¡Último día del año!



A escalas humanas, la vida es en esencia la misma de una generación a otra; o de varias centurias a otras o incluso entre milenios. Solamente el ser humano puede ser tan necio y tan estúpidocomo para querer solazarse en el cambio, en lo nuevo. La sabiduría de los antiguos no debería tener nada de sorprendente. Ni siquiera sorprendernos en igual forma el hecho de saber que nos hayan precedido ya, hombres superiores a nosotros. La vida siempre es la misma para todos los hombres, para todas las generaciones aquí en la Tierra. Se necesitarían eones de existencia humana para registrar, para ser perceptible el cambio. Y ni siquiera puede ser que eso sea posible puesto que las escalas cósmicas no sé si estén reservadas para nuestra especie, tan frágil, tan pequeña y, a veces, tan pendenciera, pedante y carente de humildad. La vida cósmica, ¿podremos aprehenderla más allá del poder que nos dan nuestros instrumentos de detección?, ¿sentir palpitar al Cosmos entero y distinguir algún ritmo, alguna sinfonía, su ser punzante con nuestra pequeñez dentro?

"Sólo un poco aquí..."


 Yo Nezahualcóyotl lo pregunto:

¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?
Nada es para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra,
Aunque sea de oro se rompe,
Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.

Nezahualcóyotl

Emily Dickinson´s


To hear an oriole sing
May be a common thing,
Or only a divine.

It is not of the bird
Who sings the same, unheard,
As unto crowd.

The fashion of the ear
Attireth that it hear
In dun* or fair.

So whether it be rune,**
Or whether it be none,
Is of within;

The “tune is in the tree,”
The sceptic showeth me;
“No, sir! In thee!”

EMILY DICKINSON


________________________________ 
*Marked by dullness and drabness.
**Mystical poem or incantation.

FICHA. Wetzsteon, Rachel (Intr. y notas). The Collected Poems of Emily Dickinson, Barnes & Noble Classics, New York, 2003.

Sobre un pronunciamiento y un artículo


EXORDIO

Pensando que pudiera llegar un lector nuevo al blog, creo conveniente situar. Entonces, remito a esta liga.

DESARROLLO

Por lo que acabo de leer en el análisis de Robles Maloof (aquí), es claro que en los eventos del 1 de diciembre pasado sí hubo una confrontación entre policías y otro grupo pero que, al parecer, dicho grupo escaparía (o varios de ellos) pues al menos poco más de la mitad de los detenidos no se corresponden en los hechos con los protagonistas de la misma y que, probablemente, para no llegar la policía sin botín frente a sus altos mandos (o sea, con las manos vacías), optasen por agarrar a otros y ahora estén pagando justos por pecadores en la cárcel. Hay también la opción de que esto haya sido hecho por grupos de choque y entonces no quepa hablar de huida alguna (o puede ser que haya habido ambos).

Así, tenemos lo que parecen ser dos opciones: A) O se inventaron unos daños vía unos grupos de choque para desde lueguito EPN avisarnos que la lucha social, así nomás, va a estar criminalizada en su sexenio o B) En efecto, hubo una insurrección civil estudiantil contra la imposición de EPN.

Si es A) con toda energía tiene que pedirse la liberación. Si es B), yo digo que antes de condenar, cabría entender el porqué de la misma y, de entrada, sacarnos cinco minutos el término “vándalo” de la cabeza antes de empezar con las alocuciones.

Las insurrecciones pasan, son luchas sociales. Sobre todo cuando se ha llegado a un punto tan crítico como el nuestro. Recurrir al discurso condenatorio me parece una salida fácil. Creo que sería un ejercicio de mayor lucidez (aunque también más exigente) comprender las razones del cansancio social, retrotraernos al día después de la elección y recordar todo aquel malestar. Esta gente fue a protestar contra la imposición, son diferentes a nosotros en eso, ¿son criminales? No desde mi punto de vista. Están reaccionando a un sistema criminal, a la violencia a que cotidianamente se ven expuestos (nos vemos) bajo dicho sistema.

