El mundo como es

Por azar, llegué ayer a esta grabación en donde se oye un debate entre Netzaí Sandoval y Gerardo Laveaga.

Netzaí no parece contundente en sus argumentos, pero esto creo que se deba más –y espero- a una cuestión de temperamento y de experiencia con los medios, que a una cuestión de convicción. Laveaga no lo parece más; eso sí, su lenguaje es poderoso.

Pero su lenguaje exige acotar -en la realidad- las formas en que puede ocurrir el crimen sistematizado. Como si se precisara de una “guerra” o de la proclamación formal de algún estado de excepción -o sea, de una palabra- para la prosecución de dichos crímenes. (Piénsese en la dictadura Argentina y sus desaparecidos a modo de contraejemplo). Bien sabe Laveaga que la formalidad que él exige -o bueno, la que exige la CPI- para considerar como crímenes de lesa humanidad a los documentados en la demanda no sólo son realidad material sino parte de un formalismo, de un código y un discurso que Calderón ha venido machacándonos desde el inicio de su mandato; no por ponerle jiribilla al enunciado, pero fue a Calderón a quien hace algunos años se le antojó declararle la “guerra” al narco.

Por cierto, igual que Calderón, Hugo Chávez tiene ahora una denuncia ante la CPI. Pero Chávez no es Calderón. Calderón es un demócrata, Chávez no lo es (son déspotas del lenguaje como déspotas en general).

Por otra parte, deja Laveaga insatisfecha una duda mía, ¿puede o no Netzaí -y los 23 mil- acusar de lo que se acusa ante la CPI? Y, si no, ¿ante qué corte? Si Laveaga se siente tan naturalmente solidario ante el gesto de Netzaí, ¿por qué no nos hace el favor completo y nos dice, aquí en México, cómo le hacemos para que corra la demanda? ¿Qué código -cuál artículo- nos permitiría demandar penalmente a Felipe Calderón y a ciertas fracciones del ejército mexicano por crímenes de lesa humanidad? ¿Ante qué corte?, ¿ante la que se negó a dar transparencia al proceso electoral de 2006 y por cuya negativa ahora muchos -y con mucha certeza- decimos que esa elección se ganó a la sombra de un fraude?, ¿o ante la que deja indemne al liberal Krauze frente a los dicterios que difunde vía sus Letras Libres?, ¿o ante alguno de los tribunales a los que se dirigieran alguna vez Marisela Escobedo o Nepomuceno Moreno -y esto es todo lo que sabemos- en búsqueda de justicia para sus hijos asesinados para, después, ser ellos mismos asesinados durante tales búsquedas? 

Podrá invocar Laveaga toda la retahíla de artículos de la sacrosantísima ley que alumbra al mundo, pero el mundo seguirá siendo como es; y este mundo –como es- incluye a un México gobernado por un régimen reaccionario que ha vulnerado la integridad física de varios de sus miembros en el marco de su actuar colaboracionista al régimen del país del Norte.

No sé cuáles vayan a ser las lagunas jurídicas en el documento de Netzaí –si las hay. Sí sé que él intenta caracterizar, allí, crímenes que no aparecen tipificados en la ley mexicana y, entonces -ante ese hueco legal- recurrir a La Haya. No me va a extrañar que no procediera su demanda, pero en el simple gesto, en todas las energías que él ha estado movilizando en este asunto, el hecho de movernos a muchos a su firma, el apelar a un canal todavía legal buscando evitar el otro canal, ya nada más por eso, me parece un gesto heroico. Ojalá personas continúen firmando; ante dicha posible convocatoria, las probables lagunas jurídicas en el escrito se reducirían a ser cuestión  de formalidad, ese transcurrir del mundo que, por ene razones, no podría desdeñar aquí ni en ninguna parte.

Charla con Anabel Hernández (hincapié)

Creo que en esta charla Anabel Hernández describe en cuadro muy completo el asunto del narcotráfico en México.


Esta semana La Haya recibe la demanda que ha impulsado Netzaí Sandoval para promover juicio penal contra Felipe Calderón por crímenes de lesa humanidad a razón de los cincuenta mil muertos generados por su gobierno nefando (aquí, el blog con el parte de hechos).

