Un clip



INTERPRETA: "Dueto azul"

Fuera del tiempo II (inversión)


Llamo estar fuera del tiempo al hecho anticipado de allegarme de todo el placer posible: en una pequeña flor que se mece al compás de las ráfagas; en un aire azul límpido sobre una meseta igual, bajo bóveda idéntica; en las piedras, en las fracturas del subsuelo, en la posibilidad del contacto humano. Pero me pongo fuera del tiempo antes; y mucho antes de estar en ese tiempo, ya lo alcancé. De modo que, cuando sea el instante llegado –y no esté yo allí–, estaré, como siempre, anticipándome a otra alegría. No habré de estar ni en el último instante.

Colección

Del capricho número 24, cortesía Julia Fischer/Niccolò Paganini.


A la variación número 16, cortesía Wang/Rachmaninov/Orquesta Sinfónica de Tokio.

Rhapsody on a Theme of Paganini, Op.43 [variaciones 17 y 18]


COMPONE: Sergei Rachmaninov
INTERPRETA: Yuja Wang (piano) / Claudio Abbado (Mahler Chamber Orchestra)

Variación 17:


Variación 18:

El debate (opinión)


Lo que se vio ayer no fue un debate. Un debate es, al menos, un intercambio de ideas en flujo continuo entre quienes participan. Pero un debate debiera ser principalmente un ping pong de argumentos y sus refutaciones. A pesar de todo, no me amilano. Ya estoy acostumbrada a la actualización de términos aquí en la patria. De modo que, lo que tuvimos nosotros no fue un debate, sino la tropicalización de uno: acusaciones, señalamientos y confrontación. En cuanto a mi particular gusto, yo habría esperado una discusión ideológica expuesta a altas temperaturas: sí con apasionamiento, sí con mucha jerga, sí buscando la confrontación y, primordialmente, buscando confutar las propuestas antagónicas no sólo en el discurso, sino con el recurso a cifras y hechos empíricos focalizados; además, sostener cada candidato la viabilidad de su propuesta. Tampoco creo que en un debate entre candidatos deban todos forzosamente hacer la exposición detallada del proyecto; creo que la exposición de propuestas también puede ser hecha de cara a la sociedad en foros expresos para tal meta, y creo que esto no debiera ser competencia del IFE (ni Dios lo mande), sino de los candidatos, y organizar ellos el acercamiento con la sociedad (justamente hace unas horas, por ejemplo, Andrés Manuel presentó en el teatro Metropolitan su propuesta en los rubros de ciencia y educación acompañado de Juan Ramón de la Fuente y de René Drucker Colín, aquí reportaje).


[Correrlo a partir del minuto 2, antes se escucha un zumbido desagradable.]


Pero vuelvo a lo del debate. A pesar de todo, soy optimista y pienso que no todo en los debates del IFE es desechable. De allí que pueda perfectamente entenderse que, ante el formato infame elegido por el Instituto, algunos candidatos hayan decidido tomar como estrategia la exposición de sus propuestas, el señalamiento a sus contrincantes y otras acciones según los estilos.

De eso que sucedió ayer en el debate –y no de lo que idealmente tuvo que haber ocurrido–, quiero opinar con esta entrada. Me voy por candidato y, luego, cierro con un epílogo.

QUADRI

Ni el discurso de Quadri eficaz, ni dos –o tres– de sus propuestas casi lúcidas ocultan cómo representa él a la clase empresarial y su adscripción a un pensamiento de derecha.

El núcleo de su perorata: privatizaciones (o sea, libre mercado), reformas estructurales (neoliberales), y una política de seguridad tan nefasta como la de FCH.

Se me antojó falsa su obstinación en pretender seducir a la ciudadana aduciendo estar él en un costal distinto al de sus contrincantes: “yo soy un ciudadano, ellos son políticos” regurgitaba cándidamente Quadri –Quadri es como un niño incómodo, sólo que cincuenta años después–. Solamente que 1) Ni todos los que estaban allí son políticos –en el sentido Quadri– y él claramente no representa a la ciudadanía, sino a una clase empresarial que se asume a sí misma progresista a pesar de estar construidos sus proyectos sobre mecanismos más bien retardatarios y 2) Lo que él clama como una virtud no pasa de ser un sofisma: si él es ya un ciudadano, no entiendo cómo pueda no creer que es también un político*.