Después de haber leído la reivindicación que el grupo Acampada Revolución hace de los eventos asumiendo como suyos a los Presos Políticos (aquí), me parece que la hipótesis de Robles Maloof (que comparto) no es tan descabellada (su tesis es que los detenidos no son quienes hicieron los destrozos, pero él no conjetura algo particularmente sobre la identidad de los mismos).

Me falta algo por añadir.

No, yo no quiero que la gente se mate en las calles contra los granaderos; yo querría, como es lógico, otra vía. Como muchos mexicanos llevo tiempo, desde mi pequeña trinchera, intentando hacer salir las cosas por los llamados canales institucionales. En todos los casos en que he estado allí junto con miles de mexicanos (y a veces hasta del orden de los millones), la respuesta de quienes detentan el poder de la oligarquía ha sido una y la misma: violentar la institucionalidad, violentarnos a todos. A pesar de ello, he decidido personalmente mantenerme en la llamada lucha pacífica junto a otros mexicanos (quizá en parte porque mi cuerpo frágil no da para más, no sé).

El punto es que yo sí entiendo que haya gente, juventud muy erosionada en este punto, y con un performance de respuesta diferente al mío. Y esto me da mucha tristeza porque, como he dicho en el penúltimo post de mi blog, temo que este clima de inseguridad tenga por allí, si no promotores, sí alguna ganancia que pueda dar al grupo en el poder. Incluso, la ganancia es palpable desde ahora: los hechos tienen dividida a la sociedad en opiniones en este momento (y a veces con antagonismos que llegan a la ofensa verbal, etcétera), en lugar de mantenerse unida que es como, en mi opinión, tendríamos que estar a modo de exigir, vigilar, fiscalizar, etcétera, a quienes gobiernan. A modo de, simplemente resistir este sexenio que empieza.

EPÍLOGO

Quiero dedicarme a pensar que no estamos en una encrucijada y que, si unimos fuerzas, coraje, convicción, etcétera, tal vez podamos ayudar a que disminuya la rabia que traen encima los probables perpetradores de los disturbios (en argot falsimedia) y que esa ayuda pasa por comprender a esta gente, antes que acorralarla, confinarla y, luego, verles radicalizarse más. No sé.

NOTA AL MARGEN

Ahora que inevitablemente he leído ciertas columnas y frente al clima de lo que pasa, recordé este pensamiento del escritor francés Jules Romains*, que me parece muy descriptivo de cierto sector muy regresivo en mi país que, honestamente, pareciera que no se conforman con laudar el saqueo, sino que además se dan el lujo de insultar impunemente a la sociedad: “Situarse a la derecha es temer por lo que existe”.


En el algún minuto avanzado en el vídeo, se ve lo que parecen ser grupos
de choque, en especie de coordinación con la policía.


*Después de haber militado en la izquierda, Jules Romains habría de terminar en las filas del fascismo según nos cuenta Simone de Beauvoir en uno de sus ensayos.

PARTE


Vengo llegando de la marcha que hubo hoy del Ángel al Zócalo para exigir la libertad a los Presos Políticos.

Apenas empezar el sexenio y ya tenemos nuestros primeros 68 presos políticos. 68 de los detenidos han sido ya procesados a Santa Martha y al Reclusorio Norte, aunque algunos de los padres no saben aún si se encuentran en uno u otro de los centros.

Se les ha procesado, desde luego, en medio de las más flagrantes violaciones a sus derechos humanos, civiles, etcétera. Sin cargos, salvo el de uno cuya pena llega a ser tan severa como la imputada por el cargo de terrorismo: ataque a la paz pública (por terrorismo llegan a echar 30 años según entiendo).

Asistí al lugar libremente. No tanto para oponerme al gobierno de Enrique Peña Nieto (cosa que sin chistar sí haría), como para exigir la libertad de estos estudiantes, maestros, procesados, lo mismo que saber de primera mano qué está pasando.

