Observando (autosublimación, dirían los psicoanalíticos)

16 de septiembre de 2012

A veces, tú tienes la más genuina intención de dar una opinión, de hacer una crítica constructiva, pero la gente no puede creer esto y está normalmente a la defensiva. Tal vez transfieran sus propias motivaciones a las motivaciones de los demás. No sé. Antes, esto me afligía mucho, ahora, nada, admito que es parte de lo que hay aquí y hay que aprender a coexistir con esa clase de emociones habitando también en el humano (no puedo evitar volver a Albert Camus). Yo por mi parte me siento libre en ese sentido. Sé de mi claridad, de mi transparencia en ese proceder. Quizá hasta haya algo de ingenuidad en mí por ese modo de ser. No me importa. Ésa sí es una de las cosas que aprendí a defender y reivindicar de mí misma: yo no puedo hacer mías las amarguras del mundo. Mejor me ocupo de exorcizar las propias y punto. Entiendo que algunas personas se vayan endureciendo-agriando y construyendo corazas a su alrededor, sin embargo, es algo que no quisiera adoptar para mí.

O de este adagio:

De cuando una persona traslada toda una discusión hacia una crítica que le ha sido hecha y ya no es capaz de ver nada más.

Debemos preguntarnos

8 de junio de 2013

No quiero asistir —sumisa— a la fragmentación de la izquierda en México. Y no voy a asistir.

Mi último post —que pareciera una arenga salida de la nada—, se debe a la lamentable reyerta que tuvo a mal celebrase el día de ayer entre Alfredo Jalife (conocido analista mexicano) y un par de tuiteros más o menos conocidos entre los círculos de izquierdas (más avalancha adlátere), que pone de manifiesto la situación casi agónica, por fragmentada, de la izquierda mexicana. Incluso más molestas que las invectivas de Jalife (no sé qué calificativo poner a los tuits de un hombre del que se espera argumentara y cuya tendencia a la descalificación se convirtió en norma en su timeline), me parecieron los posteriores brotes de desconfianza entre la comunidad tuitera —que por supuesto no comparto— y que exhibe esa tendencia generalizada, en parte humana, de vernos incapaces de llevar a la práctica unas ideas que se supone nos unifican y cuyo núcleo humanista queda seriamente lesionado por nuestra praxis precisamente.

La izquierda mexicana, antes de ponerse a celebrar el mínimo de sus logros —logros que de ninguna manera infravaloro—, antes de ceder una y otra vez a la tentación de minimizar el más nimio de sus errores, etcétera, debe preguntarse en actitud bien autocrítica cómo hacer para unificar lo que de común hay en nuestras luchas. Debemos preguntarnos.

Al menos en teoría, entre la izquierda anidan una serie de reivindicaciones sociales sobre las condiciones de explotación, pillaje, e incluso miseria, sociohistóricamente determinadas por el capitalismo desde su surgimiento hasta nuestros días y que, como sabemos, exceden por mucho el mero radio de acción de nuestro humanidad. Ese debiera ser todo el eje de nuestra lucha, toda la sustancia. Me pregunto, ¿habrá de dar la izquierda razón a la postmodernidad? ¿Habremos de dar razón a las tesis fatalistas del nihilismo? ¿Es que nuestra humanidad es tan mugre como sostienen sus pensadores? [1]

Sobre todo, preponderantemente mugre cuando se trata de actuar en masas. Empiezo a creer que no debiéramos actuar en masas, sino —como argumentaba el otro día— como individuos diferenciados, ideológicamente definidos, PERO, interesados siempre y genuinamente en los otros (individuos). [2]

Quizá pronto escriba para Eleutheria una tesis más argumentada de por qué creo que actuar en masas nos vuelve particularmente vulnerables a la escisión y al fracaso (quizá más en México que en otros países, no lo sé). [3]

La única valoración que lleva el adjetivo "mugre" es práctica; por ejemplo, no permitirnos actuar cohesionados en la izquierda.

No es que seamos "mugres" o no lo seamos. Es que somos esto. (Necesidad: nihilismo hindú, nihilismo schopenhaueriano.) [4]

Publicado en Je Suis Eleutheria en los enlaces indicados.

Sobre la Crítica

29 de marzo de 2013

Criticar un texto no es demolerlo. Criticar a un filósofo no es demolerlo. La buena crítica sabe reconocer los aportes de una teoría o de un pensador. La crítica es una operación de síntesis.

En Je Suis Eleutheria [1]

Plasmas, entropía, orden y caos

15 de mayo de 2013

El comportamiento de los plasmas en el universo (99% de la materia bariónica que lo pervade, y sólo 2% de la materia total), le da en la torre a nuestra comprensión, más local, del concepto de entropía. Es probable que por la negentropía, tengamos esas formaciones tan armoniosas, simétricas —y como obedeciendo a un patrón—, de las formaciones fractales que se acumulan en el universo.

Ignoraba esta violación (negentropía) al segundo principio de la termodinámica (que la entropía o nivel de desorden de un sistema en equilibrio termodinámico tiende a crecer), pero ahora que la conozco, me regresa la esperanza sobre el destino del sistema dinámico que constituye nuestra especie.

Que sea la voluntad la que nos lleve a abrevar —nuevamente— de los subsistemas que están a nuestro alrededor, a alimentar del orden exterior a nuestro propio sistema, a fin de equilibrarlo con nuestro propio caos.

Hace unos días escribía un textito para responder a un lector de Eleutheria (que aún no publico), en esta misma dirección, pero sin conocer el concepto de negentropía (que el orden tiende a ser restablecido, en una especie de lucha con la entropía) aunque como intuyéndolo de alguna forma, y estoy fascinada. El llamado ying/yang de ciertas doctrinas orientales de que tiendo a desconfiar, etcétera.

Estoy releyendo «La vida, el tiempo y la muerte» de Cereijido, Marcelina y Fanny, ello me llevó a buscar en la red un concepto más amplio de «entropía», de donde di con este sitio. Tanto lo que se expone en el sitio, como los párrafos que redacté (que resumen para mí y concluyen algunas cosas de sendos textos), no debieran ser tomados como verdades incontestables o científicas. Son extrapolaciones de conceptos científicos a la comprensión del mundo en un plano más humano; las llamadas intuiciones que, desde la antigüedad, han permitido a la especie abrirse paso por el mundo. A pesar de mi innegable formación científica estoy perfectamente consciente de que nos queda una parcela de realidad inexplicada, más grande que lo poco que hayamos logrado explicar hasta ahora. Por esa simple razón, me permito estas lecturas con cierta flexibilidad, con cierta apertura.

A ver si al rato publico en el blog —y aquí—, ese texto de respuesta a mi lector, bastante más en sintonía con una comprensión racionalista de las cosas que, inevitablemente, tiendo a tener.

En Je Suis Eleutheria en este enlace.

Camus y el absurdo

Jueves, 7 de marzo de 2013

Por si se me pregunta, digo que El Mito de Sísifo no es la obra capital de Camus; tampoco es una declaración de principios (bueno, a lo mejor sí de principios estéticos). Es solamente la exposición del problema con que abre el siglo (el problema del absurdo a instancias de los magnicidas de Dios como Nietzsche) y la solución, todavía más absurda, que le dieron hombres absurdos como Kierkeegard y Husserl. Por cierto, la filosofía de la trascendencia de Kierkeegard con todo y lo poética que pueda ser me resulta apenas digerible, una metafísica de la exasperación. Si se quiere ir al núcleo del pensamiento de Camus y de su filosofía (existencialista), entonces hay que ir a El Hombre Rebelde. No solo un lúcido, hermoso texto. Sino una de las críticas más sólidas (otra es la de Jean Paul Sartre) a la postmodernidad (anterior a la postmodernidad). 

