Las noches estrelladas (fragmentos de una conmoción)



Soy la imagen de tu voluntad inaccesible.

Soy tu deseo indomesticado.

Soy tu falena sin luz y soy tu sombra.

En esta irrealidad, antes y después de ella.

La imposibilidad y negación de una estúpida voluntad aterida por el maltrato; condicionada por el miedo, soliviantada por el odio.

¡Ay de quienes ven en ese diálogo infinito la curación a sus males, su panacea!

Salir de ustedes, mirar a la naturaleza.

¡He allí la curación!

En el estremecimiento cósmico.

En la sensibilidad de los mares, los rayos, las tormentas, las piedras, las noches estrelladas.

El arte


Las siguientes ideas las fui redactando mientras leía Contra la Interpretación. Más que ser objeciones a los puntos de vista de su autora, creo que intentan complementar, para mí, lo que ella misma escribió; aunque no dudo que esto ocurra desde un tono bastante más desapasionado. En parte, porque creo comprender que este ensayo constituye la respuesta muy virulenta por parte de Sontag a este afán de sus contemporáneos de querer aplicar el método psicoanalítico también a la obra de arte y extraer interpretaciones —o significados— que no necesariamente están allí, en la invención del artista (o que si lo están, lo están con bastante frivolidad). También hay un ataque de su autora a la interpretación marxista de la historia tan en boga en su época, etcétera.

Lo diré una vez más. Esto no es una reseña ni una crítica al texto de Sontag, éstas son solamente las ideas que me fueron disparadas durante su lectura. En cierta medida, también esbozo aquí mi propia y muy breve idea de lo que es el arte.

EL ARTE COMO EXPRESIÓN FIGURATIVA, SUSCEPTIBLE DE INTERPRETACIÓN

El arte como expresión sensitiva es una mímesis pero no por eso pierde su valor. Quizá pierda su valor —y en esto coincido con Sontag— frente al abigarramiento excesivo de ciertas producciones culturales en las eras industrial y postindustrial con una consecuente atrofia de nuestras experiencias sensoriales. No es en la obra de arte como figuración de la realidad en donde debe buscarse el delirio por la interpretación, esa manía es solamente una expresión de una cierta atmósfera de vaciedad propia del sujeto postmoderno.  

El arte es otra expresión del problema de conocer.

Nuestras representaciones (en tanto síntesis) son comunicables. Es decir, existe el sujeto que se representa la realidad —y a su representación se le llama arte (por satisfacer los cánones que sean) — y existen quienes se representan, a su vez, dicha representación. Toda representación de la realidad es, en cierto modo, una interpretación. Y Sontag, desde luego, no niega este tipo de interpretación. Ella interpela a quienes quieren encontrar en la obra de arte un significado más allá de su propio y verdadero significado. Ella consigna así, un valor objetivo a la obra de arte (objetivo solamente para quienes no la produjeron). En este sentido, debo admitirse que la obra de arte es susceptible de interpretación.

Toda teoría del arte es una teoría del conocimiento.

LA CONCEPCIÓN DUALISTA FORMA Y CONTENIDO

La forma de la representación de la realidad es otra manifestación de su contenido. La forma de los objetos del arte —es decir, la forma del arte—, no está disociada de su contenido. No existe ese divorcio. Es una expresión subjetiva de una realidad exterior (el arte). No hay dualidad; no existe la antinomia forma y contenido más que como ilusión. Es otra forma de conocer; otra posibilidad (el arte).

EL ACTO DE INTERPRETAR A LA OBRA DE ARTE

El acto de interpretar a la obra de arte es también un acto de representación y, por su método, probablemente produzca más arte o, al menos, experiencias sensoriales susceptibles, en potencia, de dicha categoría.

Aunque el objeto del arte no consista en ser sujeto de interpretación; el arte es sujeto de interpretación.

Aunque el objeto del arte no consista en ser objeto de interpretación; el arte es objeto de interpretación.