Cuando Anabel señala que Calderón no podrá argüir inocencia ante estos sucesos, mi corazón se subleva, pero también se tranquiliza. Yo todavía tengo horas en que paso devanándome los sesos tratando de imaginar cómo puede ser alguien -o de qué clase sus pensamientos y sensibilidad-, cómo pueden ser estos “alguien” -quiénes son, cómo son- bajo cuya responsabilidad recaen cincuenta mil muertes. Siempre mi explicación mediata es: seguro no saben, de veras son pitiyanquis, el problema de ellos es su educación tecnocrática, etcétera (la historia del mundo versus la historia de las propias anomalías). Pero no, a juzgar por las revelaciones de Anabel Hernández, la realidad es que no es un problema de candidez; no es la estupidez operando en toda su capacidad. Es la voluntad jodidísima de gente que ha perdido el piso o algo más fundamental.

Contra todas las facultades de mi imaginación; contra toda la gama de emociones que al momento me hayan poseído, hay una ineludible realidad: Felipe Calderón ha hecho de esta nación un campo de muerte, y de la institucionalidad -por él tan cacareada-, capo del crimen. Felipe Calderón debe ser sometido a juicio, pero -principalmente- Felipe Calderón debe ser destituido del cargo que usurpa. No en décadas ni en arresto domiciliario en las postrimerías de su vida. No cuando rescatemos las boletas de manos de un tribunal corrupto. Ahora mismo.

Sobre reportaje de “Reporte Índigo”

Reporte Índigo saca este reportaje.

Si la historia del cártel que presenta Reporte Índigo fuera cierta, habría que añadir -a mi juicio- que es improbable que dicho cártel haya hecho lo que hizo actuando en forma absolutamente independiente y sea solamente él el autor de este crimen cuando -se sabe por documentos- varios de nuestros funcionarios de gobierno mantienen relaciones con y forman parte de la industria del narcotráfico y esto en contubernio -también- con funcionarios del EUA-gobierno; es ingenuo pensar que es posible establecer las interconexiones y redes de distribución de facto establecidas por el narco a ojos ciegos de los gobiernos del mundo (y no sólo del gobierno mexicano). En todo caso, si estas muertes son resultado de un crimen planificado -y no de un accidente como apenas es posible aceptar sin suspicacias- este crimen ocurre en el marco de esta industria, de los intereses y bienes económicos que allí se generan, etcétera (bueno, sólo es posible  aceptar esto que digo si se tiene en cuenta el contexto que rodea a estos eventos: el de la cruzada anti narco implementada en México a partir del ingreso de Calderón a Los Pinos y como parte del Plan Mérida financiado por EUA).

Por como se ha venido documentando por diversos autores en libros, periódicos, documentales y otros medios -Carlos Fazio, José Reveles, John Saxe, el propio Noam Chomsky, etcétera-, no me parece horrorosa la hipótesis según la cual podría haber injerencia externa detrás. Pienso que solamente un desconocimiento de la historia de las intervenciones estadounidenses en México podría llevar a alguien a tachar de “conspiranoica” tal hipótesis. Baste conocer -o haberla vivido- la historia del intervencionismo yanqui para no motejar de conspiranoica a esta hipótesis y, simplemente, contemplarla como una hipótesis más, tesis posible. Quien de aquí quiera inferir que yo o quienes así pensamos, poseemos una visión maniquea de la Historia incurre -me temo- en un lamentable error de comprensión (la inclusión lógica al revés). Como se me hace muy extenuante y prácticamente improcedente hacer una explicación de esta incomprensión cada vez que se presente, mejor mando un link a este post; allí ya aparece explicado el caso general.

Afortunadamente, en un mundo ávido de datos duros -y qué espíritus científicos somos cuando nos apegamos a ellos- no va a faltar quien saque a la luz datos fidedignos sobre este evento. Nadie quiere a priori pretender que esto no ocurrió por causa de un accidente; lo que sí querríamos, en cambio, es saber por qué el gobierno calderonista se apresura a escasas horas del percance a desestimar cualquier otra hipótesis. Es este gobierno el que, a priori, parece estar seguro de que no será posible establecer otra causa. Ojalá fueran más honestos de cara a la sociedad.

Por cierto, cuando me enteré del suceso, mi primer pensamiento fue que si esto era producto de un accidente y no resultado de un atentado -como ha sido inevitable pensar-, entonces, quedaba por preguntarse si no sería, más bien, que Calderón es un gobernante con mala suerte. Ya saben por qué lo digo, por aquello de que Francisco Blake Mora es el segundo secretario de gobernación que muere en el aire durante el sexenio calderonista y por toda la nebulosa que quedó detrás de la primera muerte y ese silencio que comúnmente suele acompañar a eventos incómodos relacionados con el gobierno en México.