Tengo la impresión de que, con todo y sus sendas famas, estos dos filósofos están algo olvidados. No son los Derridás ni los Foucalts. Esto, me parece, se debe en parte a que desnudan y ponen de manifiesto la improcedencia del nietzscheanismo (porque el nitzscheanismo o parte de él es una reacción y no nada más, como siempre se afirma, un pensamiento revolucionario) y, en general, la necesidad de abandonar este pensamiento decadente y nihilista de la postmodernidad para sustituirlo por la acción y la asunción de la libertad humana. El nietzscheanismo es más lo que sus discípulos hicieron de él (distorsionándolo en muchos casos) que lo que, sospecho, el Nietzsche lúcido quería que fuera. No sé.

En Je Suis Eleutheria [1]

¿Es el teísmo siempre necesario?

29 de marzo de 2013

Quizá no es conveniente prescindir del basamento ético del cristianismo, pero tampoco creo que Dios sea indispensable en la construcción de un basamento ético. Se puede tener mucha ética sin tener a Dios.

En cualquier caso, la religión cristiana es la forma eclesial —como institución— del vasallaje colonialista europeo en América. Si hubiesen conquistado árabes la franja americana, quizá estaríamos adorando a Mahoma y leyendo El Corán.

¿Por qué no adoptar, por ejemplo, los principios éticos del hinduismo que, en mi opinión, son superiores a los principios éticos cristianos?

A unas horas de que el presidente electo en la república Argentina, Mauricio Macri, tome el poder en la Casa Rosada sus operadores en la derecha política asestan el que parecería ser el primer golpe mediático contra un diario de izquierdas en ese país; o quizás, no sean operadores del político argentino sino grupos clandestinos actuando de manera independiente. En general, resulta difícil pensar que estos sucesos no están relacionados con el cambio de gobierno —un gobierno de ultraderecha—, hostil por completo al proyecto Unasur, al gobierno de Cristina Fernández y ahora, al parecer, a la libertad de expresión en los diarios de izquierdas. 

Anoche, por fortuna, alcancé a tomar esta captura de pantalla en donde puede leerse a detalle en qué han consistido estos ataques y que coloco ahora en el blog. De hecho, desde anoche el sitio volvió a entrar en funciones y hoy, otra vez, hace escasas horas, recibieron el que probablemente sea el sexto o séptimo ataque al sitio. 


Figura 1. Atentado a la libertad de expresión

Añado, además, esta sátira en la que con mucha ironía y de manera muy lúdica el diario informaba
esta mañana acerca de lo ocurrido

Figura 2. Ataque al sitio web de Página 12

La necesidad de postear esta entrada es evidente. ¿Por qué no todo mundo está hablando de este atentado a la libertad de expresión? ¿Por qué no es primera plana en todos los diarios del mundo? ¿Qué lectura hacer de este episodio? ¿Polarizar? ¿Disciplinar a los medios opositores? ¿Lanzar advertencias? ¿Unificar? ¿Es tan incómoda al poder la información que se distribuye a través de este medio escrito? Y el poder, ¿es tan burdamente autoritario? ¿Así? ¿Tan plano? ¿Tan simplista?

Enlace a la página web del diario.

Sanvean I y II

II. Pase lo que pase Sanvean me tocará el corazón siempre. Allí estoy yo, parte de mi tiempo y de mi existencia. Y eso, ningunas formas a mí ajenas lo aniquilan. Ni mi voluntad, ni mi vitalidad ni mi energía. Soy del cosmos, de las estrellas, de la noche y de este momento.


I. Sanvean soy yo, Sanvean es mi tiempo y son mis días. Sanvean es la exclusiva realidad de mi mente. Mi vitalidad, mi voluntad y mi energía. Sanvean es vacuidad. Sanvean son mis deidades y la naturaleza de aire de mi ser efímero. Sanvean dormita bajo la lluvia. Sanvean es libre y baila.



Sanvean: I am your shadow. Lisa Gerrard

Transcipción: Ideología y literatura | Rosario Castellanos

Transcripción y notas por Eleutheria Lekona

“Si entendemos por ideología el conjunto de ideas (políticas, económicas, sociales, jurídicas, etc.) que justifican los intereses de una clase dominante y que los salvaguardan en un momento histórico determinado, nos repugna, en principio, asociar esta palabra con otra: literatura. Porque ya no es necesario probar que la literatura es una de las artes y porque espontáneamente continuamos creyendo que el arte es una actividad espiritual incondicionada y que, como todo lo sublime, su raíz y sus manifestaciones se encuentran más allá de este mundo de necesidades y de lucha por los satisfactores en el que cotidianamente se mueven los hombres.

Se ha hablado de un arte puro hasta el grado de carecer de destinatario y cuyo origen se encontraría en la urgencia absolutamente privada del artista por representar o expresar los objetos o las vivencias subjetivas. Ante esta posición extrema se suscita una extrema reacción: la del arte comprometido que confiere la categoría estética a cualquier manifestación, aunque no llene los más elementales requisitos de técnica y de forma, con tal que se ponga al servicio de una causa.

No vamos a discutir aquí cuál de las dos actitudes es la que contiene una dosis más pequeña o más grande de error ni vamos a considerar en abstracto cómo debe o cómo puede ser la literatura, en su relación con la ideología, sino que examinaremos las relaciones que ambos hechos han guardado y guardan dentro de una tradición próxima y por eso mismo conocida y al alcance de la comprobación. Nos referimos a la tradición literaria mexicana.

Para abarcarla íntegramente es necesario remontarnos hasta nuestros antepasados indígenas. Gracias a las investigaciones del padre Ángel María Garibay y de Miguel León Portilla sabemos ahora que entre los aztecas, por ejemplo, los cultivadores de las letras recibían un adiestramiento especial y heredaban una serie de fórmulas propias para cada uno de los asuntos que fueran a tratarse. El poeta servía, al través de sus obras y en el anonimato de un trabajo colectivo, a los intereses de la tribu. Unas veces consignando sus hazañas y exaltando a sus héroes; otras encerrando en cláusulas de fácil recordación los hallazgos de su sabiduría o exaltando la grandeza y el misterio de sus dioses. El monumento literario debía ser acicate para el guerrero, consejo para el gobernante, oración para el sacerdote, guía para el memorioso. Aun la lírica no cantaba más que temas de esparcimiento y objetos de melancólica meditación que fuesen gratos a los señores.

Con la Conquista cambia el idioma pero no la función de la literatura. Los primeros documentos son las crónicas que tienen tanto de alegato ante la instancia superior del monarca. La crónica sirve para extender y eternizar las famas de capitanes y adelantados, para reclamar las debidas recompensas, para pedir la absolución para los errores y aun para los crímenes, para hacer y contrahacer la historia. Luego vienen los largos poemas descriptivos en que se levanta un inventario del país recién descubierto y dominado.

Con el asentamiento de los colonizadores se trasplatan las modas literarias vigentes en la península española. Aquí habrán de imitarse con servilismo pero también con decoro.

