoluta casualidad, con una pequeña -casi desvencijada- Feria del Libro que entre su muy reducida y poco nutrida oferta tenía -casi ocultos y como olvidados en un rincón- tres ejemplares de ese mágico libro de la Seligson, "Tríptico". En cuanto los vi, me apresuré a tomar dos de dichos ejemplares pues, a pesar de contar yo con el mío propio (que me regalara el propio Ulises hace varios años), me pareció muy adecuado hacerme de otros dos ejemplares más porque pensé: 1) No todos los días uno encuentra los libros de Esther Seligson (ni a tan módico precio) y 2) Para tener libros qué regalar en caso de que así se necesitase.

Pues bien, compré los dos ejemplares y en menos de una semana llegó la ocasión para obsequiarlos. Y esto ha ocurrido de una manera no menos simbólica.


Precisamente el 8 de Febrero de cada año –desde el año que nació mi hermana Paola- Paola cumple años. Y como mi hermana Paola es alguien a quien quiero tantísimo y como los libros de Seligson son libros a los que quiero tantísimo pues, entonces, la resolución era obvia: un ejemplar de “Tríptico” para Paola por ser día de su cumpleaños.

Y fue así que el 8 de Febrero de 2010 (día en que mi hermana Paola cumplió años y en el que Esther Seligson dejó de existir) mi hermana fue obsequiada con este libro maravilloso llamado “Tríptico”, escrito por la propia Esther Seligson. Vale decir que “Tríptico” aglutina en un solo tomo tres obras distintas de nuestra poeta: “Otros son los sueños”, “Diálogos en el cuerpo” y
“Sed de Mar”. Estas tres obras además son radicalmente originales; narran una o varias historias con el lenguaje del poeta, pero todo escrito en prosa. Además, cada pieza está plagada de símbolos y de referencias a otras obras artísticas. De modo que es una especie de crucigrama ir descubriendo cada alusión y –cuando así ocurre- aquellos que languidecemos ante las obras de arte –como la música, la pintura o la matemática- lo hacemos aquí también.

¿Qué pasó con la otra copia de “Tríptico”?

Cuento la Historia. La Madre de una amiga quedó damnificada justo a raíz de las inundaciones que nos asolaron hace alrededor de una semana. Pues bien, hace poquísimos días -estando de visita en casa de una amistad común- me topé con la Madre de dicha amiga que -en cuanto llegué al lugar- me pidió que la acompañase a la farmacia. Mientras nos dirigíamos al lugar, la Madre de mi amiga se puso muy afligida y me comentó que se sentía desesperada por la pérdida de todos sus bienes, bienes que –con tantísimo esfuerzo había logrado comprar a lo largo de varios años. En particular, me dijo: “Mis libros me duelen mucho, se quedaron todos nadando en agua”. Estas palabras me resultaron suficientes para saber que la Madre de mi amiga sería la próxima persona en tener una copia del libro de Esther Seligson.

Casi al día siguiente de esta caminata a la farmacia, pude ver a mi amiga a quien entregué un humilde paquete de objetos que –pensé- les serían útiles dadas las circunstancias. Con la dádiva iban las siguientes palabras: “Dile a tu madre, por favor, que no llore más por sus libros y que con este libro de Esther Seligson –tan hermoso- ella ha de comenzar a formar su nueva biblioteca”. Mi amiga, agradecida, tomó los objetos y el libro.

Todo lo que puedo decir de todo esto es que, si bien de manera casi cíclica, Esther Seligson es una autora a la que recurro constantemente, no deja de parecerme extraño este encuentro fortuito que tuve con sus libros los últimos días, días paralelos a su muerte.

Tal vez resulte baladí traer este relato a mi blog. Tal vez resulte baladí hacerlo porque ante la muerte de quien fuera una de mis escritoras de cabecera –y una de las mejores escritoras mexicanas de los últimos años- lo que más bien debería uno decir son cosas solemnes del tipo de las que se dicen en Wikipedia.