Sobre la indignación*

La indignación de los pueblos no es legítima porque se eleve contra el actual régimen imperialista, e ilegítima porque no se eleve contra él; la indignación de los pueblos es legítima si se levanta contra la opresión de sus gobernantes, sean éstos o no simpatizantes al imperialismo yanqui**. Dicha indignación -todas estas rebeliones- no son resultado de una prescripción, suceden o no suceden; en todo caso, habría que asegurarse que dichas rebeliones sean, en efecto, un despertar genuino de los pueblos (digo que ese certeza es necesaria si se quiere hablar de rebeliones). La experiencia reciente del proceder yanqui señala que, allí en donde ha habido un régimen disidente u opositor a la norma yanqui, entonces, el país imperialista infiltra a través de sus servicios de inteligencia a diversos grupos, equipo y, en fin, toda una maquinaria y un proceder desestabilizadores al régimen en cuestión ¿Quiere esto decir que no existen rebeliones libres del  flujo de la infiltración, con o sin ésta? Sería difícil determinarlo, pero es muy seguro que toda vez que ha habido una de estas rebeliones -en particular, las llamadas rebeliones árabes-, el imperialismo ha buscado una ganancia para sí. La suma de estas ganancias, son sobre lo que se constituye, propiamente, el poder imperial. Los imperios -la historia lo demuestra- se erigen sobre sus victorias militares, sobre la explotación de los pueblos y territorios colonizados, etc. Es irrealista pensar que EUA no ha estado detrás de todas estas revoluciones y más irrealista pretender que no es posible la existencia de motivos -artificiales o no- por los que podríamos echar a pueblos enteros a pelear entre sí. Y que prenda la mecha -sospecho- es bastante más sencillo de lo que se pueda concebir.

A un levantamiento popular, si es genuino, no se le tiene que comprender. No hay algo como un criterio general para determinar cuándo un levantamiento es más legítimo que otro, sencillamente porque los pueblos y las sociedades que conforman a nuestro mundo son diversos en sus reglas y en sus costumbres. Para comprender por qué pueblos se hallan en sedición, hay que comprender -y primero conocer- la cultura de dichas pueblos, su conformación. Pero aun cuando así ocurriera y lográsemos penetrar en lo más profundo de sus motivaciones, ellos no requerirían de nuestra venia para alzarse furiosos contra lo que los oprime. Es aquí, en este punto, donde el llamado Occidente del mundo (empiezo a pensar que hablar de Occidente es una ensoñación), entra y entra fuerte. Entra con su visión totalizadora de las cosas, con su eurocentrismo recalcitrante, el recurso tirano a valores e ideales, con su querer ajustar la realidad a sus arquetipos -y no sus arquetipos a la realidad- y con (fútil pretensión) pretender esto mismo para pueblos enteramente autónomos en su ser; pueblos cuyo ser puede coincidir con el ser de Occidente o no coincidir en lo absoluto (creo que todo mundo que lea sabrá discernir a qué Occidente me refiero y que lejos estoy de pretender introducir aquí generalizaciones o hacerla de juez).

Para las personas que han sido educadas parcialmente o absolutamente desde la perspectiva de Occidente, quizás resulte difícil comprender que puede haber cúmulos enteros de pueblos que viven en base a prioridades y valoraciones distintas. Aunque, personalmente, yo no justifico -y casi no comprendo- que esto pase. Al contrario, absorber cultura tendría que derivar -casi necesariamente- en entender qué es cultura. Y si se entiende qué es cultura y se entiende que en Occidente y en los países que también estilan estas normas se organizan los gobiernos con el ideal democrático en mente, entonces, también se tendría que entender que existen pueblos que organizan sus gobiernos en base a otros ideales y que la optimalidad de dicha organización, quizá tenga menos que ver con el ideal en uso que con la capacidad de sus miembros de irse adaptando y, en fin, acoplando a lo que ellos vayan decidiendo y haciendo (en gran parte de México y de Latinoamérica se tienen usos occidentales normando nuestras vidas y permeando en nuestra cultura -por no decir, abarcándola por completo- a razón de la llamada conquista, la hibridación de lo español con lo mesoamericano).  

El asunto es que sobre esta incapacidad de que hacen ostensión algunas personas en el llamado Occidente que -como ya dije- yo no comprendo, se llega a convencer a sociedades enteras de que está bien entremeterse en los problemas en Medio Oriente -o con cualquier gobierno opositor- y así justificar que la OTAN y aliados lleven a cabo las masacres que típicamente llevan a cabo.  Por otra parte, para los Sarkozy y esa gente, no hay nada como una incomprensión de esto moviéndolos a sus invasiones; si la hay o no la hay, eso es irrelevante. Su móvil es otro y es de carácter imperial, el mismo que precipitó la Primera Guerra Mundial, por ejemplo (y que es el que acicatea a Israel en sus amenazas de hacerle la guerra a Irán).

