«Paradiso perduto»

Solo puede ser eternamente deseado algo que no pueda ser enteramente satisfecho. 

Volente insatisfecho, Sísifo lo sabe: el amor es quimera y carece de temporalidad. La «cosa en sí» ya no es la voluntad exaltada del alarido schopenhaueriano: hay en la pasión y su ternura un absoluto: noúmeno, paraíso perdido.

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