Familia Reyes Salazar (desenlace)

Apenas ayer escribía un post sobre la familia Reyes Salazar en buena parte motivada por una entrada que "Año 11 de la Oscuridad" puso recién en su espacio. Hace un par de horas acabo de enterarme por "Radio AMLO" que han sido hallados los cuerpos de los tres miembros de esta familia que fueron víctimas de un levantón -allá en Chihuahua- hace alrededor de dos semanas.

Cuando me enteré estaba enviando correos diversos por Hotmail a mis contactos. Ya se podrán imaginar, guerra mediática, concienciación o como quieran llamarle (cosa que he hecho -sin problemas- desde 2006, vale decirlo). Pues bueno, llevo el par de horas queriendo enviar -por Hotmail- un correo avisando de la muerte y Hotmail no me deja, aduciendo que he saturado mi número de envíos diarios -había enviado un total de cinco correos. Debe tratarse de meros asuntos técnicos. Como sea, ello me compele, entonces, a dedicar esta brevísima entrada aquí en el blog. Sobra decir cuál es mi estado de ánimo. Lo que sí sé es que creo entender por qué -en ciertos momentos- un pueblo se vuelca a la calle, dispuesto a dar su vida por no estar dispuesto a soportar más el estado de cosas “imperante” (ya no digamos dispuesto a obtener "su libertad"). Debe ser sangre que fluye hirviendo por las venas o algo bastante visceral. Así es como me siento ahora.

Por cierto, apenas ayer me registraba en MORENA (Movimiento Regeneración Nacional). Una cuca agente del cambio soy, en tanto personas continúan muriendo en mi país. 

No debería quejarme, yo todavía puedo inscribirme a MORENA en tanto que, desde ultratumba, quién sabe si pueda hacerse.


Finalizo.


Ahora que me he atrevido a usar la frase "guerra mediática" -lapidaria como todo cliché-, aprovecho para dejar este link a un artículo de Jenaro Villamil sobre la discusión que legisladores mexicanos, en el senado, llevan a cabo en torno al asunto de ACTA (un asunto que podría atentar contra la libre distribución de información en Internet). Aquí

La familia Reyes Salazar y otros hechos

Voy a parafrasearme. Ocurría el cese a Carmen Aristegui cuando se difundía a través de los medios alternativos de siempre el levantón a los Reyes Salazar, allá, en el Norte del país.

Se trata de un hecho –uno más- que abona en el clima de inseguridad y terror que afanosamente EUA, con el permiso y colaboración de la tecnocracia mexicana, ha venido aplicando en México desde hace poco más de cuatro años*. Y si abona es porque, precisamente, logra su cometido: horrorizar a la población. Por ejemplo, mientras leía la noticia, mi mente comenzaba a urdir el evento. Qué tenebrosa sensación se apoderó de mí y qué impotencia.

Coloco aquí un vínculo en donde muy detalladamente se expone la situación de esta familia. Dejo también este vínculo que el propio “Indio Cacama” coloca en su blog. Es Granados Chapa que en su emisión matutina entrevista a Sara Salazar. Aquí.

A propósito, Granados Chapa trata también lo que está ocurriendo en Libia dando lectura a un artículo publicado por la BBC; conviene mencionar que lo comentado allí es bastante disímbolo -y, a mí parecer, sesgado- a lo que se dice en trincheras alternativas como “Antimperialista” o “Telesur” –esta última que ha desmentido el rumor diseminado por las agencias internacionales sobre un supuesto bombardeo a la población civil por parte del régimen libio- o a las propias declaraciones que ha hecho ya Fidel Castro sobre el asunto.

Les decía hace unos días a mis contactos de correo electrónico a quienes enviaba un correo muy sobre asuntos similares en Medio Oriente, que una especulación conformista consiste en suponer que la verdad sobre aquellos países se halla a medio camino entre lo que nos dicen los tabloides oficiales y lo que nos dicen los medios más combativos y radicales. No siendo ni complaciente ni conformista en cuanto a verdad y conocimientos se refiere, mi reflexión más inmediata sería: tomemos los libros, desbaratemos la Historia y sepamos. Ahora que, si se trata de personalmente fijar una postura, la mía es irrecusable: yo me informo a través de medios combativos y radicales. A estos, les creo; a los otros, no.