Nadie se atreverá a traspasar los límites del lugar común religioso, amoroso y cortesano.

La imposición de los estilos es la imposición de los modos extranjeros de pensar, de sentir, de expresarse. Pero hay también otros contenidos más graves que es preciso difundir. Y para dilatar más el poder del trono y arraigar el dominio e incorporar a su ser propio el ser extraño de las culturas sometidas, los colonizadores evangelizan a los habitantes de la Nueva España por medio de autos sacramentales, villancicos y todos aquellos géneros que reúnen a su alrededor a las multitudes.

Las corrientes que hemos enumerado y las que se nos olvidan confluyen en Sor Juana Inés de la Cruz y alcanzan en ella un punto no igualado de excelencia.

Al través de su voz hablan sus contemporáneos y en sus versos comienza a despuntar la conciencia nacional que entonces no había alcanzado un nivel más alto que el de la mera geografía.


Sor Juana, con su “don de gentes” rescata en sus obras aun a las figuras más humildes y humilladas de la sociedad novohispana: el indio, el negro. Pero no por ello deja de acatar, de creer y de proclamar la validez del sistema jerárquico que los ha colocado en su base. Hasta “en ese papelillo llamado El sueño” construye una especie de summa de los conocimientos que sustentaban el orden de aquel mundo que se quería inmutable.

Por desgarradores que hayan sido los conflictos entre la personalidad de Sor Juana y las exigencias de la sociedad de su época, por gravemente que haya padecido sus frustraciones y sus derrotas individuales, nada de ello trasciende a su obra. Allí es la católica más ortodoxa y movida por mayor afán misionero; allí es la súbdita más fiel de la corona a la que rinde públicos homenajes; allí es la más celosa observante de las costumbres imperantes.

El grito de independencia repercutió en un género que hasta entonces da sus primeros frutos nacionales: la novela. En El periquillo sarniento no sólo es evidente la tentativa de sacudir las cadenas de las influencias europeas (por medio de la observación directa de la realidad y del uso de los modismos peculiares del lenguaje), sino que aparece, además, otro propósito: el moralizador. Fernández de Lizardi quería ayudar, con sus textos, a que se encaminara por la buena senda el país que se hallaba en trance de gestación. Quería que se hicieran a un lado los obstáculos más inmediatos para su desarrollo y señalaba los vicios más dañosos, proponiendo medidas para su remedio, aconsejando, amonestando, aleccionando.

Esta actitud aislada alcanza la categoría de un lema colectivo al fundarse la Academia de Letrán, que fue creada con el fin de “mexicanizar a la literatura, emancipándola de toda otra y dándole un carácter peculiar”. ¿Difiere mucho esta declaración de principios de la terminología usada por los redactores de manifiestos políticos en aquella época?

Ignacio Altamirano pugnaba por unas letras útiles y éstas lo eran, según su criterio, cuando tenían como única fuente de inspiración nuestra propia historia y nuestra “bellísima y fecunda naturaleza”.

El romanticismo en la poesía y el costumbrismo en la prosa cumplen estos postulados. El lenguaje no constituye una preocupación más que cuando se convierte en una dificultad para que la obra sea comprendida por la gran masa de iletrados a la que se dirige. Y ser escritor no es entregarse a una vocación absorbente y exclusiva, sino es cumplir con una faceta más del hombre público, de aquel con cuyo esfuerzo se está dando figura y ser a la nación.

La paz porfiriana está regida por las constelaciones de cientificismo positivista. El literato se convierte aquí en el centro de una contradicción. Por una parte se exalta su actividad como la más importante y la más noble a que pueda un ser humano dedicarse y, por la otra, esta actividad no cuenta de una manera real en el haber del país, no ejerce ninguna influencia perceptible sobre las decisiones de los políticos ni proporciona un estilo al modo de vivir de los poderosos, aunque a ambos el mecenazgo les sirva de adorno. Al escritor se le colma de distinciones simbólicas pero se le remunera con parquedad. Como que lo que produce carece de utilidad y de función.

El escritor porfiriano, para huir de sus condiciones mezquinas de vida, se refugia en una torre de marfil en la que se da a imaginar un mundo en el que nada exótico le es ajeno. Desde la Grecia apolínea hasta el Japón imperial, el cisne del modernismo se deslizó sobre la superficie de todos los lagos, aun de los propios, convenientemente dragados de vulgaridades por los artificios de una retórica muy sabia y muy rica.

En cuanto a la prosa, por naturalista que fuera, no llega a tocar más que con timidez la raíz y el meollo de los conflictos que encara. Entre el autor y el contemplador se interpone no únicamente la sombra del modelo europeo que se está imitando, sino también el miedo a la censura estricta del buen gusto, de la moral ambiente y de las conveniencias políticas. Evasión o frustración: tal es la alternativa.

Con el estallido de la Revolución vuelan en pedazos las torres de marfil de los poetas y los gabinetes de los novelistas y la literatura sale al aire libre. Los hechos que se presencian y que quieren consignarse desbordan todos los moldes. El narrador no puede ceñirse a la estructura de la novela y se queda en las anécdotas. Al través de ellas se transparente mejor la realidad que acaba, otra vez, de descubrirse y que corresponde tan poco a los prejuicios que sobre ella se dan por verdaderos. En los narradores de la Revolución hay varios elementos que pueden ser característicos: la fidelidad para transcribir su testimonio, la sorpresa, el asombro ante lo que se ha visto y, en muchos casos, la decepción. Como a los hombres de la Independencia y de la Reforma, a los escritores de la época revolucionaria los hechos los espolean, los urgen y no les conceden espacio para pulir las páginas, para meditar sobre ellas, para elevarse por encima del caos en que México estaba debatiéndose. Es esta imagen la que logran captar y si no alcanzan a hacerla tan vívida y tan convincente como la de los pintores es que su medio de expresión es la palabra y que la realidad a la que se enfrentaban es irreductible al concepto.

El primer síntoma literario de que la Revolución se ha hecho Gobierno podemos encontrarlo en la integración del grupo de los Contemporáneos. El escritor crea (como lo ha creado ya el militar y el hombre de negocios) las instituciones a través de las cuales su oficio pueda rendir los mejores frutos. Pertenece a una sociedad en que se ha dividido el trabajo y se permite el lujo de dejar la tarea de la educación al maestro y del entretenimiento al empresario de diversiones. El escritor debe consagrarse a investigar a fondo la disciplina literaria, a experimentar nuevos modos de expresión, a partir a la búsqueda de esencias para ser aprehendidas.

Si esto, en los poetas, puede acabar por conducir a una concepción mágica de la palabra (que al ser pronunciada hace surgir a los objetos a los que mienta) en los prosistas lleva a su uso crítico. Dramaturgos y novelistas se vuelven a nuestra historia o a nuestras circunstancias actuales para examinarlas, para comprenderlas y para calificarlas.

Situados en la perspectiva de los ideales de la Revolución, muchas veces traicionados, otras cumplidos a medias, otras ya inoperantes, los escritores de las últimas décadas valúan el presente y avizoran el futuro.

Sin embargo, se advierten, en esta actitud lúcida y judicativa, signos de cansancio y veledidades de evasión. Paralela y complementaria de la corriente que acabamos de esbozar, crece la prosa fantástica. Prosa estilísticamente muy cuidada, escasamente humorística y sombría desmontadora de mecanismos que causan horror cuando no repugnancia, esta prosa se distingue sólo por el contenido de sus visiones de la que sirvió de opio a los modernistas porfirianos.