Se concentraron en el acto diversos actores y organizaciones sociales; representantes del #Yo132, Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad y otros colectivos.

Desde luego, la zona y su periferia aparecen resguardadas por policía.

Para mí, esto es lo mínimo que puedo hacer por una gente que está luchando contra la imposición, que son llanamente luchadores sociales y a los que ahora se les está criminalizando. Es el mínimo acto de solidaridad (quizá simbólico) que me siento compelida a hacer por esta gente heroica y digna.

Llegué a casa y cuando abrí mi cuenta Twitter y supe del evento, me fui corriendo al lugar. No marché desde El Ángel, pues no alcancé a estar allí, sino que me uní al contingente en Bellas Artes. Me quedé en la concentración, adonde se dio una información importante. Querría redactarla ahora, pero tendrá que esperar para próxima ocasión.

Está muy fuerte la bronca. Ojalá gente empiece a sumarse para dar apoyos. En mi opinión, se precisa de mucha unidad ahora. No sé.

¡¡PRESOS POLÍTICOS LIBERTAD!!

Muestro una pequeña galería de fotos que tomé:
















El asunto es:

1) Sí hubo vándalos; sí hay grupos de choque. Sí los hay.

2) Pero también hay descontento social. Entonces, si tú tienes dinamita y le prendes fuego, vas a provocar una conflagración. No se quiere confrontar que al pueblo se le ha violentado, pareciera que esa violencia inmuta menos. No se logra entender que se llama actuar defensivamente.

Un poco por esto, he insistido en Eleutheria y otros medios, en no consentir que a la gente que esté enojada y responda a la opresión/represión, se la tilde de violenta. Niego categóricamente como válido dicho calificativo. Sin embargo, en mi discurrir nunca ha habido una invitación a la violencia. Las cosas son muy fáciles de separar en sus partes:

Ante la violencia del Estado (que detenta el monopolio de la violencia alegando preservar así el orden social), el pueblo tiene el inconculcable derecho a defenderse y eso no lo hace violento. Pero incluso, la gente que decide ese camino (como guerrilleros y revolucionarios), está actuando defensivamente también y no me parece que pueda decirse que hay violencia allí, salvo que la hubiera (lo que pasa es que a los pueblos, nada más por mero hobby, les gusta de cuando en cuando enfrascarse en trifulcas y terminar en la cárcel o en el panteón).

Ahora bien, una cosa es no compartir puntos de vista de reaccionario (llamarle vándalo a un luchador social, por ejemplo), y otra es azuzar la violencia o preconizarla.

Claramente, no estamos en un punto histórico en donde por una vía armada puedan desmantelarse las actuales estructuras de poder, a menos que se tuviera mucha estrategia, pero esto requeriría —además— de mucha unidad popular, de mucha gente experta en diversos campos (cómputo, cifrado, entrenamiento militar, etcétera), de visión de conjunto, líderes y, en fin, encontrarnos en una situación cuasi apocalíptica, onda Mad Max que, irremediablemente nos llevaría a una suerte de interregno; un escenario que, más tarde que temprano, sucederá con alta probabilidad —con o sin Mad Max. No sabemos cuándo, pero así será. Está en la historia. Si uno checa un manual sobre revoluciones, comprenderá que esto es cíclico. Así es la cosa.

¿Qué hacer nosotros en estos momentos?, ¿qué hacer entonces?