BBC, CNN, Televisa, Tv Azteca y toda esa gran y muy reputada retahíla, no solamente es productora de distractores embrutecedores de sociedades, no sólo teatraliza la verdad, sino que distorsiona también los hechos, los oculta y, aun, se dedica a la manufactura de mentiras.

En la obtención de tales fines acuden a todo tipo de tretas: editorialización de la noticia –manipuelo- con la colaboración de comunicadores que son o muy estólidos o muy inescrupulosos o ambas cosas, llevar a confusión a las personas aprovechando la superabundancia de información que se genera en la llamada aldea global, uso de la noticia exprés que en cuestión de minutos magnifica un evento para darle muerte horas más tarde y mandarlo, así, al cementerio de la Historia, o –llanamente- mintiendo deliberadamente, engañando al telespectador sin que éste, ni remotamente, pueda suponerlo.

Del último proceder –uno muy regular-, referiré sólo tres casos:


1) La detención de Florence Cassez en 2005, fue parte de un montaje televisivo –confesión de García Luna- hecho a petición de los medios. La supuesta detención de estos supuestos secuestradores habría ocurrido antes de ser televisada. Carmen Aristegui informaba sobre este asunto hace unas semanas. Pínchese aquí.  


2) En el intento de golpe de Estado a Hugo Chávez Frías hacia 2002, actitudes violentas atribuidas al gobierno chavista –por los media de siempre- provenían, en realidad, de la derecha golpista. En este documental, “Teledictadura”, se ofrecen evidencias que respaldan tal afirmación. Aquí.


3) Las imágenes de las fosas de Timisoara, Rumanía, imputadas al régimen de Nicolae Ceausescu y difundidas vastamente por televisoras europeas y estadounidenses en el año de 1990 resultaron ser, en realidad, parte de un montaje cuya utilería se extrajo de morgues y cementerios. Todo esto, por ejemplo, se documenta bastante bien en los siguientes libros: “Patas arriba. El mundo al revés” de Eduardo Galeano, “La Tiranía de la Comunicación” de Ignacio Ramonet y “Guerra Imperial y Desinformación” de Carlos Fazio citando, a su vez, a Ramonet (mi más grande conspiranoia consiste no en declarar todo lo aquí dicho, sino en creer que cuando lo diga tengo siempre que citar “mis fuentes”). La razón que dio origen a este hoax o bulo parece ser una muy obvia: precipitar la caída de los últimos regímenes socialistas de la Europa oriental y desviar la atención de un evento de sustantiva envergadura acaecido también por aquellos días: EUA invadiendo a Panamá por enésima vez.

Un libro que comienzo a leer, abre con la siguiente inscripción:

Desgraciados los tiempos
en los que hay que explicar lo obvio.
FRASE ATRIBUIDA AL CHÉ GUEVARA.

* Que hay otros factores que explican esto, los hay -eso sin duda- y se relacionan con la imposición frenética de una economía de libre mercado.

Sistema o de una epistemología hecha a la medida (borrador)

I

¿Tengo que, por fuerza, mantenerme siempre en una misma postura, prescindir de mis claras bipolaridades que me catapultan del pesimismo a la esperanza, de la esperanza a la tristeza, de la tristeza a la euforia?

Para defender o combatir una idea es menester hacer muchísimas asunciones, asunciones que no siempre se verifican. Me avergüenza pensar que tomo por ciertas cosas que no siempre lo son. Caigo en un relativismo del que intento huir. Tiene tiempo que sé que debo tomar una decisión, cuyo aplazamiento –por cierto- resta fuerza a mis convicciones. Quizá por eso termino apuntalando ciertas opiniones mías sobre andamios morales. Y tampoco es que sea más fácil hacer eso. Finalmente, toda asunción moral lleva dentro de sí un absoluto, esa cosa que se toma como anatema. Y no me atrevo a refutar o adoptar una teoría en su totalidad –no porque esto sea un imperativo-, pero sí me atrevo, en cambio, a tildar de “malo” a todo aquello que daña a la vida o al hábitat que contiene a esa vida. A lo mejor son los pequeños axiomas, los básicos morales sobre los cuales poder erigir cualquier moral. No, no cualquier moral. En muchas morales, la vida carece de valor. Entonces diré que son los básicos morales de morales humanistas.