He aquí, pues, a muy grandes rasgos, la imagen de la tradición literaria mexicana. Instrumento, reflejo o víctima de la ideología, nunca ha roto sus vínculos con ella. En algunas ocasiones ha llegado a sacrificar sus elementos más propios en aras de la eficacia, como si la eficacia no estuviera condicionada por la perfección. Pero, ni aun perfecta, la literatura ha sido nunca el vehículo de expresión más idóneo de la ideología, lo cual se entiende por la dificultad inherente a todo arte y por el contado número de iniciados capaces de gustar y comprender las manifestaciones estéticas.” 
                                                                  
                                           Rosarios Castellanos, Juicios Sumarios

NOTAS Y FICHA DEL LIBRO

[1] Decidí transcribir esto texto e intentar —al mismo tiempo— hacerlo llegar al mayor número de personas posibles por las siguientes razones: 1. Por su evidente importancia histórica. 2. Remite a uno de los debates centrales acerca de las funciones del arte en nuestra época. 3. Enaltece y da cuenta de los valores literarios de la nación mexicana a lo largo de varios siglos y de su vinculación con la ideología. 4. Hay una importante crítica social en el mismo. 5. Fue escrito por una de las pensadoras latinoamericanas más importantes del siglo que culminó.
[2] La ficha del libro es:
Castellanos, Rosario (1984) Juicios Sumarios Vol. I. México: Fondo de Cultura Económica / SEP Cultura.
[3] Rosario Castellanos es una de las pensadoras más importantes continentales. Nació en Comitán Chiapas un 25 de mayo de 1925. Estudió la licenciatura y maestría en Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Impartió clases de literatura en Bloomington Indiana y otras universidades fuera del país. Promotora incansable del mundo indígena a través de novelas como Balún Canán y Ciudad Real. Ensayista, poeta y novelista. Su obra poética aparece reunida en el volumen Poesía no eres tú editado por el Fondo de Cultura Económica y su libro de ensayos más importante se intitula Mujer que sabe latín. Muere en 1974 en Israel mientras se hallaba adscrita al servicio pleripotencial mexicano. Junto a Elena Garro es la gran escritora del siglo XX mexicano.
[4] Fragmentos de este mismo libro los había compartido ya en el blog, previamente, a propósito de Simone Weil y Simone de Beauvoir, en este enlace.

La izquierda continental

La izquierda continental ya está despertando ante la desgracia que significa un gobierno como el de Mauricio Macri en Argentina. Mauricio Macri es, palabras más, palabras menos, una especie de Felipe Calderón atrapado en la Patagonia. Espero, deseo, que no con ese mismo poder de destrucción y apoyo con el que contó Felipe Calderón por parte de EUA para sumir a México en esa pantomima absurda llamada La guerra contra el narcotráfico. Absurda y dañina, por lo demás. La Hecatombe la llamé en aquellos días.

No obstante y a juzgar por todo lo que he visto después de la victoria de Mauricio Macri, a los argentinos les favorece una conciencia política y social que en México no hemos logrado alcanzar y que no hemos cultivado con la misma convicción como sí se ha cultivado en aquel país. Mi deseo es que les vaya mejor —bastante mejor— de lo que nos fue a nosotros con el que ha sido uno de los gobiernos más desastrosos para el país.

Habría que leer esta nota de Hebe Bonafini para darse una idea.

Espero, deseo, estar equivocándome en mi previsión. [1]


REFLEXIONES: SOBRE EL HUMANISMO

"Si el humanismo inhumano del imperio gana otra vez (y sigue ganando), si ya no creo en la posible creación de un mundo histórico en que sea derrotado y superado por una forma social más justa, si ni siquiera –por los fracasos terribles de los intentos por hacerlo, que sólo han consolidado mundos cruentos y crueles, a menudo superiores a su crueldad– soy capaz de imaginar cómo sería ese mundo en que se respetarán la vida y los derechos de los seres humanos, ¿que me resta por hacer? Hay que luchar contra la brutalidad de los poderosos. Conseguir que todo sea menos brutal. Incomodarlos. Hacerles saber que sí, que acaso ganen otra vez, pero que no nos engañan. No luchan por nada trascendente. Ni por la libertad, ni por la democracia, menos aún por los derechos humanos. Mienten. Luchan por la buena salud de sus billeteras. Por el dinero y por el poder, aliados eternos. Pueden ser buenos y democratizarlo todo. Pueden aceptar críticas. Son democráticos y las escuchan. Que las mujeres sigan su camino de libertad. Serán, ellos, entusiastas feministas. Que se casen los gay y las lesbianas. Irán a sus bodas. Que los ecologistas defiendan el planeta que ellos necesitan destruir. No importa: son democráticos. Que aquéllos libremente lo defiendan. Ellos, libremente, seguirán devastándolo. Hay una sola cosa que no democratizarán jamás: la riqueza. Democratizar la riqueza es algo que los líderes de las potencias occidentales jamás harán. Tampoco quieren compartirla, de aquí la furia contra los ilegal aliens (inmigrantes indeseados). Si eso hicieran no serían lo que son. Los dueños del mundo. Los que pueden declarar guerras, invadir países, matar y torturar. Esa es su esencial brutalidad, su brutalidad constitutiva. Cada paso que demos contra ella será un triunfo. Cada pequeña dificultad que le opongamos. Cada lugar donde no los dejemos entrar. Cada vida que salvemos. Cada una de estas cosas será un triunfo. Un pequeño “palacio de invierno” que no esconde a Stalin en sus entrañas. Porque no tomaremos el poder y Stalin es fruto del poder. ¿Qué poder podríamos tomar? En este mundo globalizado, en este mundo sometido al espionaje del Big Brother Panóptico, no hay Palacio de Invierno. No está en ninguna parte. El poder, en cambio, está en todas. Que cada vez esté en menos será el objetivo de nuestros pequeños-inmensos triunfos. De nuestros pequeños-inmensos sueños."

- José Pablo Feinmann [1]

Nietzsche y el etnocentrismo

18 de mayo de 2013

Casualmente en la tarde, antes de siquiera haber visto el vídeo de Russell del post anterior, y dado que ayer me dio por compartir algunas impresiones sobre la filosofía de Nietzsche sugeridas por un pequeño texto en el que me pareció se asemeja a alguna consideración marxista (en un filósofo que no podría haber sido más adversario del materialismo dialéctico que el propio Nietzsche, etcétera), casualmente —repito— estuve viendo el siguiente vídeo del filósofo argentino José Pablo Feinmann en donde él mismo opina sobre Nietzsche, y que comparto.

Por cierto, si bien coincido plenamente con Feinmann en prácticamente toda su exégesis sobre la filosofía nietzscheana y, particularmente en: A) Que Marx y Nietzsche son antagónicos y B) Que la filosofía de Nietzsche es una reacción (es decir, lo contrario a una revolución), tengo, sin embargo, el siguiente disenso con Feimann:

—Que Nietzsche haya sido el filósofo del nacionalsocialismo y de la unificación tardía de la Gran Alemania.