Dejemos que los críticos de arte, especializados y aficionados de la interpretación, quieran hacer del arte un acto intelectivo. Y aceptemos, por otro lado, la propuesta de Sontag de tender hacia una erótica del arte, más que hacia su teorización. Pero no neguemos nunca que, si el arte nos despierta y concita emociones, no es menos cierto que queramos hablar de ellas o, después, pensarlas. La misma autora lo aclara en el prólogo redactado para su propia obra treinta años después: “Apelar a una «erótica del arte» no significa menospreciar el papel del intelecto crítico.”

LA OBRA DE ARTE COMO UNA METAFÍSICA

Pero si se pretende un valor per se del arte —y en esto no coincido con Sontag—, entonces se conjura una metafísica del arte.

El arte no es una forma sublime de representación de la realidad. Es una forma de su representación sublimada. Por lo tanto, el arte no debiera ocupar un lugar privilegiado entre las formas de producción del conocimiento. Es sólo conocimiento que se quiere concebir a sí mismo sublimado. Es mímesis, arquetipo, mito y elusión.

¡Despojemos al arte de su carácter sagrado y, con ello, dejemos de banalizarle!







Por si a alguien le interesa esta lectura, paso la ficha.


Sontag, Susan; Contra la interpretación; Ed. Alfaguara, Argentina, 2005.


No. Los rastros de la imposición no han aparecido visibles ni en el PREP ni en los cómputos distritales (esto era obvio). Es decir, sí que hay algunos rastros como se ha estado documentando en redes sociales o como el equipo de la coalición de izquierdas lo ha hecho, pero éstos apenas si contribuirán en la tarea de reducir la distancia de los tres millones (el triunfo de Peña); por eso, apenas si cabe hablar de un fraude electoral. Se trata propiamente de una imposición de Estado*. Y parte de los rastros de esta imposición yacen en los delitos electorales cometidos durante la jornada. Así que, más que ser impugnado el Conteo Distrital o buscar anomalías en el PREP (dudo que allí se encuentren como, de hecho, ya pasó), debe impugnarse la elección completa y buscar su anulación (como de hecho también ya se está buscando). Creo que actuar así sería propiamente actuar en favor de la democracia y no nada más en favor de su simulación. Y otra cosa es —y no soy ilusa— que se lograra tal anulación. Por fortuna, el actor político que con más ahínco ha estado actuando en esa dirección (y no es gratuito, pues es el más directamente afectado de facto) parece tener claridad sobre este hecho. Quienes no parecen tenerlo tan claro —y morder el anzuelo— es la gente de izquierdas que está apelando nuevamente al recurso de las protestas. Me encantaría pensar que la gente de izquierdas tiene muy presente que nuestros déspotas son, en la tipología de Kapuściński, unos déspotas cínicos, es decir, unos déspotas que no tendrán ningún inconveniente en dejar que estas protestas se sucedan con tal que deriven al final en desgaste y desencanto. Por otra parte —eterna diletante de marchas y protestas—, no puedo más que sentir solidaridad con las movilizaciones de los recientes días, pero teniendo muy en claro que, frente al proceso actual, en muy poco favorecerán a su buen desenlace (o, al menos, en aquel contemplado como deseable).

Pienso que una de las mejores cosas que puede hacerse en este momento es, por ejemplo, seguir la discusión que se ha iniciado frente a la FEPADE, cuya resolución está prevista para dentro de tres meses (¡uff! cuánta incertidumbre), o contribuir de alguna manera a esa causa.