Pero, una moral humanista, ¿qué es? Una moral que toma como máxima o axioma el respeto a la vida, no susceptible de cuestionamiento.

Pareciera que estos axiomas son verdades a priori, pero yo creo que no lo son. La experiencia es la que hace rechazar a los humanos el dolor. Si uno sabe que mueren personas en una guerra, uno no quiere que subsista esa guerra porque previamente hemos visto sufrir a alguien a causa de algún tipo de daño de los que pueden ocasionarse en guerras. Y ésta es, obviamente, una elección hecha con la mente, combinándose ideas. Una mente que, a propósito, puede o no saber de silogismos.

¿Tendrá que ser mi mente, una mente psicópata para, en vez de rechazar una guerra, entusiasmarme con su ocurrencia? No necesariamente. Me atreveré, entonces, a decir una cosa muy escandalosa. Cuando un humano –que no es un psicópata- opta por la celebración al dolor  en vez de su condena, ha actuado la voluntad de ese humano en tal elección. Cuando el humano rechaza el dolor o la violencia, ha actuado en él la razón. En donde se hacen elecciones no contrarias a nuestros básicos morales o axiomas morales, actúa la razón. En otro caso, puede o no actuar la razón, puede, por ejemplo, actuar la voluntad. La voluntad que muchas veces se somete al pathos.

Seré un poco más flexible y específica; cuando se opta por el respeto a la vida, en dicha elección opera una voluntad que se supedita a la razón –una razón moral que no es trascendente al hombre, sino manifiestamente inmanente a él; en caso contrario, actúa una voluntad que no se ciñe a ella.

Quizá, allá –no muy lejos-, mi mentada razón moral, sea mero instinto, mera preservación de la vida; como animales.

Es más, tal vez la dicotomía entre razón y voluntad sea sólo accesoria; al final, una requiere de la otra, anticipándosele o sucediéndole. Y creo que dicha dualidad existe en nosotros como tradición, de suyo, no la hay. Nuestra razón pensando y decidiendo y nuestro ser total ejecutando, conforman todo lo que somos, nuestro cuerpo. No hay una mente en un topos trascendente deliberando y un cuerpo terrenal e inmanente haciendo. Somos ambas cosas a la vez y ambas se someten a meras necesidades, unas coyunturales, otras, sempiternas.

En lo personal, no quiero darle preeminencia a la razón sólo porque se ajuste más a lo que soy yo misma –equivaldría a demostrarla, combatiéndola. Quiero dársela –si se la doy- porque una razón a mí trascendente, pero no metafísica, así lo avale. No deseo que mi sistema de creencias –mi filosofía- sea un amor a mi propia sabiduría -nietzscheana. Creo declaradamente en una legalidad en el funcionamiento de las cosas en cuya razón se aloja el sentido mismo del funcionamiento de las cosas, su subsistencia, la garantía misma de la vida.

II

Buscan los físicos una teoría del campo unificado que explique el misterio de la vida; buscan los que peroran una psicología que explique nuestras motivaciones. Leyes universales en las que quepan todas las explicaciones posibles, ¿habrá eso? Es inevitable sucumbir a la idea de un todo coherente –universal- que ordena las cosas y su ocurrencia; pero parte constitutiva del orden es también el caos y el orden es sólo una noción de linealidad determinada por nuestras intuiciones que, siendo necesarias pero limitadas, pocas veces son capaces de concebir la no linealidad de los eventos del mundo. El caos también es orden, un orden apenas advertido. De modo que toda fenomenología es un asunto recursivo: los fenómenos que se explican a sí mismos, que se explican a sí mismos, que se explican a sí mismos y, más todavía, las explicaciones que usan las explicaciones, que usan las explicaciones, que usan las explicaciones… Como decir, la experiencia valida al método científico y el método científico que valida a la experiencia.