En todo caso —opino—, sus tesis fueron tomadas y tergiversadas por el nazismo a fin de justificar su barbarie totalitaria. Que era, por lo demás, la barbarie típica de las naciones imperialistas de aquellos tiempos y de la barbarie que habría de dar origen posterior a las dos guerras mundiales. O sea, culpar a Nietzsche de esto es irrisorio, equivaldría a poco más que desrresponsabilizar a los demás de sus acciones. Hay que leer Ecco Homo para entender esto. Ahí es enfático Nietzsche sobre tres aspectos: 1) Su desprecio por el espíritu alemán (que ve encarnar en Wagner), 2) Su admiración por la obra inconclusa de Napoleón, pues veía en ella la unificación de los pueblos de Europa, 3) Que no era un antisemita; por ejemplo, admiraba a la antisemita Cosima Liszt de Wagner, pero un poco por esto (y por el cristianismo y el nacionalismo wagnerianos) rompió con aquél —y eso por no hablar de su relación con Salomé y Klee—, y por tanto vémosle reivindicar en lecturas posteriores algunos rasgos del pueblo judío.

En cambio, Nietzsche sí manifestaba, como la mayoría de los hombres de fines del XIX y principios del XX (hasta Bertrand Russell llegó a suscribir tesis eugenistas), un odioso etnocentrismo, pero no de lo alemán, sino de su sangre pura prusiana. Por supuesto, Feinmann tiene razón cuando asevera que es sobre la caracterización de la voluntad de poder sobre la que se finca el poderío del Tercer Reich; eso es innegable, los nacionalsocialistas vieron en la filosofía de Nietzsche la justificación para sus atrocidades; así como el bando aliado alguna idea encontró que justificara el terror de los bombas sobre Hiroshima y Nagasaki.

Finalizo.

Aunque hay en Nietzsche importantes digresiones de su primera filosofía, a mí me parece que sus contribuciones al pensamiento de la modernidad son indiscutibles por sencillamente dos de sus tesis:

1. La caracterización de la tragedia griega; la revuelta contra el platonismo y la categorización de lo trágico-vital-voluptuoso en la figura de Dioniso.

2. Su idea de la inversión de todos los valores malsanos del cristianismo. No dudo que haya algunos valores (o varios valores) valiosos en el cristianismo, pero junto a Nietzsche —y por la experiencia que me revela la sociedad—, creo también que hay una serie de valores muy mórbidos del cristianismo que exigen de una inversión. Nietzsche es fundamentalmente el filósofo que osó hacer este señalamiento.

Finalmente, los límites de la filosofía nietzscheana son también notorios: Nietzsche venía huyendo del idealismo-tiranía de la razón (del idealismo del mundo inteligible), para terminar cayendo en el idealismo-tiranía del instinto (del mundo sensible). 


Creo que en esto Russell es clarividente: sobre Nietzsche también pesaba la impronta de algún temor. 

Je Suis Eleutheria, 18 de mayo de 2013.
Publicado en MásDimensiones.


Tema del adiós: Eleni Karaindrou; y brevísimo texto

Eleni Karaindrou tiene uno de los sonidos neoclásicos más nostálgicos posibles. No sé si haya en griego una forma peculiar de decir «nostalgia», pero si no la hay, la música de Karaindrou lo dice por el lenguaje.

Creo que es la nostalgia de los pueblos que acompañó a las sagas de Angelópoulos.

En la historia de los pueblos, se entretejen también otros hilos; pienso en quienes se amaron.

Mi favorita.


En Je Suis Eleutheria, 9 de diciembre de 2012.

*Origen del vídeo.

No desestimo el atroz silencio en que debiste hundirte tras descubrirte en una habitación sin ventanas ni puertas ni paredes. A pesar de todo, y en la más lírica tradición de un universo infinito pero limitado, te sabías encerrada en un espacio con límites y perfectamente delineado en el cual aquella noche te hallabas inmersa y te acogía. Era un compacto. En mi pensamiento necesito compacidad, te habías dicho alguna vez. Como en el análisis matemático. Un recubrimiento finito capaz de contenerle, habías agregado. Y, entonces, allí te hallabas, prueba materialiter del Axioma de Elección. Elemento único del que no sabíamos cómo ni en qué forma ni en dónde se creaba, pero del que podíamos asegurar su existencia. Y esta vez, la única seña eras tú. Teníamos un dato. Y lo utilizamos y lo exprimimos y extrajimos de él la última gota de conclusión e hicimos y diseñamos todas las correlaciones posibles y todas las pruebas de varianza. 

Nosotros, los matemáticos, somos únicos, y en silencio nos burlábamos de los más elaborados y obtusos argumentos de la teología racional. ¡Ah, los teólogos! Decíamos no sin un dejo de arrogancia. Han buscado por años todas las pruebas ontológicas de la causa sui cuando tenían frente a ellos la única. Nadie ha creado con mayor vigor del universo la nada y no al revés. O bueno, también sí. Ji ji ji, se oía a algún matemático por allí, perdido en algún pasillo, en su eclosión de risas y extravagancia. Todo en una atmósfera de voluptuosa vacuidad, claro está. ¿Y tú qué hacías? Tú te reías con él porque habías sido tú quien había creado aquel pequeño conjunto en el que intersecaban varios otros de una familia no finita de conjuntos de inmensurable belleza. ¡Eras dios!

¿No son ustedes la secta de los matemáticos? Llegó algo agitado el teólogo Juan de Panonia a preguntar. Por supuesto, contestaron los matemáticos y tú con ellos en donde te hallabas. Hemos siempre creído sin el mínimo rubor en la política mundial del nihilismo. Dios ha muerto y nosotros lo hemos sustituído. Somos matemáticos, pero también nos gusta estar a la última en lo que a las más recientes teorías sobre la existencia del hombre se refiere. Tenemos una que otra temática en común con los teólogos, como en general la tenemos con los politólogos, o con los mercadólogos, o con los computólogos, o con los filólogos, o con cualquier asociación profesional.

Entonces Juan de Panonia echó a andar y se cuenta que al regresar a casa sacó apresurado uno de sus últimos palimpsestos y reescribió la historia que allí se contaba.


Para Sin Prejuicios, 4 de noviembre de 2015

Sensacionalismo


Un amigo comparte en su cuenta facebook un comentario a partir de otro comentario que a su vez ha hecho un político mexicano sobre el tratamiento mediático en torno al huracán Patricia. De inmediato, me siento intranquila con su post y emito una respuesta. Diverjo con él y creo que vale la pena rescatar parte de la conversación. Aprovecho entonces para compartirla aquí y exponer mi apreciación sobre la manera en que fuimos informados acerca de este desastre. 