Me hubiera encantado que Quadri explicara por qué la disminución del precio de gasolinas es improcedente de acuerdo a los estudios que él conoce. También me encantaría saber cómo es factible su proyecto sobre la base de sus propuestas, ¿por qué sí habrá de lograr él lo que 30 años de gobiernos neoliberales no han logrado, o sea, qué hay de atípico o de ejemplar en su liberalismo? Lo triste de sus dos propuestas lúcidas (fomento a energías renovables y a desarrollo científico, lo de la banda ancha) consiste en que el método para alcanzarlas es de corte eminentemente empresarial –su frenesí mercantilizante– lo que, en sí mismo, hace incompatible al discurso con la meta, como ocurre con la casi generalidad de su programa.

Claramente, Quadri también tuvo a su culpable la noche de ayer: la llamada clase política, especialmente aquellos de sus miembros a quienes, en afán difamatorio y con vaguedad, tilda él de populistas (con vaguedad porque el término, en sí, está desprestigiado). Y no me pareció, por cierto, que Quadri haya sido neutral, ni me pareció que su discurso estuviera exento de confrontaciones. Eso, decididamente no es cierto.

Dado que Quadri encarna intereses adversarios a los de AMLO (al menos, no tiene empachos en decirlo), no es de extrañar verlo atacar a Andrés Manuel. Lo que es sospechoso es que lo hiciera exclusivamente. ¿No acaso los métodos de EPN –que no es menos un neoliberal que el propio Quadri– se fincan en argucias francamente populistas para encandilar a la población? Sin embargo, ni Quadri le puso un dedo encima a EPN, ni Andrés Manuel López Obrador es un populista en esa acepción vilipendiada. Por lo tanto, no puedo más que afirmar que todo –o buena parte– en el discurso de Quadri en el debate de ayer, parecía tener como propósito atacar a AMLO por consigna. Triste papel que jugó este hombre (y ya ni hablar del buen favor que le hace a Elba Esther si colabora en esta tarea –siempre alcanzable– consistente en lograr que el PANAL siga conservando su registro).

Si tuviéramos que medir el debate por capacidad discursiva y por optimización en los tiempos para exposición de propuestas, probablemente Quadri ganaría (es más, ganaría); desafortunadamente, a lado de estas dos habilidades del candidato figuran triunfalmente la vacuidad de su discurso, la falsedad de sus promesas y la obsolescencia de un proyecto que pretende pasar por innovador.

AQUÍ, la plataforma presidencial de Quadri.

JVM

No podría agregar más de lo que muchos atestiguamos. Es triste ver a un ser humano tan instruido –como ella– y tan fanatizado; su pensamiento es de un fundamentalismo apenas soportable. Es claro que Josefina realmente cree en sus afirmaciones; es claro que ella está dispuesta a actuar lejos del decoro en aras de un ideal: el de la libertad del mercado del capitalismo neoliberal. Pero una libertad del mercado que, además, viene acompañada de una aparatosa disociación con la realidad; acompañada también de una visión de Estado ultra dogmática –por no decir fascista– porque para esta gente, sin duda, con leyes se arregla la vida, se vive, se respira, se hacen todos buenos, los delincuentes dejan de delinquir, los yonquis dejan de consumir, las marrullerías de los capitalistas se vuelven buenas por legales (la desregulación del mercado, el asentamiento de outsourcings por todo el país, los drones sobrevolando nuestros cielos, regalar recursos naturales, etcétera).

Si se puede crear una ley es que puede hacerse, o del mundo feérico de Josefina y la ultraderecha mexicana.

AQUÍ, plataforma de JVM.

EPN

Ya todos sabemos en qué consiste la propuesta de EPN: más privatizaciones, más mano dura, el verbo de las reformas estructurales (neoliberales), etcétera. Es decir, los exactos ofrecimientos de Quadri y JMV, solamente que dichos con otro argot, bajo la dirección de imagólogos que lo visten, lo peinan, lo acicalan, le dicen cómo hablar, cómo mirar, en fin, este producto televisivo que es Peña Nieto: lo que ya todos sabemos. Y, claro, empieza a cobrar frutos tal empeño, pues hay una diferencia notable entre el EPN del debate y el que entrevistara Jorge Ramos hace un par de años, por ejemplo. La ostensible apuesta de su campaña en el rubro imagen, es ya, en sí misma, una confirmación de lo rentable en la maniobra. A mí me violenta menos la frivolidad de EPN, que la existencia de una sociedad a él rendido a causa de ese hecho.  