Wikipedia dice:

“Esther Seligson (Ciudad de México, 1941-2010). Fue una química, escritora, traductora, historiadora y poeta mexicana.

Nacida en el seno de una familia judío-mexicana, Seligson, después de estudiar química en la Facultad de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México, se vio inclinada hacia el estudio de la historia de su pueblo y de las letras. Por tal virtud, cambió su orientación profesional original y estudió las carreras de Letras Españolas y Francesas también en la UNAM y, más tarde, cultura judía en el Centre Universitaire d'Ètudes Juives en París y en el Mahon Pardes de Jerusalén.

Impartió clases de historia del teatro en el Centro Universitario de Teatro de la UNAM (desde su fundación). Dio cursos de arte escénico y de montaje teatral, otro saber que su amplia cultura le hizo dominar. Preocupada por la difusión de la historia judía, impartió también en diversas sedes y tiempos, cursos de pensamiento judío.

Seligson radicó en Lisboa y más tarde fincó su residencia en Jerusalén (si bien en 2005 volvió a México*).

La escritora Elena Poniatowska que la conoció en Israel la definió así:

“Esther Seligson me atrajo por su capacidad de fakir. La vi en Jerusalén y me dio el gran espectáculo de su belleza quemada por el sol del desierto”.

Falleció prematuramente el día 8 de Febrero de 2010 en la Ciudad de México.

OBRA

A lo largo de su carrera, Esther Seligson colaboró en numerosos diarios de México y revistas y tradujo, entre otros, la obra del filósofo Emile Michel Cioran. Fue becaria del Centro Mexicano de Escritores y ganadora del
Premio Xavier Villaurrutia en 1973 por su novela Otros son los sueños, así como el premio Magda Donato en 1989. De su obra, Seymour Menton ha dicho:

"(en la obra de Seligson) se siente la influencia de Juan García Ponce lo mismo que de Proust, se distingue por su análisis sicológico de sentimientos y sensaciones inspirados en gran parte en el recuerdo de distintos tipos de relaciones amorosas."

Tras la ventana un árbol (1969)
Otros son los sueños (1973)
Tránsito del cuerpo (1977)
De sueños, presagios y otras voces (1978)
La morada del tiempo (1981)
Diálogos con el cuerpo (1981)
Las figuraciones como método de escritura (1981)
Sed de mar (1986)
Luz de dos (1989)
La fugacidad como método de escritura (1989)
El teatro, festín efímero (1990)
Indicios y quimeras, isomorfismos (1991)
A campo traviesa (2005)
Toda la luz (2006)

Hoy me duele la vida como si fuera un tajo
de cuchillo en las muñecas.
Me abruman los hechos de violencia que cunden
el filo de mi propia recóndita agresión.
De sueños, presagios y otras voces

Por otra parte, en este artículo publicado en “La Jornada”, puede leerse un corto y sincero relato que rescata también parte de la vida y obra de Esther Seligson.

Yo, por mi parte, quisiera recordar –ahora sí con solemnidad- a Esther Seligson con el siguiente relato publicado en “Hebras” (un libro de Esther Seligson que data de 1996 editado bajo el auspicio de “Ediciones sin Nombre”).

¿Por qué con este relato? Porque a veces soy Unicornio y otras Ave Fénix.

He aquí el relato:

-Y NO, LE COMENTABA el Unicornio al Ave Fénix, no irradiará en ti, poderoso e inextinguible, el fuego que aguardo, ni reconocerás en mí el nombre de tu deseo inexpresado.

Quedaremos ambos en el umbral absortos en un limbo sin cruzar las grandes aguas, cautivos en la búsqueda que se hizo camino, en el camino que se hizo búsqueda.

Llegamos al límite de un mar sin límites, un mar sin playas. Y, no obstante, fue bello, hermoso mientras lo soñamos, con la belleza del sueño que se vive en la plenitud de la esperanza…

En realidad, fue el Ave Fénix quien se lo comentó al Unicornio.