Autodeterminación

Existe multitud de personas para los que estos eventos no pasan por ellos o apenas les interesan ¿Qué pasa cuándo sí nos interesa lo que ocurre más allá de nuestro ámbito doméstico? Sin duda, no es posible permanecer impasibles. Cuando se da la toma de posición aparecen -yo he podido apreciar- más o menos dos tendencias opuestas. Una que pugna por la libertad de los pueblos que se están levantando, porque -se arguye- habrán de derrocar a sus dictadores. Y otra que pugna por la libertad de esos pueblos de hacer lo que necesiten hacer sin intromisión de agentes externos. La primera posición puedo admitirla si y sólo si esa posición no consiente la “ayuda” de Occidente para la liberación y que, por el contrario, la combate; también la admito si, en efecto, queda comprobado que no es uno de los tanto movimientos de desestabilización de Occidente para entrar allí a llevarse los recursos naturales de esos pueblos. Si no se dan estas dos condiciones, me parece que es un espejismo hablar de libertad de esos pueblos; porque no es admisible pensar que para liberarse de “sus dictadores” -y se les llama así con relación a los ideales de Occidente y no con relación a los ideales de dichos países- deban, primero, esclavizarse al auxilio de Occidente y lo que ello conlleva (caso de Libia y de Siria).

La segunda posición me parece la más adecuada y sensata posible y ni siquiera es novedosa; se le conoce como principio de autodeterminación de los pueblos, principio que -importante recalcar- prima o se hace efectivo entre países y pueblos y no por necesidad entre los individuos de dichos pueblos. Es un principio que intenta garantizar la libertad de los pueblos de instrumentar forma de gobierno, lengua, mecanismos de solución de conflictos, etc. necesarios a ellos. Y cuando digo que este principio no por necesidad aplica entre los individuos de dichos pueblos lo digo porque las personas nos sentimos naturalmente inclinadas a asistir a personas en problemas o personas que tienen dolores o sufren. Así que si, por ejemplo, un día hubiese una guerra en una de nuestras fronteras creo que sería muy difícil no querer asistir a alguien herido o que sufre, sin importar el bando o por qué sufre esa persona.

Por supuesto, el problema con este principio es que en un mundo de colonialismos, este principio difícilmente puede aplicarse (de hecho, este principio es una de las muchas reacciones al colonialismo).

El otro problema, parece que queda sin resolverse. La objeción más obvia es: entonces porque tienen apoyo de la OTAN y compañía, ¿no deben dichos pueblos levantarse y renunciar así a su libertad? A mí me parece que no deben levantarse sino hasta el momento en que salgan de sus fronteras sus invasores (lo que acabo de decir es de una candidez sin rival); y, por tanto, tener que exigir su salida. Por otra parte, a mí me parece que no tienen por qué renunciar a su libertad, pero que -repito- esa conquista atañe sólo a ellos. Claramente, por otra parte, y por una cuestión de elemental sentido común, la conquista de la libertad de todos los pueblos frente al oprobio imperialista, atañe a todos los pueblos presa de esa esclavitud y aquí sí -me parece- se tendría que marchar unidos para alcanzarla.    

En cuanto a la indignación de Ocupa Wall Street, no hay mucho que decir, más que lo obvio. Son resultado de la obcecación del imperio para con el libre mercado, resultado de la mercantilización de la vida, los quiebres que ésta conlleva en las personas, etcétera. El fenómeno Wall Street por alguna razón me parece mediático. No digo que esa gente no tenga razones para protestar, digo que lo van a desinflar como lo han hecho con varios otros (lástima).

Hasta aquí con esto.

No mando links porque me haya vuelto una pichicata de los datos duros. Asumo que quien lee aquí, en general lee y sabrá cómo informarse sobre estos asuntos; asumo también que son personas críticas y capaces de generar pensamiento independiente.

* Lo escribí hace una semana en forma espontánea y continua como sucede cuando se escribe. Tal vez como una necesidad buscaba terminar de dar forma a mi punto de vista sobre esta situación. Punto que ha quedado plasmado por aquí y por allá en forma de post, tuit o comentario. De inicio, por esto mismo me pareció inútil ponerlo aquí. Luego –ahorita-,  cambié de opinión y aquí está.
** Y, por definición, todo imperialismo es opresivo. Eso es claro.


Punto de vista sobre hallazgo en red social

Encontré esto en la cuenta de un contacto en Twitter.