Por cierto, tal y como John M. Ackerman avisara en Twitter, claro que Luis Videgaray fue a ofrecer PEMEX a inversionistas privados en EUA; aquí pueden leerse sus palabras en idioma inglés publicadas en The Wall  Street Journal y aquí, con traducción al idioma.

Finalmente añado que ante la pregunta pusilánime de ¿y quién fue el ganador?, yo respondería que esto depende del espectador y su preferencia. Por ejemplo, Peña pierde cuando remite a sus detractores a la PGR aduciendo que allí yacen los papeles de su inocencia; pero no pierde tanto cuando se muestra capaz de sostener un discurso medianamente articulado y responder a los cuestionamientos hechos –y hasta lanzar otros–. De donde se deduce que el formato, como ya se veía venir, fue montado a modo de hacer el menor daño posible a Peña, pero que, con todo, se llevó gran vapuleada porque la gente no es tan tonta como para no advertir que aun cuando la forma de su desempeño fue articulado, en el fondo, se trató de una cadena de argumentos vacíos de sustancia y carentes de sustento.

AQUÍ, página de EPN.

AMLO

Tiró por la borda esa gran oportunidad que representaba demostrar lo que muchos ya sabemos, pero que otros tantos ignoran: que sí tiene propuestas claras, factibles, realistas y de cambio. Como siempre, falla en el pragmatismo. No llevé el conteo de sus varias intervenciones destinadas a señalar a la mafia de potentados que se ha adueñado del país, pero sí comprendo que pueda cansar tanta reiteración sobre el asunto. En mi opinión, creo que AMLO pretendía llegar a esa masa del electorado más bien blanco frecuente de medios televisivos, ese poco más del 70% de hogares sin acceso a Internet en México –aunque sí a TV–, con baja exposición a la información distribuida por la Web vía medios alternativos y que, por tanto, pocas veces tendrá oportunidad de escuchar el enunciado nodal en la propuesta de AMLO (lo que como diez veces repitiera el día de ayer). Por supuesto, surge la pregunta, ¿realmente los minutos que tuvo él para dirigirse al teleauditorio y/o radio escuchas a fin de hacer su denuncia –y la limpieza de tal corrupción como propuesta más el trabajo ciudadano–, podrá hacerla de contrapeso a todas esas horas que el televidente pasivo queda expuesto al discurso mendaz de las televisoras? Quizá surta efecto en algunos. Lo espero.

También pienso que AMLO se olvida de esta parte de electores muy instruidos (con postgrados, doctorados, maestrías y el kit) y que, además, son también del tipo más bien despolitizados/desideologizados (porque claramente también los hay con posturas político-ideológicas definidas). Pues bien, yo creo que AMLO, yo sí pido que AMLO también intente llegar a este tipo de gente (véase figura 1). No importa que representen un porcentaje bajo de la población, son también población y es gente que suele sentirse muy descobijada, poco representada por los políticos. Este tipo de gente piensa –y no sin evidencias– que lo de la política aquí en el país es una porquería y este tipo de gente, por lo regular, quiere oír propuestas. En mi experiencia, no es el tipo de gente activa en la política, realmente no están muy interesadas en el asunto (malo), pero sería importante que se interesaran y, también, importante intentar llegar a ellos con un discurso más propositivo y articulado (claramente Quadri sí se dirigió a este sector). En mi experiencia, el estudiante de postgrado y –el postgraduado– del tipo investigador, está bastante más interesado en sus aportaciones al saber que en el devenir social del país; sus estándares para concebirse a sí mismos como ciudadanos son bajos –sin dañar directa o conscientemente a persona alguna– y precisan de formatos de difusión de ideas más bien cargados de datos duros, análisis ultra objetivos, desapasionados, etcétera. Para mi gusto, AMLO debe darse a la tarea de pensar mucho y muy seriamente cómo llegar a este conjunto de ciudadanos. 




Figura 1: A AMLO le está faltando pensar en el conjunto C de mexicanos insatisfechos con las propuestas.