***

-Tu insistencia viola mi espacio, rezongó el Unicornio.
¿Por qué habría de dar albergue a tus preguntas en el silencio con que me envuelvo de palabras?

-Sólo busco ese hueco de ternura que una vez me ofreciste hospitalario, respondió el Ave Fénix.

-Precisamente, refunfuñó el primero. No quiero ya sentir tus combustiones en mi entraña.

***

“Hazte cargo de mi alma”, le dijo. Y se fue, ligero el cuerpo, aliviada la mente, sereno el corazón.

El Unicornio quedó perplejo frente a aquel ovillo de luz que iba a requerir mucho y laborioso cuidado. ¿Cómo resolverlo?

Sin más preámbulos, abrió la boca y se lo tragó tal cual.

Y no es improbable que, bajo idénticas circunstancias, el Ave Fénix no hubiese hecho otro tanto.

***

“Yo soy el mar que tus dedos no volverán a tocar en otras aguas; el camino que recorrerás siempre ida y vuelta; la palabra cuyo diálogo buscarás inútilmente en otro interlocutor; la libertad a la que anhelarás encadenar tus sucesivas prisiones.

Soy la ternura que escamotearás en otros cuerpos, la entrega, el umbral donde nadie más te sabrá recibir ni permitirá que atravieses.

Yo soy tu soledad…”

***

Y no se sabe si fue el Unicornio, o fue el Ave Fénix, quien concluyó así:

“Uno vive el dolor con cierto gozo. Tú lo sabes. De otra manera no lo aceptaríamos tan generosamente. Y quizá haya amores que amamos sólo porque duelen, porque te van desollando con tal sutileza que terminas por no distinguir el sufrimiento del placer que en realidad te provoca… Tal vez por ello no regrese…"



IN MEMORIAM:
Esther Seligson

Ciudad de México, Octubre de 1941 – Ciudad de México, Febrero de 2010

"La Llorona"



El 1 de Enero de 2010 muere, víctima de cáncer de seno, esta mujer cuyas creaciones musicales son ya -en mi opinión- un legado invaluable para los melómanos del mundo.


Lhasa de Sela, cantante méxico-estadounidense que con apenas 37 años deja tras de sí tres discos estupendos: "La Llorona" (1997), "The Living Road" (2003) y "Lhasa" (2009) y que, con melancólica voz -sea cantando en español, inglés o francés- hace vibrar lo más interno de nuestro sentir.


A pesar de su prematura muerte y de lo exigua de su producción discográfica, logró posicionarse en lo más interno de los corazones ávidos de sonidos cósmicos. En su sitio oficial puede uno leer -mucho más articuladamente- parte de su biografía (aquí).


"La Celestina", "Fool's gold", "La marée haute" etc. yacen ya en mi imaginario personal de canciones que amo.


En esta ocasión, me permito recomendar el álbum "La Llorona", aunque -sin duda- dedicaré un espacio para cada uno de sus tres álbumes. El álbum consta de los siguientes tracks:


1. De Cara A La Pared

2. La Celestina

3. El Desierto

4. Por Eso Me Quedo

5. El Payande

6. Los Peces

7.Floricanto

8.Desdeñosa

9. El Pájaro

10. Mi Vanidad

11. El Árbol Del Olvido



Me dejo ya de palabras fatuas y dejo un poco de la música de Lhasa: "La Celestina":