Cansada un poco de soliloquiar en la red social, hago aquí un comentario -adenda, añadido- de parte de dicho hallazgo.

Hay hechos convertidos a mero símbolo o arquetipo como resultado de la acción cultural y de la tendencia del hombre al idealismo. Es verdad eso; aunque esta verdad demandaría -de principio- buscar volver a dichos hechos en su originalidad. Justamente Nietzsche, en El Origen de la Tragedia del Espíritu de la Música describe dicho proceso de conversión. (Nietzsche, de quienes los postmodernistas se han alimentado hasta el delirio y al que se le tiene considerado como uno de su fauna). Pero se olvida que sus ideas -con todo y lo transgresor que hayan sido- acometen primordialmente contra el idealismo famélico* de la moral cristiana y cuando construye su Metafísica en el mentado libro –y ya antes- y hace derivar su concepción estética a partir de concepciones éticas, y no al revés como se cree en ocasiones, proponiendo esta estética revolucionaria reivindicadora de la voluntad humana (pensamiento) y de su vitalidad –la del acto liberatriz de los instintos naturales en el hombre-, el tejido putrefacto que intenta no sólo reconstruir, sino derribar, es justamente el que el pensamiento griego le aportó al cristianismo, el neoplatonismo, el idealismo griego –judaizado- del que se sirvió el cristianismo para su propia profusión, haciendo de él objeto de degeneración en muchos casos.

Sin embargo, aceptar esto mismo para la Ciencia (a más de cien años), me parece simplemente un retroceso. ¡Claro que hay hechos! Los hechos de la ciencia y otros hechos (y sus interpretaciones, etcétera). Y a no ser porque, por ejemplo, para hacer búsquedas en Google se utilicen ciertas verdades de la Matemática**, no afirmaría esto tan campante, pues -además- ejemplos así, lo re sabemos, hay vastos.

La imagen del cristianismo que pervive hoy en día es una a mi parecer demasiado parcial, demasiado satanizada. A pesar de confesarme prescindir de arquetipos divinos -al menos a la usanza cristiana-, creo que el cristianismo no sólo fue motivo de persecuciones y asesinatos (fueron hombres y no el corpus cristiano quienes organizaron estas cacerías), el cristianismo fue también impulsor de arte, motivo de unidad cultural y sentido de identidad para las personas de épocas pasadas. En general, creo que todo ideal –en su origen- tiene por intención ordenar y dar sentido a nuestra realidad. Así visto, los ideales son necesarios para las sociedades y, nosotros, si queremos eludir una anquilosis ideológica tendríamos que comenzar por preguntarnos, de cuando en cuando, a qué llamamos nuestros ideales.

Es dudable que Nietzsche pretendiera hacer de su pensamiento, fugitivo de la interpretación.

* El que es famélico.
** El principio de Perron-Fröebenius que, recuerdo difusamente, tiene aplicación en procesos markovianos con matrices (creo que la matriz del algoritmo de búsquedas de Google se estaciona en un cierto momento).

Mensaje

Desde este espacio, hago causa de la acusación vertida en este blog; no sé mucho de los intelectuales de aquel país, pero me basta con conocer la honestidad de la bloguera, el proceder imperialista y los más recientes acontecimientos para copiar aquí (aunque no sería muy difícil, por analogía, inferir esto mismo).

En realidad, desde este olvidado espacio querría hacer eco de hechos cotidianamente denunciados por blogueros que hacen de sus plataformas algo más que ocasión para la exaltación del yo (este nuevo idealismo postmoderno).

Pienso mucho en esa parte de la blogósfera; cómo ellos mismos me infunden de impulsos para la acción.

Creo que varios de nosotros traemos atorado en la garganta, corazón, y no se sabe en qué otros sitios, la reciente porquería de las naciones democráticas contra Libia. Pero también pienso que esto último ya la hace nada más de detonador de un cúmulo de tensión psíquica y emocional que venimos arrastrando de años y ya no es posible contener por más tiempo. México y toda Latinoamérica son parte del cochinito, del suculento botín que a precio de sangre y mentiras se envasa este séquito de banqueros, magnates, empresarios, jefes de estado, mercaderes.

Que los latinoamericanos pertenezcamos a las naciones expoliadas y no, como funambulescamente se nos llama “del tercer mundo” o de “economías emergentes”, es razón suficiente –justo- para no permanecer en el impasse. Porque en mi país muere gente a causa de la industria del dinero, me cabrea que muera gente en cualquier parte del mundo a instancias de esa misma causa. A ver cuánto más.

Fin del mensaje.

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