Un poco sobre este mismo punto, pediría a AMLO que en el próximo debate diga no solamente el qué de sus propuestas, sino el cómo. Por los tiempos tan ridículos que se otorgan para cada intervención, seguramente tendrá que hacer una selección muy escogida de esto. 

Y sí, me encantó que AMLO le dijera sus cosas a EPN, pero creo que se quedó corto. 

Finalmente, espero que en el próximo debate, explique por qué y cómo sí es posible la reducción a precios en gasolinas, más el detalle fino de muchas otras de sus propuestas. Por lo demás, ya he expresado aquí simpatizar con su proyecto.

AQUÍ, el proyecto de AMLO en formato muy atractivo.
AQUÍ, la propuesta completa.
AQUÍ, en su forma resumen.

Epílogo

Como he decidido votar este 1 de julio y subirme al carrusel de la democracia, vivo plenamente la ficción. Sin embargo, esta ficción es internamente consistente y no pierdo de vista cómo se avecina lo que pretende ser la imposición de EPN  otro fraudeFrente a esto, pienso que, como ha dicho un chico por ahí, la defensa del voto tendrá que necesariamente ocurrir en las calles, antes y durante la elección.


*Lógicamente, uno tendería a pensar que todo político es un ciudadano, y que no todo ciudadano es un político –o no necesariamente. Pero ésta es justamente la visión de Quadri que yo combato y es también la misma idea sostenida por la mediocracia. Para mí, ambos términos significan lo mismo.

Mi resumen de la pugna de la semana


1. Al IFE le toca organizar obligatoriamente dos debates entre los candidatos.

2. El IFE solicita a radio y televisión la transmisión de tales debates.

3. Toca a radiodifusoras y televisoras rechazar o aceptar dicha solicitud.

4. Televisora Azteca rechaza la solicitud del primer debate en uno en particular de sus canales porque arguye que ella tiene que transmitir, en horario del debate, un partido de fútbol.

5. Pregunta, la discusión que genera la resolución de Televisora Azteca en el sentido de disuadirla de su determinación, ¿es un tema electoral o un tema de medios?

6. Es claro, no es nada más un tema electoral, es también un tema de medios, un tema de comunicar o informar sobre un debate preelectoral. Luego, aunque al IFE toca ser árbitro de las elecciones y organizar los debates, bien podría la discusión del punto anterior resolverse –como de hecho no lo fue– no en el ámbito de las competencias del IFE y sus obligaciones, sino en el ámbito de las leyes que regulan la actuación de las radiodifusoras y televisoras mexicanas, quienes usufructúan el bien público llamado espectro radioeléctrico.

7. Siguiendo esta lógica, SEGOB pudo perfectamente apelar al Art. 62 de la Ley de Radio y Televisión para obligar a la transmisión del debate en cadena nacional.

8. ¿Por qué SEGOB debía haber hecho uso de esta facultad (si bien no lo hizo) y obligar a las televisoras? Razones hay de sobra y, como se verá, lejos están de ser parte de una maniobra autoritaria (claro, SEGOB podría autoritariamente (o sea, sin razones) obligar a la transmisión en cadena nacional, pero éste no es el caso. Aquí sí hay razones). Vayamos a las razones:

a) El artículo referido señala que su aplicación precisa de un tema de interés nacional. Es decir, el Secretario de Gobernación –materialmente Poiré– podrá a su juicio hacer tal exigencia si hay un asunto de trascendencia nacional. Pues, bueno, la condición necesaria para su aplicación, la hay, es el tema de conocer las propuestas de quienes pretendan gobernar a esta nación los próximos seis años.
b) Habitantes de esta nación y uno de los candidatos contendientes, han solicitado a SEGOB la aplicación de este artículo. Es decir, no es que a Poiré, en un arranque de megalomanía, se le ocurriera la transmisión encadenada, es que a Poiré ciudadanía lo está urgiendo a tal.
c) Ciudadanía urge a Poiré no porque, de hecho, no sepa ella si habrá o no encadenamiento, sino porque, de hecho, sabe ya que por lo menos una de las televisoras ha decidido que no lo haya o, más precisamente, ha decidido que su canal principal o de mayor rating no transmita el debate para, en cambio, transmitir un partido de fútbol. Entonces, ciudadanía ante esto pide encadenamiento no porque en sí mismo quiera el encadenamiento, sino porque es la única vía legal por la que es posible obligar a la televisora en cuestión a cambiar de decisión (claro, la petición viene en respuesta a la decisión muy inusual de la televisora). En el fondo, lo que ciudadanía quiere es que se maximicen todos los recursos disponibles para la transmisión del debate. Un voto razonado exige, mínimamente, información.