Subestimas el sensacionalismo con el que los medios informaron sobre el suceso e incurres en reduccionismo cuando quieres leer el comentario de este hombre en clave no política. Está dudando y, sí, dado que su formación científica debe ser limitada, expresa sus dudas con imprecisión, pero a mí me parece que esa imprecisión no invalida que cuestione la ya ancestral desmesura con que los medios informan siempre. Tiene una duda legítima y la expresa. Quizá, en cambio, a ti no te gusten los modos particulares con que lo hace. En mi opinión, hicieron, como hacen con todo, un gran show, un gran espectáculo del desastre. Como si estuviéramos viendo Armageddon en tiempo real y fuera a caérsenos Bruce Willis encima y se fuera a acabar el mundo en ese instante. Dios mío, cuánto show, cuánta laboriosidad. Marketing. Y nula seriedad para informar. La imprecisión, en realidad, inició con presidencia, con ellos inició el rumor que da pie a la teoría conspirativa, con ellos inició el dislate desde el momento mismo en que acuden a una frase hecha para informar y afirmar entonces que estábamos frente al huracán más poderoso del mundo. No, que sea el huracán más intenso hasta ahora registrado en México no nos da derecho a declarar en nuestro micromundo que es el más poderoso del mundo. Es que en mi idea de política la atención más grande de que se tenga registro en México no implica la parafernalia con los globos de neón y las luces. De mi parte, nunca voy a tener suficientes palabras para señalar la necesidad, la imperiosa necesidad, que tiene esta sociedad aletargada, que tenemos, de denunciar las grandes épicas mediáticas que crean los media y gobiernos para informarnos sobre hechos que merecerían cuando menos cierta seriedad, si no ya, precisión. No, no estoy de acuerdo contigo. Perdón, pero no. Celebro, celebro que este hombre cuestione las formas con que nos informan, acaso no estoy de acuerdo con que politice el hecho y diga que se ha manipulado —¿cómo para qué?—. En mi opinión, más que manipular lo que se hace es embrutecer, bloquearle los sentidos al receptor para que no piense la catástrofe. Por lo demás, valoro, eso sí, que señales cómo, ahora, cualquier nadería se eleva a rango de teoría conspirativa. No asimilemos, en cambio, duda, sospecha y pregunta a teoría conspirativa. Al menos no en política.

Luego: 


Cuestión de temperamento y de percepción. No veo que sea sensacionalista, veo en cambio que está politizando. Ni tampoco veo que obre contra el sentido común su pregunta. En fin, difiero de tu postura. Nunca es claro en lo que escribes en dónde está la teoría conspirativa. Nunca es claro tampoco por qué debe ser conspirativo por necesidad que la gente dude sobre las formas en que de hecho los gobiernos y la prensa manipulan a las sociedades ante ciertos hechos. Y no, no hablo de chamtrails ni de iluminattis. Hablo, por ejemplo, de cosas tan transparentes —y paradójicamente turbias— como Ayotzinapa. Por lo demás, aunque tu texto no trate sobre sensacionalismo, creo que no estaría mal que integraras la variable en tu análisis. Sugerencia. Y sí, está bien, ya valoré el aspecto positivo de tu crítica. En verdad, valoro lo que haces; por eso, y no por otra cosa, elijo leerte. Pero, en serio, tengo un diferendo legítimo con tu comentario. No, no estoy defendiendo a este hombre, estoy expresando lo que pienso.

Además: 


Y no, no es que afirme que tú creas que cuestionar las formas en que los gobiernos eventualmente nos manipulan es, por necesidad, teoría conspirativa. Pero a veces, solo a veces, estás casi a punto de erigir esa sospecha a ley social. Con escasos márgenes de libertad. 

Y ya para finalizar: 

Yo pienso que tienes razón en muchas cosas y que efectivamente la sociedad de masas tiende a fantasear sobre las intenciones que tienen unas u otras personas para hacer las cosas. De acuerdo hasta allí. No obstante, pienso que tienes un desconocimiento fundamental de cómo funciona el poder y de la clase de gente totalmente trastornada que suele a veces estar interfiriendo o tomando decisiones en esos ámbitos. Te pongo un ejemplo sencillo y a todos asequible: Bush Jr. Piensa en serio en la demencia con la que hablaba —la agitación, la vehemencia, el contenido disociado de su discurso— durante Irak II, por ejemplo. Y sí, el capitalismo por su estructura hace que el capitalista delinca sin proponérselo, pero sería un error pensar entonces que ello exima de preferencias éticas a éste y otros grupos. La gente de ciencia, para finalizar, tendemos a ser más cándidas y más soñadoras con respecto a la sociedad. Por eso en parte creo que haces ostensión de este desconocimiento. O que tienes un conocimiento limitado al respecto. Y, del caso que mencionas, afortunadamente, no estoy enterada y no opinaré. 

No obstante me limitaré a decir para resumir que es importante evidenciar y deconstruir los distintos modos en que la ideología opera alienándonos. Creo que el sensacionalismo en prensa es uno de tales modos y creo que volvió nuevamente a verificarse con el tratamiento mediático que se le dio al huracán Patricia. Y no, no estoy suponiendo una intencionalidad necesaria a los mass media; en cambio, estoy describiendo unos modos de operación inherentes a los formatos con los que a menudo se difumina la noticia y se nos informa.

Admito que mi estilo escritural y mis metáforas dentro del texto pueden ser el equivalente gramatical al sensacionalismo en prensa que cuestiono. Solamente me excuso diciendo que mi forma de escribir es en general esencial a mi escritura —sobre todo porque en este caso intentaba ser muy descriptiva y muy gŕafica, puesto que quería ilustrar dicho sensacionalismo—, que no afecta a nadie, que mi texto no lo estoy transmitiendo en cadena nacional, y que de la veracidad o exactitud de dicho texto no pende la integridad ni la salud mental de nadie, salvo, si acaso, la mía.

Bailas en mi Mente - Ivana Morandi



En Je Suis Eleutheria [1]

Oriflama

En la rebelión el hombre se supera en sus semejantes, y, desde este punto de vista, la solidaridad humana es metafísica.

Yo no sé si Camus hubiese repudiado el fundamentalismo islámico de la misma manera en que repudió los totalitarismos europeos, pero sí sospecho que habría también experimentado fuertes sentimientos empáticos hacia las víctimas de esta nueva intromisión occidental en territorios medio orientales y, por esa sola razón, estoy convencida de que aludir a esta frase no necesariamente implica salirme de contexto ni de la realidad. Lo que Occidente está haciendo con Oriente Próximo es un exterminio de civiles. Ese es un hecho empírico verificable.

Siria: 300,000 muertos y 7,000,000 desplazados aproximadamente, por ejemplo.

Y, dependiendo de la información consultada, se llega inclusive a hablar de la mitad de la población civil desplazada. La mitad de un país desalojado por una guerra de dimensiones planetarias, inventada por intereses geopolíticos.  


Me es imposible guardar silencio sobre estos hechos como lo habría deseado, porque sé —ya entendí— que la polarización social sirve al conflicto.

Por lo pronto, con esta breve entrada —casi fantasmal—, dejo esta pequeña oriflama para los sirios y para toda la gente en Oriente Próximo; quizá valdría la pena leer Siria y las fotos por si alguien deseara ahondar un poco más en éste y otros episodios trágicos en la zona.

El Hobbit Tolkien

20 de septiembre de 2012

Ahora ya quieren que leamos El Hobbit porque va a salir en cine. No lo sé, tal vez no lo haré. O lo haré cuando ya no esté en cartelera.

La prosa de Tolkien yo la conozco gracias a El Silmarilion. Es preciosa. Leerlo me apartó de los prejuicios que me hice a causa de su holliwoodesca fama. Pero ha sido uno de esos muchos autores a que no he vuelto en muchísimo tiempo.

Soy matemática y, sin embargo, no voy a precaverme de decir lo siguiente: Literatura y Filosofía no son lo mismo. Algunas veces la primera contiene a la segunda y otras, la segunda contiene como forma a la primera.

Yo a la Filosofía la pongo junto a las Matemáticas y junto a la Música. La Literatura es apasionante, pero ocupa un lugar secundario entre mis obsesiones.


Publicado en el sitio de Je Suis Eleutheria.