Desafortunadamente, la única arma efectiva que tenemos ahora es la Resistencia Civil. ¿Por qué digo desafortunadamente? No porque la herramienta sea ineficaz en sí misma, sino porque, a mí parecer, la sociedad mexicana no está lista en su conjunto para esto. Estas cosas van gestando a fuego lento. Lo que llevó al Caracazo en Venezuela, lo mismo que a las desobediencias comandadas por Gandhi, fue un sistema de dominación y opresión verdaderamente insostenible y, aunque nosotros estemos cerca de alcanzar dicho estado de insostenibilidad —por no decir que ya estamos en él—, el problema es (es decir, lo que no tenemos a nuestro favor) que nuestras condiciones sociohistóricas son algo distintas: están determinadas esencialmente —a ese grado— por la Globalización Neoliberal que desde el salinato viene aplicándose ininterrumpidamente en el país y que esta Globalización, va acompañada también de unas ideas, de unos pensamientos (consumismo, postmodernismo, etc.) que favorecen a la perpetuación del sistema. Prueba de ello se ve en redes sociales: gente que muestra cero empatía hacia los verdaderos agraviados, gente que, como han dicho tuiteros, se inmutan por los vidrios rotos del Starbucks y son incapaces de experimentar la mínima indignación por un hombre que trae la masa encefálica expuesta (las dos cosas a la vez). O sea, absurdos. Como sea, me parece que en estos momentos ésta puede llegar a ser la forma más efectiva de oponerse al gobierno impuesto de Enrique Peña Nieto. Pero así como nos queda la Rebelión Civil y Orquestada, nos tiene que quedar, forzosamente, la estrategia. Si no jugamos con estrategia, estaremos condenados a la fragmentación, a ser blanco de desapariciones, encarcelamientos y toda esa maravillosa lista (amén del estrés que inflige lidiar con el pensamiento más reaccionario de este país que fluye imparable en prensa oficial).

Quiero finalmente apuntar aquí un escolio al discurso de AMLO del día de ayer (algo que seguramente él comprende), y es: Que el uso de la protesta social* no vaya a ser la solución, no niega el derecho a unos de usar esta vía; no es algo que puede evitarse. Y más que derecho, yo diría que es una cosa de libertad, así, menos acotada.

ALGUNAS NOTAS RELACIONADAS

NOTA 1

El día de ayer ante lo ostensiblemente barbárico de los hechos que se sucedían, corrió rápido por las redes el rumor de que ya había muertos. Yo misma, en un gesto de indignación y de solidaridad impotente, reenvié unos tuits que informaban eso. Hasta estos momentos, lo único oficial aceptado es que las dos personas de quienes se dice, son las más gravemente heridas, continúan en estado crítico hospitalizadas. En el caso particular del maestro de teatro, hasta hace unas horas —de hecho—, en redes me tocó ver la difusión de una entrevista a la hija de dicha persona narrando sobre lo delicado de la situación del padre. En cuanto al chico con desprendimiento de retina (la gente comentaba en redes que había perdido un ojo), está hospitalizado en Balbuena y agentes del ministerio han acudido allí a interponer una demanda, de éstas que les están poniendo a los detenidos, aduciendo cargos que habrá que probar (y dudo que tengan cómo) y con penas, bueno, igualmente vergonzosas.

Hay algo también que me inquieta, he estado viendo unos vídeos, algunos comentarios de un contacto en FB que le tocó asistir al lugar (ver aquí), tuits de una chica en Twitter, etcétera, en donde me parece encontrar una suerte de reivindicación de los hechos  de modo que, como es lógico, creo que hemos llegado a un punto en donde sí hay ya gente muy cansada, gente joven que fue allá a San Lázaro asumiendo lo que podría pasar y que actuaron en consecuencia defendiéndose; lo mismo que acudieron grupos pacifistas. También leí apenas este relato de Pedro Echeverría, en donde este hombre afirma que a esos a quienes se les está llamando vándalos son, en realidad, grupos de anarquistas. Yo aquí tendría dos comentarios: 1) Si hubo anarquistas allí, yo no voy a aceptar que a esta gente, con sus ideales y su derecho a defenderse se les llame vándalos. Vándalos los hampones que estaban ayer en el acto de la imposición y, antier, en el circo del gabinete y que probablemente, incluso, hayan ordenado algunos de ellos la reprimenda. 2) Si este grupo decide emprender una lucha, este grupo lleva todas las de perder no solamente porque carezcan de pertrechos y el estado sí o porque para esta gente simplemente no haya cabida en una sociedad de domesticados, etcétera, sino principalmente porque, aun cuando esta gente tiene fuerte convicción sobre lo que está haciendo y asume las consecuencias, es probable que se les esté utilizando y estemos frente a un escenario promovido desde fueras (no quiero ahondar sobre esto porque la idea es una tesis bastante paranoica mía y que ésta incluye la razón de la existencia del 132 y de cómo se les usa a sus miembros).