CANCIÓN: La Celestina

ARTISTA: Lhasa de Sela

ÁLBUM: La Llorona


Del Bicentenario y del Centenario

"La Revolución es la Revolución", Leopoldo Méndez


Vivimos, hoy, un episodio sombrío en la Historia de este país. Las columnas de los diarios, los estadísticos del INEGI y un malestar no manifiesto –pero sí generalizado- en el grueso de la sociedad nos golpea con superlativo encono. Se carece de un modelo económico ad hoc que, de manera eficaz, saque al país de su estatismo; se ha perdido también el sentido de identidad y poco nos falta para convertirnos en nauseabundos micos de la “cooltura” estadounidense. Los valores más vitales se han sustituido, casi sin advertirse (he allí la gravedad), por antivalores cuya veta se halla en los arquetipos de vida de la sociedad de consumo de esta era globalizante. Los llamo valores vitales porque toda moral ha de estar encaminada a la exaltación de la vida; no puede ser –por ejemplo- que los textos de Nietzsche, por citar un ejemplo, sean reinterpretados con visiones pesimistas y que esa visión se imponga, hundiendo así –a los más jóvenes- en una cooltura tanatoide y desmoralizante que tiende a la configuración de espíritus enclenques siempre al borde del suicidio, siempre ajenos a su exterior, siempre débiles, siempre manipulables, siempre emo’s. No niego, por ejemplo, la belleza en el arte gótico –yo misma soy voraz lectora de literatura gótica, amante fiel de los poetas malditos, una romántica irredenta perdida en el siglo XXI- mas no es posible que transformemos este arte en la depresión de nuestras vidas o en una especie de sucedáneo de nuestras miserias. Como si ya fuera imposible gozar de la tristeza y ser feliz al mismo tiempo. Yo me niego a hacer del arte una morada de desahuciado.


Pero esta es sólo una de las tantas formas en que hemos perdido vitalidad. Sea ésta, inclusive, la más digna. Hay otras más lastimeras. El punto es que hemos construido una urdimbre de falsa vitalidad en la que colocamos todas nuestras aspiraciones y nuestros anhelos (de incompleta factura individualista) y hemos perdido la capacidad de establecer la más auténtica conexión –la más vital, la primigenia- con nuestra Tierra y con nuestro entorno. Ya no sabemos, a veces, por qué estamos aquí; si trabajamos para vivir o si vivimos para trabajar; si es admisible vivir hacinados en las grandes urbes cuando existen vastos e inexplorados territorios, fulgentes de virginidad.


Vivimos una suerte de confusión moral que nos anega en un corcovado extravío; esta confusión es la que nos hace adoptar anti valores por valores; esta confusión se expande desde los mass media hasta nuestros hogares, haciendo presa fácil de aquellos que han abdicado al uso de su pensamiento crítico. Una confusión moral que se vuelca contra la vida misma, sumiendo a nuestras vidas en un absoluto estado de indefensión. Y aquí, la política y sus corruptores y sus protagonistas y sus hacedores son, tan sólo, una de las tantas expresiones en que dicha confusión moral se hace manifiesta. Así, por ejemplo, las muertas de Juárez, los adolescentes de Juárez, el futbolista injuriado con un balazo en la cabeza, la militarización del país, la artificial lucha contra el narco, etc. no son sino resultado de haber renunciado –hace mucho tiempo- a una moral vital (la que sea, pero una que aspire a la vida y no a la muerte).


Son también anti valores la “libertad de consumo” (a la que se la confunde con la LIBERTAD –así, con mayúsculas) y la “opinión pública” que se homogeneiza desde los mass media y que se infiltra en nuestros hogares camuflada, haciéndose pasar por la VERDAD (ya no por la realidad). La adopción de estos dos antivalores como criterios de vida es algo que debería horrorizarnos a todos.