La posibilidad de la política

20 de mayo de 2013

La incompletez de nuestras opiniones son las que hacen posible la política: por eso hay política.

Temer a la crítica, o al error en la opinión es poco más que rechazar la posibilidad de la política.

No importa cómo le llamemos a esta interacción entre los humanos: política, espacio público, ágora, debate; la política es un descubrimiento al que se llegó por la necesidad.

En Je Suis Eleutheria [1]

Democracia y poblaciones chicas

14 de octubre de 2012

La libertad es un fetiche de la liberal-democracia. Es importante entender eso; la libertad se construye, se conquista, pero no es algo que nos esté dado de una vez y para siempre. Invocarla como argumento es incurrir en falacia de autoridad.

La democracia, como tal, no sólo no existe, sino que operativamente es apenas procedente en poblaciones chicas. Además, como bien atinara a señalar Kant, la democracia es un despotismo también. Tanto como la aristocracia, por ejemplo.

¿Qué estoy sugiriendo?

¿Que abandonemos el ideal democrático? No, no estoy sugiriendo eso; como ideal nos sirve porque, ciertamente, tiene sus bondades. Estoy diciendo que revisemos nuestros discursos y el de quienes se quieran servir para todo del ideal democrático a fin de imponer —ellos sí— sus visiones fascistas (hablo de la clase oligárquica).

En esta vieja entrada ya había escrito un poco sobre esta idea.

En Je Suis Eleutheria: aquí.

El Honoris causa a Adela Micha

29 de septiembre de 2012

El “Honoris causa” por parte de la Universidad Veracruzana a Adela Micha es una confirmación (casi fatal) de lo que pienso sobre el conflicto en la UACM: impera y se pretende imponer una visión visceral (subjetiva) por parte de una facción instalada en una de las más nocivas ideologías de nuestro tiempo, la del neoliberalismo. Nociva no por cuanto pretenda asumirse la mejor ideología posible (la de la competitivad, los estándares de calidad y tal), sino por cuanto se trata de una ideología univocista, unilateral, excluyente, elitista, dogmática hasta la médula, que intenta cancelar y descalificar a priori cualquier otra vía.

El conflicto en la UACM es resultado de la incapacidad de un grupo de personas para entender que hay humanos que no quieren (sí, aunque cueste trabajo: no quieren) competencias, competitividad, indicadores, estadísticas, o estándares (no al menos desde los criterios del pseudoliberalismo) para evaluar o emitir un dictamen sobre la calidad de la educación.

¿Por qué es tan difícil comprender esto? Y luego ellos —falaces— acusan de radicales a quienes se resisten a sus prácticas.

El mundo se volvió loco.

Un link, por cierto, interesante sobre lo que pasa en la UACM.

David Páramo

7 de mayo de 2013

Inevitablemente me enteré de la muerte de los hijos de un hombre de medios, llamado David Páramo. No lo ubiqué de inmediato, tiene tiempo que no enciendo el televisor en los canales de las televisoras Azteca y Televisa. Por fin, después del incesante bombardeo de twits y posts en Twitter y Facebook, respectivamente, logré identificar su cara. Un hombre muy joven que conducía hace algún tiempo en Canal 40 un programa dedicado a pregonar las verdades y bondades del libre mercado. Recuerdo que me resultaba demagógico aquel monólogo. Desde entonces, el liberalismo se me apetecía como un dogma.

Por mi tendencia (¿una forma invertida de la psicopatía?) a sentir compasión ante el dolor humano —sea lo que eso signifique—, no pude más que experimentar una profunda empatía por el dolor de este hombre; imaginarlo postrado, insensible, evadido, desvalido, perplejo frente a su tragedia, como cuando sabemos que escapar de la conciencia del mundo es lo único que nos aliviara de nuestro ser lancino. Pasa que la normalización de la muerte en el país a fuerza de su nauseabunda repetición, no puede más que transmutar a insensibilidad en nosotros, los destinatarios de esos mensajes, o a mecanismo de autodefensa plagado de patetismo. De pronto nos enteramos de algún robo, una golpiza a un hombre, y terribles imágenes de su padecer se incrustan en tu pensamiento: quieres no pensar ellas. Ergo, dejas de pensar en ellas. Contra la violencia, no hay mejor protección que la distancia. Pero, ¿cómo combatirla? Hay quienes sostienen que esa lucha equivaldría a una lucha eterna contra nosotros mismos; yo misma por mucho tiempo he estado convencida de ese modo de pensamiento que, cada vez más, sin embargo, se me antoja como un pensamiento parado en una sola de las múltiples caras de un poliedro más bien diverso, un pensamiento ciego a otras posibilidades a fuerza de no querer tomar responsabilidad de nada, de dimitir a eso que no seas tú mismo; o imputar a los demás tus propias taras. Esas certezas ridículas llamadas prejuicios.

El escándalo por la pena que embarga a David Páramo se suscitó porque se lo acusa de haber volcado terribles palabras en los tiempos del asesinato del hijo de Javier Sicilia, precisamente contra el dolor de Javier Sicilia: “¡Si los matan es por algo!”, dijo, según se nos informa en medios.

La reflexión que sigue, no sé cómo iniciarla sin caer en ese lugar grotesco de quien gusta de sentenciar: “¿ya ven?, se los dije”, “¡es el karma!”, “no lo invoques porque se aparece” y esa lista de dicharachos cuya profesión, pareciera le infligen de una ficción de poderío que, en todo caso, apenas si lo liberan de su impotencia frente a la orfandad, de la galería de sus temores y de la inacción. La verdad es que, si vamos aceptando la refutación al relativismo epistémico (que al menos poseemos una certeza: la de la incerteza, la de no saber nada), resulta no solo vacuo, sino profundamente ingenuo pretender que David Páramo esté pagando con la muerte de sus hijos su adhesión al neoliberalismo. Pero en su versión suave (que en el fondo quiere expresar causalidad) esta idea del karma tiene razón en algo: que a Páramo se le señala por haber favorecido el discurso hegemónico del régimen culpable de la muerte de sus hijos y en incriminarle que este régimen, además, nos ha hecho vulnerables a todos, más de lo que —por el mero hecho de vivir— lo somos de por sí. Digo, se le señala, porque eso vi comentado en redes.

Pocos días antes de este suceso, estuve meditando alrededor de la siguiente idea: No, actuar no es delinquir contra el absoluto toda vez que entendamos, contra la imposibilidad teórica y práctica del nihilismo, que unidad es diversidad justamente. Luego, con la idea de Páramo ya en la cabeza, me vino a la mente aquella frase de una chica en una de esas películas de Golden de las que tanto se aprende: “evitar escupir para arriba”. Y debo confesar —tengo que confesar— que sentí una profunda tristeza ante lo que le sucedía a David Páramo que, tan humano como todos, su único crimen en aquellas palabras —aunque absolutamente al margen del crimen de sus hijos— consistió en pensar la otredad a partir, y casi exclusivamente, de sí mismo. Como el sabihondo ineficaz que, en su versión radicalizada de Sócrates, pretende que el autocognoscere baste para conocer a los demás y hacer conjeturas sobre el resto.