Me viene a la mente invitar a estos jóvenes anarquistas a evaluar la eficacia del método (la bronca es que esta gente no está casada con ideas como “eficacia”, “performance”, “conveniencia” y todo eso que nos meten en la escuela; esa gente goza de una libertad y una visión de las cosas tan al margen del promedio que les llegan a parecer insólitas semejantes peticiones).

NOTA 2

Quizá sea éste un buen momento a solicitar a las izquierdas del mundo a que comiencen a reproducir lo que sucede en México, pero cuidado con la versión que demos, no podrá ser la misma que dé falsimedia y es importante hacer hincapié en que quizá esta situación de caos sea una fabricación (ver este vídeo).

Aunque como he visto en Twitter, quizá la solicitud sea innecesaria; la gente solidariamente se adhiere a la causa con libertad. En fin, la cosa es unirnos todos.

A comenzar a trabajar.



Él es el famoso Uriel Polo, cuyo caso parece estar ya en manos de defensores de derechos humanos. Como se ve, él asume las consecuencias de estar allí, no es una persona que se esté victimizando de nada; amén de que no hace falta que ellos se victimicen, el sistema ya lo hizo antes por ellos.


*La clase de protesta a la que mentalidades retrógradas confunden con violencia.

TRES


—UNO

La más grave violación al derecho es la que proviene del Estado, pues si el encargado de su dotación es al mismo tiempo quien la obstruye, entonces, ya puede pasar todo.

El derecho existe para garantizar a todos sus libertades. El problema es que su dación está regulada también por hombres y, ese hecho, vuelve a dicha dación profundamente frágil y vulnerable, a cada instante.

Poner al Estado de Derecho por encima de la libertad no es nada más un problema de comprensión grave (en algunos casos), sino un proceder fascista en los casos de lucidez (cinismo).

La libertad no existe porque haya Estado de Derecho, a su construcción le precedió la comprensión de ésta. La libertad no pende, pues, del Estado de Derecho. Si después de doscientos años de su invención, seguimos sin entender esto, entonces, apenas si se ha comprendido la Historia o, llanamente, se desconoce.

—DOS

No es nuevo que la postmodernidad haya imputado a los opositores al sistema un viso de resentimiento como motor (Nietzsche lo hizo en cierto modo). Lo extraordinario es que, a la condena como percepción del síntoma, no le acompañara el mismo gesto en el diagnóstico.

De allí, en parte, la conveniencia y utilidad de los relativismos éticos propios de la postmodernidad. La postmodernidad es la gran ideología del capitalismo. Y como suele ocurrir con las ideologías de derecha, la postmodernidad es un idealismo, dicho propiamente (sobre dicho encumbramiento he hablado un poco en esta entrada, por ejemplo; espero poder hacerlo más adelante puesto que no es ésta una aseveración a la ligera).

—TRES

Yo tengo que entender que hay personas que están aprendiendo cosas y ser paciente. Mi pregunta es, ¿aprenderán ellos a respetar al otro en tanto les llega la comprensión? Más específicamente, ¿nuestra estupidez nos da derecho a pisotear la convicción de los demás?

DE LAS LIBERTADES (ANTÍDOTO)

A la libertad de quienes se adaptan a las sociedades de consumo, se opone frontalmente la libertad de quienes son explotados para y por la libertad de estos consumistas. 

Con dicha comprensión en mente, me parece que algunos de ellos lograrían cierto sosiego, disminuir esa zozobra—, propinada a sus espíritus o a su equilibrio interno tras ver desmoronarse vidrios de la tienda Starbucks (o similar) durante los disturbios del pasado 1 de diciembre.

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