Ninguna ocurrencia de mi modelo en la realidad me satisface -por mucho que sea la confirmación de alguna lógica- si dicho modelo se contradice con un sentir mío del deber. Pero esto no me devuelve a dualismo alguno, ni me mantiene atrapada en un bucle infinito si –como ya expliqué- este deber toma por único imperativo una actuación que no vaya nunca en contra de la vida lo cual, desde luego, exige una conciencia.

Hago decisiones haciendo valoraciones que se expresan en argumentos; tomo decisiones con mi voluntad, eligiendo. Si hago a mi voluntad someterse a mi razón, mis elecciones no van en contra de mis argumentos. Si no, sí y, entonces, al final, la cadena de mis razonamientos pareciera haber sido creación inútil. Digo “pareciera” porque, quizá, el contraste de nuestra voluntad con nuestra razón sea lo que, finalmente, nos lleve a elegir. Hago elecciones racionales cuando las hago y, cuando no, no las hago.

¿El que mis elecciones se sometan a mi razón o no se sometan es resultado de un razonar o de un elegir? Toda voluntad es resultado de un razonamiento, sea éste o no “moral”, sea éste o no “correcto”. Para tener una voluntad, requiero primero pensar. Incluso una elección que vaya en contra de algún precepto, ha sido resultado de algún ejercicio del pensamiento. Entonces, quizá mi maraña sea resultado de una imprecisión en el lenguaje y convenga distinguir entre “elecciones racionales” y “elecciones razonadas”.

Las elecciones racionales se someten a alguna legalidad y pueden, en verdad, no ser en lo absoluto racionales (como cuando se someten a legislaciones autoritarias o irrazonables). En otros casos, pueden hacer honor a su nombre –autológicas- y, entonces, hallarnos frente al tipo de “elecciones racionales” que son las elecciones racionales de mi interés (las ya enunciadas, las elecciones vitales que se hacen a favor de la vida misma, de su preservación).

Las elecciones racionales de mi interés poseen dos cualidades: 1) Se sujetan a alguna legalidad 2) Dicha legalidad es una legalidad de la naturaleza, aquel orden natural por el cual somos lo que somos y no otra cosa. Entonces, las elecciones racionales de mi interés son aquellas que se subordinan o, más bien, emanan de una legalidad intrínseca a la naturaleza no determinada por nosotros y, menos, por algún dios. Por supuesto, obrar racionalmente y hacer elecciones racionales implica hacerlo no en contra de la naturaleza, pero tampoco necesariamente a su favor. La necesidad es no actuar en contra de ella, pero actuar así no es suficiente –no lo ha sido- para que la vida humana sea, hoy, como es. Y, posiblemente, muchas de las grandes y hermosas cosas de que somos herederos han sido hechas no a favor de la naturaleza, sino de una razón que va –ya- más allá de la naturaleza. Esa razón también me gusta porque se me antoja especie de razón de la razón, una metarazón. La razón de la razón que, sin lastimar a natura ni a la vida, nos permite ser algo más de lo que natura ha reservado para nosotros. La razón de la razón que le permite al hombre escapar a determinismos naturalistas y, en todo caso, someterse a su libertad y, como sea, él elegir. Habrá quien sostenga que esta libertad y las posibilidades que nos brinda, es también resultado de un evolucionar natural en el hombre, parte constitutiva del hombre, de lo que somos; yo no sabría qué decir ante esto, es uno de los clásicos enunciados en la polémica de la libertad. Aceptar eso, tiene su lógica, pero también implicaría aceptar un cierto “determinismo” que uno no desea aceptar: ¿estaremos ante un problema indecidible? Si lo acepto es porque soy libre de elegir y escapo a determinismos, entonces, ¿en dónde queda el determinismo? Mas, con independencia de que acepte o no acepte que esta libertad es resultado de un inherente proceso evolutivo en el hombre –y no de una metarazón-, tal cosa –la que es susceptible de ser aceptada o no- es un hecho o no lo es.

Las “elecciones razonadas”, por otra parte, son aquellas que sin necesariamente ser racionales, son también hechas pensando y combinando ideas e impresiones de la realidad en nuestras cabezas. La voluntad, por ejemplo, opera sobre este tipo de elecciones.      