Es absolutamente urgente desterrar a ambos antivalores ¿Por qué? Porque: 1) Ya no sabemos qué es la libertad y, por ende, padecemos una atrofia que nos impide determinar si somos o no libres (¡esto es gravísimo!) 2) Hemos dejado de atesorar la verdad, esto es, ya casi no es importante discernir -con toda honestidad- entre los hechos objetivos y lo que se dice de éstos (ya no se diga, ni siquiera, adoptar una actitud científica, incapaz de aceptar nada mientras no se pruebe su fiabilidad). Yo creo que ésto explica el por qué, para varias personas, es muy fácil recurrir a la mentira (tan aborrecible para mí) a fin de auto redimirse de sus responsabilidades. Y ésto último se ha visto recrudecido ante la propagación –por los medios más pueriles- de un relativismo ético que, haciendo uso del sofisma, niega la posibilidad de una verdad moral apelando a la supuesta imposibilidad epistemológica –llamada escepticismo- que, en resumidas cuentas niega la posibilidad del conocimiento arguyendo que no es posible que el hombre –con sus medios: los cinco sentidos- pueda acceder al conocimiento último de las cosas. Como si siempre existiese una pared de por medio entre el sujeto cognoscente y el objeto de conocimiento. Ergo, si el conocimiento es inaccesible a nosotros o sólo parcialmente accesible –recita el escepticismo-- resulta imposible determinar la verdad. Y he aquí que bajo esta endeble proposición epistemológica es que se ha erigido el extravío moral de nuestro tiempo, el espíritu de nuestra época.


Pero es el primero de estos antivalores el que supone –al menos para mí- una especie de ausencia de conciencia histórica que nos impedirá contemplar el más profundo valor y significado de las acciones de los hombres que nos dieron patria hace cien y doscientos años. Porque si nuestro concepto de libertad es un concepto errado, ¿cómo podremos determinar si la libertad por nuestros héroes conquistada es la libertad de la que hoy gozamos? Y si –como sostengo- no somos auténticamente libres, entonces ¿qué hay que celebrar?


[Lanzo la siguiente trivia: pertenecer a un modelo de libre mercado y poder comprar lo que quieras cuando se te antoje y hayas acumulado, claro está, el suficiente dinero para hacerlo, ¿te hace verdaderamente libre? Ir a donde quieras cuando tú quieras, siempre y cuando no sea ir a “Los Pinos” a exigirle a Calderón que renuncie, ¿te convierte en un ser auténticamente libre? ¿Realmente haces y vives como quieres o haces y vives según tus circunstancias? Y más aún, ¿es posible ser libres? ¿Es verdad que la libertad yace en nuestras mentes y que, aún cuando existan prisiones materiales, la mente se conserva libre? Y ¿qué pasa si no sólo nuestro cuerpo, sino también nuestra mente, están aprisionados?]


En cuanto al segundo antivalor, no sólo nos impide conmemorar con dignidad ambas fechas, sino que aleja a vastos sectores de la sociedad de una auténtica conmemoración de las mismas. Lo considero así porque hoy pululan historiadores de TV (muy buenos como historiadores, malísimos como filósofos) que preconizan el abandono de una visión solemne de nuestra Historia, arguyendo alocuciones tan erradas como las que consideran que demeritar el valor de las hazañas de nuestros héroes equivale a ser crítico o que pretenden hacer creer que una devoción respetuosa por nuestros héroes es sólo digna de mujeres y hombres fanáticos o ignorantes.


En relación a mí, lo diré abiertamente: me rehúso a admitir cualquier interpretación de los acontecimientos acaecidos en 1810 y en 1910 que pretenda desmitificarlos. Abrazo mi Historia con afán romántico sin que por ello no sepa –como de facto lo sé (lo sabemos)- que nuestros héroes eran hombres de carne y hueso.


Concluyo con esto: El nacimiento de México ha sido tan duro –México, en mi opinión, aún no termina de nacer- que lo peor que podríamos hacer es olvidar la Historia que nos precedió y sumirnos en el desencanto. Esa visión romántica a la que apelo para contemplar nuestra Historia, nada tiene que ver con los fanatismos del comunismo o de régimen totalitario alguno; tiene que ver con la necesidad de otear -a cada momento- la grandeza moral de todos esos hombres que dieron su vida en aras de un cambio de paradigma y que no es posible que tal dádiva sea inútil, pues de nosotros depende reivindicarla en su justo y exacto valor.


Así, con este post, llamo no a la celebración (el panorama actual deja poco que celebrar), sino a la conmemoración.


En la siguiente entrega sobre el mismo tema, expondré los detalles de mi programa de conmemoración de estas fechas…

Dice Andrés Manuel (y dice bien)

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