9. Entonces, ¿por qué no atendió Poiré a la petición ciudadana si, además, la propia ley electoral concibe que el órgano que ella regula –el IFE– pueda también hacer esta misma petición a SEGOB? Más precisamente, ¿qué razones de peso, qué hechos empíricos obligaban a los Consejeros del IFE, y no a la SEGOB, a dirimir el asunto? Pienso que, ante la posibilidad de ser éste un asunto dirimible en ambos terrenos, toca al derecho –y no a la ley– decidir. Y aquí, lo que originó toda esta discusión, fue un derecho, el derecho de las personas a querer ser informados el máximo posible sobre unas propuestas que ellos necesitan conocer –nosotros– a modo de tener elementos para elegir sobre una cuestión de trascendencia nacional. Yo no sé nada de leyes, pero mi sentido común me dicta que las leyes no hacen al derecho, me dicta que ocurre justamente al revés. Con leyes no se edifican derechos, ni se enseña conducta. Con leyes se formalizan acuerdos, convenios, derechos, pactos de viso social que, por lo general, son resultado de un largo proceso de incubación, en muchos casos doloroso, que involucra a la ciudadanía toda. Las leyes expresan mucho de la historia de nuestros jaloneos sociales. Si ellas se anquilosan, si se exige que la vida se adapte a ellas y no que ellas se vayan adaptando a la vida, entonces es porque, en sí, la vida social está siendo, ya, víctima de alguna atrofia. Sin duda, quienes interpretaron que debía ser el IFE y no la SEGOB el árbitro de este asunto, hacen ostensión de una forma de ver el derecho dogmática y quizá sin querer, contribuyan a la artrosis social que hoy se padece en esta nación. Por otra parte, hay que reconocer que no fueron los Consejeros quienes se arrogaron la atribución de la resolución sobre el asunto. No, fue Alejandro Poiré quien se negó a dar satisfacción a la petición ciudadana; quien no quiso hacer uso de la facultad que la ley le otorga y quien, en suma, decidió todo el asunto. Claro, cabe especular sobre las razones de Poiré (y éstas pueden ser tan estrambóticas como se antoje a nuestra imaginación):

a) Poiré subestimó la petición de los ciudadanos.
b) Sencillamente, Poiré está de acuerdo con que no haya encadenamiento (como lo contempla Azteca) porque no tiene problemas con aceptar que televisoras puedan decidir sobre un asunto de interés nacional (lo que la ley electoral, por cierto, ya acepta), aun cuando dicha decisión esté montada sobre una necedad porque se sabe que los partidos de fútbol dominicales raramente transmiten a las 8:00 de la noche.
c) Poiré es un hombre muy honesto, o sea, no es diletante del cálculo político cuando de elecciones se trata. Aun a sabiendas de que la no transmisión del debate en cadena nacional beneficia al candidato puntero (pues, además, se programó un evento que suele atraer a mayorías) en detrimento del candidato de su partido, él, de todos modos, se conduce con toda honradez y se lava las manos (en esto, Poiré no se parece en nada a Santiago Creel o a Vicente Fox –por ejemplo–, quienes actuaron con todo sesgo en contra del candidato de la oposición las elecciones pasadas, ¡vaya que Poiré es ejemplar!).
d) Poiré no piensa que la actitud de Salinas Pliego –o de Televisa, porque ésta tampoco lo transmitirá por su canal de mayor rating–, sea meritoria de una limitación por parte de la autoridad, es decir, que televisoras concesionarias debieran dar alguna prioridad –en una ocasión tan particular como ésta– a asuntos de interés nacional sobre los intereses particulares.
e) Etc.

Claro, todas éstas son meras disquisiciones; no tendríamos alguna razón en particular para decantarnos por una o por otra, a priori. Pero eso sí, si somos curiosos, y nos gusta la ciencia, quizá nos dé por querer descartarlas a todas lo cual, claro, sería una labor titánica porque precisaríamos de evidencias o de experimentación para tal.     