La razón que se adecúa a las necesidades

Mi razón, mi pensamiento, funciona de tal modo que parece naturalmente adaptarse o decidir en función a la preservación de mi naturaleza y de la naturaleza que me circunda. De inicio, ésta pueda ser una adaptación evolutiva que hizo el hombre a fuerza de sobrevivir. Pasado el tiempo y prescindiendo de la adaptación a la naturaleza, la especie ha ejercitado de tal modo la capacidad de razonar que, muchas veces, siendo incluso prescindible a la hora de hacer decisiones y, aun cuando estas decisiones devengan tras impecables razonamientos, puedan ser éstas tomadas a contra natura que es por lo que, originalmente, comenzó a funcionar mi razón. Y así, entonces, actuar por voluntad.

Lo que debe quedar claro es que si la razón o capacidad de pensar emergió en nosotros como un cambio evolutivo, entonces, esa capacidad seguramente continúa su curso evolutivo (aunque parece que, en algunos, dicho curso es más regular y, en otros, bastante esporádico).

Lamentablemente, la razón como argumento de autoridad –sobre todo en ámbitos religiosos- ha causado tales estragos en personas, que tales personas, buscando desacralizarla, cometen algunas importantes omisiones. A veces, tales omisiones actúan en contra de ellas mismas o de los demás. Otro tanto ocurre –supongo- cuando se halla uno en una situación antípoda. Sobran razones que expliquen por qué propendemos a dañarnos unos a otros.

Como quiera que sea, celebro también que nuestra voluntad escape a ratos a la razón, así es como en muchos casos ha florecido el arte. 

Mentira en la mentira

“Si en la jerarquía de las mentiras la vida ocupa el primer puesto, el amor le sucede inmediatamente, mentira en la mentira. Expresión de nuestra posición híbrida, se rodea de un aparato de beatitudes y de tormentos gracias al cual encontramos en otro un sustituto de nosotros mismos. ¿Merced a qué superchería dos ojos nos apartan de nuestra soledad? ¿Hay quiebra más humillante para el espíritu? El amor adormece el conocimiento; el conocimiento despierto mata al amor. La irrealidad no puede triunfar indefinidamente, ni siquiera disfrazada con la apariencia de la más exaltante mentira. Y, por otra parte, ¿quién tendría una ilusión tan firme como para encontrar en otro lo que ha buscado vanamente en sí mismo? ¿Un retortijón de tripas nos dará lo que el Universo entero no ha sabido ofrecernos? Y, sin embargo, ése es el fundamento de esa anomalía corriente y sobrenatural: resolver entre dos –o más bien, suspender- todos los enigmas, a favor de una impostura, olvidar esta ficción en que flota la vida; con un doble arrullo llenar la vacuidad general; y –parodia del éxtasis- ahogarse, finalmente, en el sudor de un cómplice cualquiera…”

Emil Mihal Cioran, Breviario de Podredumbre.


Aprovecho también para dejarles, algo tardíamente, esta invitación: AQUÍ

Naturaleza indeterminada

Nomporta cuánto tiempo pase, la a que fui, que soy, sigue allí, latente. Así es como ves transformar un rumor de mar en acantilado. Es más, hablemos con profusión de este rumor de mar.

Nace el rumor de mar de entre las olas, con y sin tu aquiescencia a tu vida se aproxima, merodea, anda allí por doquier mientras tú, en tu sala de estar, meditabundo, te pierdes en toda suerte de consideraciones. Hace combustión el viento en rededor tuyo en cuanto te toca, agua a raudales que de tu cetro emerge. Y el rumor de mar, autónomo, ya está allí. Se aposentó. Sólo eso. Como si fuera poco. Y puedes, taciturno, sorber de tu taza de café lo mismo que ver ascender el humo de tu cigarrillo. Y el rumor de mar que ya existe y que un día vio nacer de sí un acantilado, ¿qué más podía obsequiarte tu rumor de mar, sino esta cima, este Olimpo en que te encaramas a contemplar el paso de los que son sólo mortales?

Y tú crees que tu rumor de mar está vivo, como una hormiga especial.