Y no puedo, por cierto, evitar preguntarme, ¿los panistas, como Josefina Vázquez Mota, que sin empachos hablan de inequidad en el proceso, llevarán esta discusión hasta sus últimas consecuencias, esto es, hasta la anulación del proceso completo? Si no, es un contrasentido, en verdad, que pretendan dar lecciones de democracia. Me parece que el proceder más genuinamente preocupado por la limpieza de las elecciones y, sobre todo, por la proclamación de un triunfador sin lugar a dudas, pasa necesariamente por la presentación de los delitos electorales cometidos durante la jornada electoral (lo cual, idealmente, tendría que llevar a la anulación de la elección completa). Me refiero, claro, al SorianaGate, la compra, coacción e inducción del voto y todo el asunto que, dicho sea de paso, quién sabe en qué medida sea documentable y aceptado como prueba por nuestra anquilosada ley, cuyos fallos parecen depender funcionalmente de la interpretación (horror). Más machaconamente, si van a aceptar la imposición arguyendo no lastimar a la democracia o no sumir al país en un clima de incertidumbre postelectoral, ¿qué sentido tiene presentar las pruebas de la inequidad o protestar por el mal uso de las encuestas si, al final, lo importante es que nuestra democracia —su ficción— no deje de funcionar? ¿Sentar derecho?

Otra vez, cortoplacismo y dogma entre la militancia panista cupular, sirvientes siempre eficaces —el cortoplacismo y dogma— en la tarea de legitimar lo ilegítimo. Y creo que haya panistas —sí lo creo— que estén realmente interesados en limpiar el proceso, pero me temo que esos no son los panistas que, al final, terminarán por aceptar que EPN triunfó (espero equivocarme).

Termino con esta reflexión.

Decidimos ir a elecciones porque: 1) Pretendíamos —como ensayo— hacer imponer la organización social y la unidad sobre el poder oligárquico.

2) Por negarnos a imponer la opción de la violencia como vía y usar —a contramarea— el mentado canal institucional.

Pero se ha visto que esto no fue suficiente y que la imposición de EPN parece correr imparable.

Yo creo que cuando decidimos aceptar la vía liberal demócrata, aceptábamos también sus reglas tácitamente y ahora creo que se debe continuar con el juego hasta sus últimas consecuencias (hablo del tocante a este proceso electoral). Pero también creo que aceptar las reglas de la liberal democracia no tiene por qué implicar aceptar sus porquerías.

Finalizo.

La vía liberal demócrata es ahora y casi siempre un bodrio pero no es lo mejor que se pueda esgrimir o hacer o decir en estos momentos. Lo mejor es utilizar sus propias reglas y usarlas con estrategia (además, no todo el panorama es negro; hay claros avances de esta ciudadanía frente a la que votó en 2006).

¡Y sí me pregunto sobre las posibilidades de este juego con estrategia! 

Estaré expectante.

Dejo unos vídeos.

1. Análisis preliminar sobre el comportamiento del PREP durante estas elecciones, preparado por Víctor Romero Rochín.


En particular, me ha parecido importante lo que pudiera verse desde el PREP, sobre todo porque he escuchado a personas de izquierda desestimar al PREP o decir cosas como que el PREP no sirve para nada o sólo sirve en la tarea de legitimar. Error. Aun cuando sirva para dicha tarea, lo cierto es que, ya inmersos en la vía legal es importante: 1) No invertir tiempo útil en una labor que no lo es o ver cosas en donde no las hay. Por ejemplo, por la experiencia de 2006 suponer que ahora el PREP también exhibirá una ordenación artificial en los datos, etc., pero que resultara que no es así. Es importante asegurarse que no se impugnarán cosas no impugnables o que, en todo caso, sólo desacreditarían a la impugnación misma. 2) Presentar por la vía legal evidencias comprobables.


Por cierto, se está convocando a ciudadanía a exigir una auditoría al sistema de cómputo del IFE --al PREP desde luego--, debido a especialistas haber encontrado "datos estadísticamente imposibles" (como si el video de Romero Rochín no nos introdujera ya algunas suspicacias). AQUÍ la nota.

2. No sé quién haya elaborado este vídeo; pero me gusta cómo van contrastando las declaraciones en defensa de la institucionalidad contra los hechos acaecidos –en contra de ella– antes y durante la elección.


Un conjunto de cosas útiles en ayudar a la tarea, AQUÍ.

*De un Estado neoliberal, no se pierda de vista.

Blogger Templates by Blog Forum