Pretender que el clima delincuencial de la guerra contra el narco, iniciada por Calderón y continuada por EPN —aunque con otra retórica—, expresa la posibilidad maniquea de unos hombres malvados expulsados del mundo —anomalías de la especie, excepciones a la regla—, es al mismo tiempo poseer una comprensión pervertida de las formas de organización sociales, de las posibilidades de la especie, de nuestra diversidad, y de los efectos que producen las políticas depredadoras neoliberales en las sociedades, se quieran o no se quieran aceptar dichos efectos. En condiciones de normalidad (¿?), es posible que todos los hombres, arribemos a la honradez de David Páramo (de la cual no dudo), honradez que en él mutó a ceguera, y que le impedía entender, aunque contradictoriamente, que no era vacío de esa misma honradez lo que llevó al hijo de Javier Sicilia a la muerte.

Si vamos a la comparación histórica, que no exceda a la época del estado benefactor con el arribo del cardenismo (una microcomparación), al menos se podrá convenir en aceptar que algo en el camino hacia la idea “progreso democrático”, se ha torcido lo suficiente, como para descreer absolutamente de ella. La verdad es que, la idea es una parodia.


Y por supuesto lamento y lamenté esos decesos. Sucesos en los que nuestra vulnerabilidad se hace aparatosa. ¿Es verdad que vivimos en un necrocapitalismo?

*En el momento en que termino de escribir esto, me entero de esta nota; no por eximir a Páramo, pero quién sabe si por la ineficacia, o si por la insistencia de instaurar la narrativa de las drogas y del narcomenudeo en México —y criminalizar—, los hijos de David Páramo no estén siendo objetos de alguna calumnia. El mercadito del narco y del librecambismo, se acaba cuando la circulación de mercancías y bienes respondan a necesidades básicas humanas y/o de solaz, en vez de esta enfermiza acumulación de plusvalor, de valor de cambio, de vida.

En Je Suis Eleutheria: aquí

Rosario Castellanos y Oscar Wilde

17 de mayo de 2013

«Matamos lo que amamos. Lo demás no ha estado vivo nunca».

Lo dijo Oscar Wilde en sus baladas de la cárcel de Reading —si no me equivoco—, pero lo dijo después categóricamente Castellanos en su Destino.

Me parece menos una confesión de sadomasoquista, que el reconocimiento muy humano de cómo nos duele todo lo que venga del ser amado. O de cómo potencialmente dolerá. Doler como sentir, como palpitar; no como sufrir. La vida ya de por sí es puro sufrimiento para algunos.

En Je Suis Eleutheria: aquí.

Variación

14 de abril de 2013

“La naturaleza del hombre es malvada. Su bondad es cultura adquirida.” Simone de Beauvoir.

Difiero un poco con de Beauvoir. No creo que la naturaleza del hombre sea «malvada», allí ya habría un apriorístico. La naturaleza del hombre es «animal», la de un mamífero. Por eso, la metáfora del claroscuro queda perfecta: si los medios nos lo permiten (y los genes), la cultura puede hacer de nosotros excelentes criaturas; si no, dicha excelencia quizá pueda ser más difícil de alcanzar.



En Je Suis Eleutheria [1]

La izquierda y el establishment

29 de enero 2013

Me pregunto sin reacción: ¿Aniquilar al IFE sería, ya, condición suficiente para correr por la vía socialdemócrata? Desde luego que no; la putrefacción del IFE es sintomática de la putridez que trae consigo el liberalismo férreo. La vía socialdemócrata está clausurada desde antes.

De modo que tengo dos conclusiones acerca de este asunto (dos al menos, momentáneamente):

1) Es perder el tiempo querer encontrar causalidad entre la actuación del IFE (actuación desesperanzadora) y la insistencia de MoReNa en querer erigirse como partido. En cualquier caso, su insistencia (esa utopía a la que se refieren) es más digna de un estado de desazón, que de desconfianza.

2) De MoReNa no radicalizar su diagnóstico sobre la situación (y actuar en consecuencia), entonces me temo que terminará por ser engullida por la fuerza inercial de un establishment al que comienza a legitimar.

Es real, la coyuntura sociohistórica nuestra no está dando para una vía socialdemócrata y no se quiere ver esto.

Y sin embargo, que no se viera se vuelve futilidad o anécdota. El meollo del punto radica en que a razón de esta ceguera se contribuye al fortalecimiento de un capitalismo ultra que perjudica a varios. Vaya, cerrazón en su expresión más acabada, más perfecta.

Y habrá los que insistan en ver corrupción en AMLO. Yo veo candidez, cortedad de miras, audacia escasa en la tarea de querer subvertir la historia, el flujo corriente de los acontecimientos.

Y lo primero —la imputación a su honestidad—, es nada el típico contrapensamiento —el odio— que sienten las clases medias por lo popular.

HIPERCONCLUSIÓN. La relación causal entre la actuación del IFE y las pretensiones de Morenas es irrelevante a estas alturas.

El Gran Animal by Simone Weil




En Je Suis Eleutheria, Septiembre 26 de 2013 [1]

Nota emotiva sobre los Grundrisse

9 de mayo de 2013
   
¡Qué chido! Un análisis que hacía el otro día sobre la importancia del marco categorial que confiere Marx (concretamente, el plusvalor) para el estudio del capital coincide con exactamente lo que opina Dussel sobre lo radicalmente original de los Grundrisse.

Me emocioné. [1]
   
El marco categorial para el estudio del proceso de acumulación capitalista —comentaba el otro día—, en el concepto o categoría de «plusvalor». Y eso, por decir, como la antesala o la puerta de entrada al estudio de dicho proceso. Eleutheria Lekona ha actualizado su estado. [2]
   
También opino que es importante distinguir dos fases, casi irreductibles, en el proceso de acumulación capitalista:

1. La fase de producción de la mercancía (a donde emerge el plusvalor).
2. La fase de mercantilización de lo producido, en donde el plusvalor puede mutar a muchísimas otras cosas, por ejemplo, a capital financiero en nuestros días.

Eleutheria Lekona ha actualizado su estado. [3]

"Los Grundrisse o Elementos fundamentales para la crítica de la economía política". —WIKIPEDIA, para situar.

Eleutheria Lekona ha actualizado su estado. [4]
   
Radicalmente original de los Grundrisse y revolucionario. 

Eleutheria Lekona ha actualizado su estado. [5]
   
Marx. [6]

En Je Suis Eleutheria en los enlaces correspondientes.
10 de octubre de 2012


«La ilustración consiste en el hecho por el cual el hombre sale de la minoría de edad. Él mismo es culpable de ella. La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad, cuando la causa de ella no yace en un defecto del entendimiento, sino en la falta de decisión y ánimo para servirse con independencia de él, sin la conducción de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí la divisa de la ilustración.

La mayoría de los hombres, a pesar de que la Naturaleza los ha librado desde tiempo atrás de conducción ajena (naturaliter maiorennes), permanecen con gusto bajo ella a lo largo de la vida, debido a la pereza y la cobardía. Por eso les es muy fácil a los otros erigirse en tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un pastor que reemplaza mi conciencia moral, un médico que juzga acerca de mi dieta, y así sucesivamente, no necesitaré del propio esfuerzo.»

—IMMANUEL KANT, Respuesta a la pregunta ¿Qué es la Ilustración? (Fragmento)

FICHA: Kant, I; Filosofía de la Historia, ¿Qué es la Ilustración? Ed. Caronte Filosofía (Trad. Emilio Estiú y Lorenzo Novacassa), Argentina (2004).

*En Je Suis Eleutheria [1]

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