Quien sabe de la belleza de hormigas y otros bichos, esperemos que no termine siendo un ilota, tan palurdo el elemental, maniatado por las cadenas que su libertad le impone. Y frente al espejo o debajo de la regadera o en posición fetal cuando resuellas o petrificado cuando las lágrimas te salinizan, allí, allí va tu rumor de mar que, ¿sabes?, no tiene nada de tuyo. Y en esa ausencia de parentesco, postiza (eres un a), consista tu condición de a. Postiza para ti que ves el parentesco –no lo edificas- y tranquilamente intuir a tu rumor de mar. Y tu rumor de mar que no intuido te circunvala.

Todo viene hacia a mí, el viento. Todo huye de mí, el día. Y mi yo en relación a los objetos, se pierde. Las cosas –danzarines- a las que me adhiero.

Rumor de mar, te invoco y te veo en medio de la tempestad, de procelosos paisajes, de nubarrones, de piedras que nacen de la arena, de océanos que son grises, de una poca de espuma, de un ebúrneo imaginario que viene detrás de un rayo de luz que no existe y que he creado -paisaje de naturalista- como herramienta de mi reconstrucción, como en la guerra cuando de entre los cascotes le eriges algún palacio al viento. El viento que hoy hace remolinos sobre la mar. El viento que enreda hoy tu acrecentado pelo sobre tu rostro. El viento que un día se separó del agua.

Viento que recibe es una advocación de viento que entrega dádivas.

Lejos, muy lejos de ti el rumor de mar ruge. Y aunque te mires las manos y contemples un rostro que era tuyo en el tuyo y musites en solitario y un pequeño sismo te posea y una memoria enclenque refute viejos dogmas y pase que no pasa, entonces el rumor de mar, a lo lejos, ábrego, a ti se dirige y persiste más allá de tu propia habilidad para admitirlo. Rumor de mar que es, que llama, que alitera cuando tú estás ausente, que por ti habla.

Una columnata natural te dio a ti este rumor de mar. Vas. Contemplas. Oyes aún. Captas toda la luz. Faldón a rastras. Incorporado estás. Ningún lamento triste. Proverbial imperturbable. Te ciñe. Siempre has afirmado con una leve sonrisa. Sueltas. Ya hay este reconocimiento. ¡La imagen es mucho más vasta! Metáforas varias de la inmensidad. Aparece y todo, que está allí.  

Un par de verdades

  1. La Conferencia de Aristegui en “Casa Lamm”, explicando el suceso de su despedida.

Sólo al inicio el audio no es muy claro y no es posible todo el tiempo apreciar el vídeo con toda la fluidez deseada; fuera de esos detalles técnicos puede apreciarse bastante bien y -sobre cualquier cosa- vale la pena oír y razonar el discurso de Aristegui.


Si se prefiere, aquí está el audio –lo recomiendo más:



2.  2. Una intervención de Noroña en la cámara, llenita toda de realidades; aunque, eso sí, que poco puede contentar a todos.

Habría podido escribir un circunloquio que explicara por qué en muchísimas ocasiones es menos relevante forma que fondo –como en ésta. Podría incluso escribir un largo tratado sobre en qué ámbitos y antes cuáles fines la forma se hace parte del fondo. Y esto no sería difícil para mí -malqueriente de formulismos- porque no sólo soy afecta a conferir de validez a mis propias convicciones, sino que intento de veras descartar que otras –opuestas a las mías- no la tengan –si es que no la tienen. Pienso, sin embargo, una cosa, en este caso particular me parecería una nimiedad, una chocantería, una estupidez no aceptar que el discurso de Noroña es razonable por –en vez de ello- fijarme en sus modos o notar que cuando habla sobre la libertad de expresión de los legisladores en la cámara –consagrada en la constitución- omite decir que, siendo legislador o no, se trata de una libertad dada –por la constitución- a todos los ciudadanos de este país. El hombre, por supuesto, está intentando defender su derecho –frente a legisladores idólatras de la mordaza- de hablar con libertad en la cámara. Creo que es eso lo que lo hace apelar, de entrada, a uno que, en apariencia, podría parecer un argumento de autoridad. Por lo demás, estoy absolutamente de acuerdo con él. ¿Sobre sus formas?, creo incluso que el sujeto es educado.