Algunos escolios.

ESCOLIO I. Se arguye que este es un asunto de libertades; que toca al ciudadano decidir y elegir qué verá él; pero, ¿qué va a elegir el ciudadano si las elecciones ya están hechas de antemano? La verdad es que han sido las televisoras quienes han elegido de siempre los contenidos que de entre un menú, luego elegirá el ciudadano. Y, lo mismo, si corremos con suerte –o tenemos tele de paga– podremos chutarnos un buen programa cultural o una serie interesante (The Terapist, se me ocurre) o bien, hacer zapping por horas en este lance elusivo al que el buen televidente se enfrenta cotidianamente frente a los bodrios que comúnmente las televisoras deciden transmitir (por cierto, la televisora Azteca y la otra, son especialistas en bodrios televisivos).

ESCOLIO II. Comenta José Antonio Crespo en Animal Político:

En el comité técnico del IFE había un experto en cuestiones de televisión. Él aseguró que el mejor tiempo para el rating era el domingo a las ocho, mucho más que cualquier día entre semana. Se habló del riesgo de que hubiera futbol, pero se vio que los partidos de liguilla nunca son a esa hora, sino siempre más temprano (en las mañanas o a las cinco o seis de la tarde). Una vez decidido el horario, se habló con la federación de futbol que aseguró que no programarían un partido a esa hora. Sólo que Salinas Pliego tenía planes distintos, es decir, golpear al IFE y minimizar el debate, por lo cual programó el partido justo a esa hora. De hecho, a cualquier hora que hubiera elegido el IFE hubiera sido programado el partido de futbol. Repito, se trataba de meter una zancadilla al debate y un gol al IFE y, Salinas lo logró.

ESCOLIO III. Especular sobre las motivaciones de Salinas Pliego ya es chisme –aunque no por ser chisme, resulta baladí la especulación: el chisme nunca es superfluo–. En esta reflexión, sin embargo, ni al caso con tal gesto vulgar. Aquí se especula con seriedad y no vamos a prestar oídos a rumores de mal gusto: que si Salinas Pliego se está vengando del IFE porque ya no cobra spots de campaña; que si Salinas Pliego busca congraciarse con el candidato de su oligarquía; que si esto último es más verdad por cuanto una familiar de él es senadora por uno de los partidos que impulsan al llamado candidato puntero. En fin, meros dichos. Pero hay una cosa que no tiene que ver con chismes, sino con hechos –o más bien con tuits–: Ricardo Salinas Pliego ha demostrado ser un hombre autoritario.

ESCOLIO IV. Que Salinas Pliega sea un autoritario, sí implica que tuiteros no lo sean –en el sentido de Salinas Pliego–. Tuiteros –y sociedad– respondimos a la provocación del magnate. Por ejemplo, lo primero que pensé cuando leí en retweet las petulancias del pendenciero, fue en un Salinas Pliego de fines de noventas interpelando a Cuauhtémoc Cárdenas por el caso Stanley; acto seguido, me vino la imagen de este nuevo Salinas Pliego, desdeñador de los eventos políticos de la nación. Ahora entiendo que él no actuó en sendos casos como un ciudadano mexicano, sino como un empresario con derechos extra.

ESCOLIO V. Esta pugna me puso un poco feliz. Demuestra, contra cierta corriente de opinión, que sí hay muchas personas en el país para quienes no todo en política es podredumbre y, también, que hay mucha gente interesada en el tema y con puntos de vista bien antípodas al del pensamiento más reaccionario que en este país se afinca [perdón, acabo de leer una columna de Sergio Sarmiento –me acuso–].

Espero con mucha emoción y con mucha expectativa la transmisión del debate este domingo 6 de mayo. Absolutamente.


John M. Ackerman concluye un artículo muy brillante que le leí esta semana con la siguiente proclama también en negritas, sobra decir lo que me provocó, quiero solamente aquí hacerle un poco de coro (por cierto, recomiendo el artículo):

Justicia ya para Regina Martínez, ni una muerte más. En solidaridad con los estudiantes de Michoacán. 

Fuera del tiempo


INTÉRPRETES: Haudebourg / Foulon
COMPOSITOR: Carl Friedrich Abel
MÚSICA: Sonate No. 2 - Andantino


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