Carmen



Que por hacer una pregunta de interés nacional, ¿se le destituye a un periodista de su cargo? ¿Aquí? No posible. No posible que la mañana de ayer haya tenido uno que amanecer con tal noticia para luego –lueguito- tener uno que habérselas y, en fá, hacer difundir la patraña ésta vía los medios electrónicos a uno disponibles debido a este nuevo periodismo civil –necesidad- que se hace ahora desde la Web (dicen que el hashtag de Carmen se posicionó como tema de moda mundial –ayer- en Twitter).

Y que ¿por qué, sin embargo, una señora llamada Laura Brozo o Bozzo –o como se llame- traficante de influencias del gobierno peruano de Fujimori, sí ocupa –como testifican los que sí ven tele- un espacio en la caja imbécil? Ah bueno, supongo que porque la caja es imbécil y para estar en ella –o reflejarse- hay que serlo también.

Y que si Felipe Calderón es afecto al alcohol, nos importa muy poco. Que si nos importa es porque el hombre, al usurpar la presidencia del país, toma decisiones que a los miembros de esta nación afectan. De modo que, a los que tenemos una mínima de conciencia cívica, nos brota de la cabeza una pregunta mínima, ¿llegará a tomar decisiones bajo los efectos del alcohol? A juzgar por sus acciones, pareciera que sí. No adelantemos juicio. Averigüemos. Pero, ¿cómo? si cuando se intenta saber, viene en respuesta una andanada represiva (si no me creen, pregúntenle a Carmen Aristegui que no está más conduciendo su noticiero matutino en MVS, el de mayor audiencia de la barra, según he leído).

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Cada día que amanece me hago la pregunta no explícita, ¿será posible, hoy, una ignominia mayor a la vivida, ayer, en este país?

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Con este ínfimo post, me adhiero a la ola de indignación que ha emergido de entre la ciudadanía –vaya, parece que la cuota de indolencia comienza a agotarse o, por lo menos, a presentar algo de variabilidad- a raíz del exceso cometido contra Carmen Aristegui.

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Yo no sé si la pregunta de Carmen pueda tipificarse como una manifestación de las ideas. En mi opinión, estaba haciendo su trabajo y, nada más. No me parece, ni siquiera, que haya estado ella  externando una idea propia, una pregunta personal. Aunque, bueno, supongo que para el constituyente mexicano la noción “idea” no necesariamente implique una expresión personal, una creencia o reflexión propia, sino otras cosas también (algo como las “ideas compuestas” de Hume). Siendo así, quizá sí resulte apropiado traer a colación el artículo sexto constitucional. Aunque –aclaro-, yo, por mi parte, más cercana a negarme a reconocer a estas putrefactas instituciones mexicanas, refiero el tal artículo por una sencilla razón: son ellos quienes, como merolicos, apelan una y otra vez a su mentado “Estado de Derecho”, esa farsa represiva y legitimadora:

ARTICULO 6o.- LA MANIFESTACION DE LAS IDEAS NO SERA OBJETO DE NINGUNA INQUISICION JUDICIAL O ADMINISTRATIVA, SINO EN EL CASO DE QUE ATAQUE A LA MORAL, LOS DERECHOS DE TERCERO, PROVOQUE ALGUN DELITO, O PERTURBE EL ORDEN PUBLICO; EL DERECHO DE REPLICA SERA EJERCIDO EN LOS TERMINOS DISPUESTOS POR LA LEY. EL DERECHO A LA INFORMACION SERA GARANTIZADO POR EL ESTADO.
(REFORMADO MEDIANTE DECRETO PUBLICADO EN EL DIARIO OFICIAL DE LA FEDERACION EL 13 DE NOVIEMBRE DE 2007.)


AVISO: Hoy 8 de febrero, se convoca a mitin, a las 12:00 Hrs., afuera de MVS, sobre Mariano Escobedo.

Álom a szememen*





CANCIÓN: Álom a szememen
INTÉRPRETE: Amaro Suno
ÁLBUM: Álom a szememen 




* No entiendo por qué sale un comercial de cerveza antes de la canción. No he habilitado en mi cuenta de goear el uso de propaganda. En fin, el comercial es cortísimo -segundos- y, por oír la canción -bellísima- aguanta escuchar la publicidad.


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